Las afectaciones de la pandemia por Coronavirus en el mundo son a la salud de la humanidad, pero el impacto a la economía es de niveles históricos. Muchos países han optado por estrategias de estímulo directo a su ciudadanía, condonaciones o esquemas de impuestos diferidos, igualmente los servicios públicos como energía han sido adaptados en sus pagos para que los consumidores no comprometan sus finanzas ante la situación de muerte o pobreza que acecha al planeta.
El lunes pasado fue aprobado un plan de apoyo por 900 mil millones aprobado por el Congreso, dentro de sus características incluye la entrega de cheques por cada niño y adulto que pertenezcan a hogares vulnerables, 25 mil millones de apoyo a vivienda y un subsidio para desempleados.
Deseamos profundamente que la información se refiriera a nuestro país, pero se trata de cifras en dólares, se trata del Congreso de los Estados Unidos y una acción más de su gobierno para apoyar a quienes han sido afectados por el Coronavirus en lo económico; en México el panorama es gris para los negocios, chicos y grandes, porque nos hemos quedado atrás y cada día que pasa vemos que nuestro gobierno federal, al menos su líder supremo y sus pastores, viven o ven la realidad a su conveniencia.
¿Primero los pobres? Efectivamente, son los que más han muerto, un grupo de riesgo en el que comorbilidad es vivir en la marginación, sin acceso a servicios básicos, sin un ingreso regular; son los oprimidos por el neoliberalismo que han servido como discurso de campaña para ganar el voto de manera engañosa; basta con darse una vuelta, incluso, por las zonas urbanas y seguir viendo a mujeres, hombres y niños, extender la mano junto a la puerta del auto para pedir una moneda. El apoyo para los desempleados estadounidenses será de 300 dólares semanales, poquito menos de 6 mil pesos, que en un mes sumarían casi 24 mil, una suma que un asalariado de clase medio no alcanza en el México de la transformación.
Lo que el gobierno de la 4T no entiende, es que apoyar al sector empresarial es dar oxígeno a la economía, certeza general a empleadas y empleados que dependen de la estabilidad del negocio donde laboren; las mismas organizaciones del sector han dado alternativas y estructurando planes que el gobierno no acaba de entender y mucho menos de aplicar. CANACO y COPARPEX, después de la última declaratoria de semáforo rojo en Ciudad de México, han solicitado al gobierno que los escuche y que se ponga en marcha la figura del “salario solidario”, a lo que el gobierno de la CDMX ha respondido con un plan de apoyo que contrasta con lo que no se hace desde el gobierno federal.
Y como AMLO ha repetido la cantaleta de que “no habrá más fobaproas”, pues sus lacayos piensan que cualquier apoyo a la iniciativa privada sería corrupción.
Mientras, nos quedamos con las ganas de saber dónde están los 1.5 billones de pesos que acaba de presumir El Mesías tabasqueño, yo creo que es razonable que ese “logro” de su gobierno se transparente y sirva hoy, ahora mismo, para dar seguridad a miles de mexicanas y mexicanos que han perdido todo o mucho por la emergencia económica.