“La delincuencia organizada se portó muy bien, dice AMLO” Yo

Cuando el PRI era gobierno y comenzó a perder posiciones, alcaldías y cargos de representación popular (diputaciones) tuvo que revisar lo que estaba haciendo mal.

El problema del tricolor era que muchos de sus representantes que ocupaban cargos dentro de la administración pública, les dio por meter la mano al cajón y disponer, para su peculio, de dinero público, además de implementar acciones que afectaban directamente a los ciudadanos, tales como cobrar mordida a cambio de un servicio que debiera ser gratuito, luego les dio por recibir comisiones por contratos, más tarde se volvieron prestadores de servicios a través de empresas que fundaron y pusieron a nombre de sus esposas, hermanos o hijos y vino lo más grave cuando se coludieron con miembros de la delincuencia organizada permitiéndoles el trasiego de droga rumbo a los Estados Unidos, a cambio de moches y hasta ahí llegaron porque los malandros no se conformaron con pagar cuotas a cambio de pasar los cargamentos de droga, se pusieron a vender el producto dentro de nuestro país, y se generó una escalada de violencia que dio origen a la sanguinaria guerra por las plazas.

El pueblo, que nunca ha sido tonto, aunque muy noble, en los primeros malos pasos que dio el partido con el que se identificaban, por ser el único, se empezó a organizar y y ahí surgieron otros partidos políticos, como el de Acción Nacional o el Comunista Mexicano, que se metieron en las contiendas electorales a competir contra un partido en periodo de descomposición.

Para los mexicanos afectados por las medidas corruptas que asumían sus funcionarios, los priistas en el poder, y viendo el peligro que se empezaba a extender por todo el territorio por las acciones violentas de la delincuencia organizada ligada a los hombres del poder, decidieron dejar de apoyar a los candidatos del partido culpable de la situación. Primero un alto porcentaje de mexicanos dejaron de acudir a las urnas (el abstencionismo), luego ante el hartazgo contra el PRI comenzaron a engrosar las filas de otros partidos, como militantes o simpatizantes, minando con esto el poder absoluto que mantenía el tricolor.

Ahí fue cuando los priistas vieron los primeros focos amarillos y decidieron tomar medidas para no perder el poder en el menor tiempo, lo que significaba alejarse de la abundancia, de las grandes fortunas que acumulaban, de la vida de millonarios que podían darse gracias al poder.

Y se inició la era de la compra del voto.

En las campañas aparecieron los regalitos para los asistentes: gorras, playeras, bolsas, sombrillas, camisetas, todo con el logotipo y color del partido y la leyenda “vota por…”

También aparecieron los llamados “operadores electorales” que no eran otra cosa que militantes priistas a los que entregaban fuertes sumas de dinero en efectivo para que lo dispersaran entre los votantes, y lo hacían por grupos; los taxistas, los boleros, los conductores de camiones del transporte público, los trabajadores de los mercados, los vagos que a cambio de un billetito para las caguamas vota por el candidato que le digan, los líderes campesinos y así, el día de la elección el asunto estaba ganado. Los representantes de casillas también recibían su estímulo partidista para que al retacarse las urnas de votos priistas no los vieran y los procesos electorales se corrompieron. De esta manera el priismo logró mantenerse años más en el poder hasta que llegó un hombre con apariencia de muy bragado, venía haciendo méritos para ganar la candidatura presidencial por el PAN, exacto Vicente Fox Quesada, quien acuñó una frase con la cual las dádivas del PRI valieron queso, les decía a los ciudadanos que acudían a sus mítines “toma lo que te dan, pero vota por el PAN”, y explicaba que el origen del dinero con el que compraba el PRI sus obsequios era del gobierno, o sea de los impuestos de los mexicanos.

De Vicente Fox a López Obrador

El político guanajuatense, Vicente Fox, que se desempeñó primero como Gobernador de su estado y luego diputado federal por su partido, el PAN, fue quien echó al PRI de Los Pinos, con la promesa que hizo a los votantes en campaña, de acabar con la corrupción y meter a la cárcel a los peces gordos de la corrupción.

Con un estilo populachero el ex trabajador de la Coca-Cola, pasó de noche por la presidencia del país, no hizo realmente nada mas que acumular una gran fortuna y permitir que sus hijos y los de su segunda esposa Martha Sahagún, salieran también con las alforjas repletas de billetes. Fox le heredó a Felipe Calderón Hinojosa la Presidencia, y éste hizo lo mismo que los prtiistas y los foxistas en campaña, regalar y regalar propaganda, afinó los mecanismos de mapacheo a la hora de una elección pero cometió un grave error: saco al Ejército a las calles y el país se baño en sangre además de que altos mandos castrenses se coludieron con los más importantes miembros de las bandas de la delincuencia organizada.

El pueblo que no es tonto, insisto, aplicó un voto de castigo a los panistas que lo traicionaron y permitieron el regreso del PRI al poder con Enrique Peña Nieto.

De regreso en el poder, los priistas que agarraron cargo público o que se convirtieron en gobernadores en ese periodo pensaron o creyeron que habían regresado al pasado de corrupción e impunidad o que eran necesarios para gobernar el país y que se vuelven a aplicar en el arte de saquear.

Este nuevo priismo, el de Peña Nieto sacó algunas novedades, como el de la creación de empresas fantasma a través de las cuales se robaron miles de millones de pesos; se dedicaron a dilapidar el capital político que el pueblo les había devuelto, se coludieron con la delincuencias organizada y nos dejaron a expensas de ellos. Con Peña Nieto se impuso el cobro del “derecho de piso”, los secuestros y las desapariciones se multiplicaron y los mexicanos vivimos momentos de terror ante tantos hechos violentos que nos tocó vivir. Balaceras, ejecuciones callejeras, aparecieron las fosas clandestinas y todo fue un desastre, tanto que se formó una corriente de repulsión hacia el priismo que encabezaba Peña Nieto, lo cual capitalizó Andrés Manuel López Obrador, metiéndose en el ánimo ciudadano con su Movimiento de Regeneración Nacional.

¿No que eran distintos?

Llegó López Obrador al poder, tras un pacto que signó con los priistas en el poder incluyendo las bandas de la delincuencia organizada, comenzó a gobernar prometiendo que en su gobierno primero estaban los pobres y desplegó un operativo en todo el país para repartir dinero en efectivo mediante “programas sociales”. Dinero para los “ninis”, dinero para los que no tienen trabajo, dinero para los adultos mayores (bien justificado), dinero para los estudiantes y dinero para casi todos los sectores, esta acción la usan en la primera elección los candidatos de Morena para advertir a los ciudadanos “si no votas por Morena” y gana la elección otro partido ese dinero te lo van a retirar, tu sabes, y los miserables se espantan.

El nepotismo surge como nunca antes y las oficinas públicas se llenan de familiares de los titulares, a cambio son corridos sin causa justificada miles de trabajadores, la consecuencia es que el trabajo se retrasa, la improvisación sale a relucir, las cosas se hacen mal y todo es un verdadero desmadre. Por lo que hace a la corrupción las cosas no cambian quien quiere dar servicio con su empresita al nuevo gobierno tiene que pagar un ¡treinta por ciento!, de comisión, los contratos a las empresas son entregados de manera directa y la corrupción oficial se dispara a niveles catastróficos.

La violencia aumenta, los feminicidios aumentan, los secuestros también y los delitos en general se apoderan del estado y es que la línea presidencial es “no tocar a los delincuentes”.

No hay obras, no hay servicios, viene la pandemia y es mal atendida, las medicinas escasean, y el estado entra en una ingobernabilidad que aunque no quieren aceptar; con hacer un recuento de los delitos y los crímenes que se han quedado sin esclarecer y que se siguen cometiendo es suficiente para probarlo.

Cuando viene la elección intermedia, la del pasado domingo seis, más del 52 por ciento de los votantes salen de sus casas para depositar su voto de castigo en contra de este mal gobierno, pero cuando comienzan a salir los resultados todos nos sorprendemos porque Morena, en todos los municipios y todos los distritos aparece con miles y miles de votos a favor de sus candidatos en un acto de elección de estado con la complicidad del OPLE que permitió las irregularidades. Hoy no tenemos una casilla donde no aparezcan boletas con más votos que el número de votantes del padrón, por eso es que se proclamaron triunfadores, alteraron las actas para hacer ganar, a güevo, a los candidatos de Morena.

Hay que ver las protestas que se están dando afuera de las oficinas del Consejo del Organismo Público Local Electoral (OPLE) de decenas de municipios, de ciudadanos y candidatos inconformes con el resultado de esta violentada elección. Por eso les decimos: no ganaron, se robaron la elección, los veracruzanos nos dimos cuenta, se pasaron de tramposos y cayeron en el cinismo y la exageración. ¿Cuántas veces consideran que lo podrán repetir?… Ni una más.

Reflexión

El empresario interesado en el negocio de los parquímetros, que dice el alcalde Hipólito Rodríguez Herrero se instalarán en las calles de Xalapa, ya le dio un adelanto, de ahí la seguridad de Polito de que los pondrá a como de lugar. Lo que debe preguntar el atarantado y voraz alcalde es si con la aprobación de el cabildo es suficiente para ponerlos.

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