La humanidad inmersa y abstraída en la era digital se encamina hacia un humanismo dominado por la tecnología, capaz de alcanzar propiedades impredecibles para controlar la voluntad subyugada por el poder digital, capaz de tomar decisiones que someten y controlan la función cerebral, orientando o reorientando los deseos para inducir la conducta a través de la realidad virtual sistemática, tomando cada vez mayor influencia en la vida toda a través de las poderosas alianzas encadenadas entre los datos y los algoritmos que regulan ya a las instituciones, siendo que, el hombre se muestra o se descubre insuficiente, sujeto a un fenómeno potencialmente con penetración tal que se corre el riesgo de que sea totalitario.

La democracia se observa hasta ahora incapaz de contener el embate que ello representa, encontrándose sometida a la realidad virtual que le domina; las libertades se ven sustituidas por nuevos paradigmas que controla la inteligencia artificial.

En ello, destaca la incertidumbre, controlada por los impulsos del miedo, acompañada por y los malestares de la función del cerebro que somatiza al conjunto humano persona-sociedad en el comienzo del siglo XXI.

En esta imagen, todavía no se refleja la profundidad de las dimensiones proyectadas en esta vigorosa presencia de acontecimientos creados por el hombre mismo, que le dominan, adquiriendo volúmenes sin límites, presentando la desnudez y la fragilidad de la especie que se creía reinaba como un sólo ser todopoderoso en este habitad; especie depredadora sin entender lo que somos, se destruye a sí misma, despojándole esto de la condición humana, porque cuando se destruye el habitad, a sus semejantes  y a los recursos que permiten la subsistencia, se degrada en la irracionalidad de la autodestrucción, cometiendo crímenes contra sí mismo y la naturaleza toda. ¿En qué mente “racional, entendida”, cabe inmolar a esta fabulosa creación que es el planeta?

El mundo cabalga sobre la era digital hacia un nuevo estamento de resignificación del papel del ser humano, utilizando como eje central la tecnología, implicando interiorización que se desenvuelve remontando las claves que definieron la Ilustración filosófica del siglo XVII, que desarrollaron el concepto de libertad-modernidad.

El filósofo, teórico literario y sociólogo francés, Jean-Francois Lyotard, explicó a finales de los años setenta del siglo pasado, que la condición posmoderna era el final de las grandes narrativas que había interpretado el mundo dentro de un relato coherente de progreso y racionalidad, temas, que, abarcan la comunicación, el cuerpo humano, el arte moderno, la literatura, la crítica teórica, la música, el cine, el tiempo y la memoria, el espacio, la ciudad y el paisaje, lo sublime, y la relación entre estética y política. Siendo en ello donde su formulación revisa el impacto de la posmodernidad en la condición humana, ahora, avasallada por los algoritmos del Big Data, eje de interpretación del mundo por una visión cosmotecnológica, y, es, en este concepto del tiempo y la memoria en que el hombre -que no tanto humano-, ordena la existencia conforme a un antes y un después con base en un presente, un pasado y un futuro, donde el tiempo como fenómeno creado por el propio hombre, incide en las agrupaciones humanas, ocupando también su espacio de existencia-tiempo en reconstruir su historia e identificar qué ha hecho, y lo que ha hecho a la par de construir. Quizá destruirse, sea el instinto primario del hombre.

Estas experiencias de la posmodernidad se van descubriendo vertiginosamente, destacando el fracaso por la preservación de la vida. Dentro de las comunidades se extiende el punto más vulnerable que cohesiona a estás: lo político; viéndose legitimado por las sociedades abiertas que se encuentran en una profunda crisis de identidad, ya que la ciudadanía digital sustituye a la política tradicional democrática, alineando o allanando el camino hacia lo que el teórico cultural y urbanista francés, Paul Virilio, considera cómo la tecnología ha sido desarrollada en relación con la velocidad y el poder, describiéndola como “la política de lo peor”.

El 12 de marzo 1989, el científico británico de la computación Tim Bernes-Lee, creo la World Wide Web; y en diciembre de 1990, el protocolo HTTP entre un cliente y un servidor. En un manifiesto publicado en septiembre de 2018, Bernes-Lee, reconocía que: “a pesar de todo lo bueno que hemos conseguido, la Red se ha convertido en un motor de desigualdad y división bajo la influencia de poderosas fuerzas que la utilizan para sus propios fines oscuros”.

Sintácticas

De Jevs:

Cada quien con su historia, porque las historias describen lo que a cada uno le conviene.

No hay moral, no hay seriedad…lo que hay son impulsos de agobiante necesidad.

Del filósofo y matemático alemán Edmund Husserl (1859-1938):

Lo conveniente en tiempo impetuoso de la vida, el dispositivo más elemental es dar siempre un paso atrás.

De Peter Sloterdijk, filósofo alemán (1947):

Es un error presuponer que la gente te querrá por tus opiniones.

De Martin Heidegger (1889-1976), pensador y filósofo alemán más importante del siglo XX, en su destacada obra Ser y tiempo:

El hombre, es el único ente que vive su existencia como algo problemático, y no alcanza su esencia más que existiendo…El ente que somos se desgasta en lo común, se desgasta en una manada, en un colectivo…y se produce una deshumanización.

Gioachino Rossini. The Barber of Seville-Overture. Qatar Philharmonic Orchestra. Jacopo Sipari di Pescasseroli-Conductor: