El próximo 30 de agosto se regresará a las aulas en todo el país, después de un año y medio de pandemia. En Veracruz, lo harán los planteles educativos de 150 municipios, pero… ¿Estamos preparados para ello? ¿Cuáles son los principales desafíos?

En una entrevista por Zoom para AvcNoticias, el doctor Ernesto Treviño Ronzón, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana comentó los principales retos materiales, protocolarios y pedagógicos que enfrentarán estudiantes y profesores.

Asimismo, el investigador explicó el escenario complejo que enfrenta la educación en México, con escuelas precarizadas, protocolos de autoridades educativas poco claros, cientos de alumnos que no pudieron continuar con sus estudios y un claro rezago en la adquisición de conocimientos.

Necesitamos un diagnóstico: retos materiales

Antes de la pandemia, las escuelas en México enfrentaban condiciones de precarización. Se estima que 41 mil 423 escuelas primarias, secundarias y de bachillerato en México no tienen acceso a agua potable, y que 47 mil 566 planteles de estos niveles educativos no tienen infraestructura para el lavado de manos.

A esta deficiencia en servicios básicos que las escuelas han arrastrado por décadas, hay que agregar que los actos de vandalismo y el abandono por el confinamiento, profundizaron esos rezagos. Aunque hay una danza de cifras, el último reporte de la SEP informó que 10 mil escuelas en el país fueron vandalizadas en lo que va de la contingencia.

Sobre este rubro, el investigador puntualiza que por el momento no se cuenta con un diagnóstico adecuado, pues cada institución, sindicatos y autoridades escolares tienen sus propias cifras, lo cual impide “dimensionar la magnitud del daño”.

“Las condiciones materiales de los centros educativos, primero que nada se tienen que diagnosticar, porque una cosa es ir a chapear las escuelas y pintarlas, y otra cosa es ya ocuparlas para intentar aprender y convivir en ellas”.

Aunado a ello, el especialista en Políticas Educativas reconoció que hay escuelas que carecen de espacios suficientes para destinar a funciones como una zona de observación de probables casos de covid, como lo señalan los protocolos emitidos por la Secretaría de Educación.

Con relación al programa “Tequio en tu escuela”, el académico menciona que en México las comunidades educativas tienen una relación cercana con la escuela, y de hecho muchas no podrían existir sin el apoyo de los padres de familia y otros ciudadanos, sin embargo esto no puede usar como un “descargo del gobierno”, para evitar la rehabilitación de estos espacios educativos.

En el caso de Veracruz, que recientemente vive las consecuencias del paso del huracán Grace, el cual dejó afectaciones en por lo menos 3 mil escuelas en la zona norte, el académico consideró que las autoridades están obligadas a una rápida actuación.

“No podemos pedir a las comunidades que hagan frente a las necesidades de las escuelas, muchas se quedaron sin techo, tienen que ser rehechas”.

Las autoridades tienen que hacerse responsables de la salud de los alumnos: protocolos

Una polémica más en medio del debate sobre el regreso a las aulas fue la firma de una carta responsiva que tenían que firmar los tutores, sobre este tema Treviño Ronzón comenta ”a nivel constitucional, los padres son los responsables de cuidar la vida de sus hijos, eso ya está establecido con anterioridad, no necesitamos firmarlo” y añade que lo que desconcierta de esta determinación es el aparente “lavado de manos” de las autoridades con relación a la salud de los estudiantes.

Treviño Ronzón reconoce que se flexibilizó la postura al reconsiderar la firma de esta carta responsiva, sin embargo las autoridades de salud y educación, tanto federales como estatales, “tienen que asumir plena responsabilidad de la dimensión de cuidado y de salud de los niños. Los centros educativos tienen que ofrecer condiciones indiscutibles de seguridad por las características que tiene la pandemia”.

En cuestión de los protocolos, el investigador comenta que si bien hay un recordatorio constante de las medidas para protección de los estudiantes y docentes, como el lavado de manos, uso de cubrebocas o mantener la sana distancia, en cuenta a qué hacer cuando se presenta un contagio no son tan claros “ahí se hace referencia en que es la autoridad de salud la que tiene que intervenir”.

Treviño Ronzón pone como ejemplo los casos de algunos estados de Estados Unidos donde tuvieron que contratar personal de apoyo que se encargara del monitoreo y sanitización de los espacios, “porque si no a los profesores no les iba a dar la vida para atender a los estudiantes y al mismo tiempo hacerse cargo de mantener los protocolos. En México estamos lejos de una situación así”.

Estas dudas en cuanto a los protocolos, sumado a los crecientes contagios hacen legítima la incertidumbre de los padres de familia, no obstante comenta el investigador “no es que las personas no quieran regresar, me parece que hay un consenso en que es importante regresar a las escuelas, más bien el asunto aquí es si es el momento oportuno y si ya tenemos las condiciones adecuadas para volver”.

Además, agrega que es importante que todos asumamos que no va a ser masivo el retorno a las aulas, sino gradual, “lo más racional es que vayamos regresado de a pocos, si necesitamos reclamar la escuelas pero tenemos que ser poquitos, adecuarnos a funcionar, a convivir, a echar a andar los protocolos y ver cómo funcionan”. Esto implica un largo proceso de testeo en campo, no sólo las dos semanas que contempla el decreto de la SEP. “Necesitamos más tiempo para ello”.

No hay estrategias para los sectores vulnerables: retos pedagógicos

Treviño Ronzón explica que la preparación mental, técnica y pedagógica de los docentes y comunidades universitarias está muy lejos de estar listas para el regreso a las aulas. En ese tenor, el aprendizaje es el reto más importante “a la par de acondicionar espacios y los protocolos”.

Ante ello, el investigador considera que lo primero que debe hacerse es un diagnóstico del estado de los conocimientos de los estudiantes, tanto los que pudieron continuar por contar con dispositivos y acompañamiento, así como los que estuvieron intermitentes y los que tuvieron que dejar la escuela “no se pueden dar el lujo de no recuperarlos, hay que ver dónde están”.

Treviño Ronzón destaca que hasta el momento se encuentran con planteamientos generales, pero no hay orientaciones focalizadas en estos sectores vulnerables que requerirán estrategias de intervención y apoyo constante para revertir el rezago que pudiesen tener.

Con base en este diagnóstico entonces se tendrán que diseñar las estrategias de enseñanza-aprendizaje. El académico menciona que este tipo de instrumentos de evaluación diagnóstica se han visto en los niveles básicos, pero se necesita saber “qué se va a hacer con ellos. En el caso de los protocolos se propone un periodo diagnóstico de dos semanas, después recuperación de conocimientos fundamentales”.

Además, estos instrumentos tienen sus límites y deben contextualizarse, por lo que será vital el apoyo de los docentes, quienes conocen mejor las realidades educativas a las que se enfrentan diariamente, además de que requerirán de todo el apoyo técnico-pedagógico y de las autoridades educativas, pues hay que mencionar que muchos docentes se encuentran en situaciones de precariedad que dificultará que puedan hacer frente a las necesidades de sus alumnos.

Aprendizajes durante el confinamiento de año y medio de pandemia

Treviño Ronzón comenta que uno de los aprendizajes más importantes que ha dejado esta situación de pandemia es reconocer que “la escuela tiene un gran valor en nuestra sociedad. Una oportunidad que se abre es reocupar la escuela, no verla como un requisito, trámite de la vida, sino ocuparla como un espacio vital para la convivencia sana, la creatividad, el desarrollo de los niños”.

Asimismo, los profesores y autoridades revalorizaron el uso de tecnologías y evidenció la legitimidad de los reclamos de los docentes al no ser capacitados con miras a una sociedad. Sin embargo, también se evidenciaron las asimetrías, tanto en estudiantes como docentes, por lo que el acceso a tecnologías tendrá que ser un derecho ejercible

Finalmente, la participación de los padres de familia también fue algo positivo, que evidenció que los tutores “que no pueden dejar tan distante el involucrarse en el proceso formativo de sus hijos”. No obstante, con relación a las madres de familia, a las cargas domésticas se les sumó el acompañamiento escolar de sus hijos por lo que es un buen momento para reflexionar “cómo se reparten las tareas educativas en los hogares”, con perspectiva de género que abone a disminuir estas desigualdades.

AVC

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