En comunión con toda la Iglesia católica en México, nuestra arquidiócesis de Xalapa ha estado participando en la JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ Y LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA. Creemos que la Paz es posible y que debemos construirla entre todos. En las comunidades parroquiales, los conventos y centros de formación, así como entre los grupos y los diferentes movimientos eclesiales se han llevado a cabo diferentes iniciativas para orar por la paz.
Hemos tenido caminatas, oraciones y encuentros con Dios y con los hermanos, especialmente con quienes han sido lastimados por la tragedia de la violencia. Como hermanos pertenecientes a una misma familia bautismal nos sentimos interpelados por los estragos que la violencia está causando en los hogares, en la sociedad y en nuestro país. Por eso a través de diferentes expresiones nos hemos solidarizado con quienes están sufriendo por la muerte de algún familiar y con quienes viven la dolorosa angustia de tener algún miembro de su familia o conocido desaparecido.
Teniendo presente la mirada amorosa de María santísima, suplicamos a Dios que a las víctimas de la violencia les dé fortaleza y que nuestra solidaridad y cercanía sean para ellos como un bálsamo que lleve un poco de alivio en su interior. Los abrazamos con esperanza deseando que pronto pase esta noche oscura. Oramos para que los miles de desaparecidos vuelvan a sus hogares.
El objetivo que se ha buscado en esta Jornada de oración por la paz, la han señalado los obispos en sus recientes mensajes: “recuperar la dimensión sagrada de la vida, reforzar el diálogo entre los diferentes actores sociales para estar unidos y caminar hacia la justicia, la reconciliación y la paz. Necesitamos, crecer en una cultura de escucha, de respeto, humildad y apertura hacia nuevos horizontes”.
En nuestro país, la paz es posible pero demanda una cultura de encuentro y de reconocimiento del otro. No ayuda la polarización, la descalificación ni la división. Se necesita construir juntos, aprovechando las coincidencias y dejando a un lado las diferencias. La construcción de la paz demanda la participación de todas y de todos. Somos hermanos y pertenecemos a la misma familia. No podemos ni debemos acostumbrarnos a la violencia, a la cultura de muerte ni a la destrucción.
La muerte, la violencia y todo lo que daña a la persona no viene de Dios. Nuestra vocación es la vida, creemos en un Dios de vida y Dios quiere que el hombre viva. Desde una perspectiva de fe, reconocemos que muchos de los problemas que estamos padeciendo en la actualidad son porque no se respetan los mandamientos de Dios. Se roba, se difunden muchas mentiras, se deprecia la vida, se está dañando a la familia porque no se observan los mandamientos de Dios.
El desprecio por la vida manifestado en secuestros, asesinatos, extorsiones, amenazas, abortos, drogadicción y todo tipo de agresiones contra la vida, no existiría si se respetara el mandamiento de NO MATAR. Lo mismo podemos decir de las expresiones de la corrupción y la impunidad, que lejos de desterrarse, se mantiene ahora con nuevos rostros. Construir la paz es posible, debemos seguir caminando juntos, para superar el individualismo y la indiferencia. ¡Que en Cristo nuestra paz, México Tenga vida digna!