Don Alejandro luce cansado en la amplia cama donde se encuentra recostado desde hace días recuperándose de las secuelas que le ha dejado el COVID-19 después de padecerlo .
A pesar de eso, su ánimo es inquebrantable y accede a platicar por más de una hora su amarga experiencia después de convivir con el virus y luchar de manera ardua para sobrevivir bajo las peores condiciones y siempre con la incertidumbre de estar lejos de los seres queridos internado en un hospital.
En sus piernas se notan los más de 12 kilogramos que ha bajado desde hace más de 40 días que le hicieron su prueba y que salió positiva: “…Todavía cuando comencé a sentirme mal, pude salir y hacer 5 kilómetros en bicicleta.. los últimos que pudieron haber sido”- comenta con un poco de pesar, luego de recordar que unos días después fue internado en el hospital y pasó ahí más de un mes sin tener contacto con el mundo exterior salvo mensajes esporádicos con su familia y un par de cartas con sus hijos que le permitieron ingresar y donde ellos les expresaron su gran cariño y las enormes ganas de volver a abrazarlo y verlo bien, fuerte, jovial y fiestero como ellos lo tienen en mente.
El dolor físico es impresionante e inesperado, pero nada supera el cansancio mental de pasar horas sin poder respirar y en un aislamiento desesperante.
“Yo te puedo decir que desgraciadamente, de los 14 que compartíamos espacio internados por COVID, yo ví morir a 10… y eso duele y te pesa.
Hoy, en casa, don Alejandro, un hombre de más de 60 años comienza su día haciendo algunos ejercicios físicos como :bajar escaleras lentamente, inflar globos y soplar dentro de una botella para restablecer un poco de ese 90% de sus pulmones que quedaron prácticamente inservibles después de padecer la enfermedad.
Algo importante: No esta sólo.
Su familia estuvo desde el inicio entregada en cuerpo y alma a sus cuidados, tratando de darle siempre las mejores condiciones y respaldando las difíciles decisiones que como familia se deben tomar en épocas complicadas e inciertas como lo es el padecimiento de esta enfermedad.
En un futuro, don Alejandro sabe que el miedo no se va a disipar. Sus ojos se nublan al pensar en el futuro e irremediablemente recordar los difíciles momentos en el hospital donde en varias ocasiones estuvo a nada de perder la batalla, pero se anima a seguir adelante y junto a su familia seguir en esta doble lucha de los sobrevivientes, donde seguro ganará de nuevo.
AVC/Héctor Quintanar