El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación.
Otto Von Bismarck
Hemos escuchado, de quienes hoy no son parte de la corriente morenista, que se necesita una oposición verdadera para hacer contrapeso al poder casi totalitario de Andrés Manuel López Obrador; porque pocas son ya las instituciones que verdaderamente desarrollan su función en la objetividad y autonomía, salvo la Suprema Corte de Justicia de la Nación y contados casos honrosos.
El escenario político que enfrentarán los partidos en nuestro país para las elecciones 2021 es único, por la pandemia de Coronavirus, y por la dimensión de proceso de renovación de funcionarias y funcionarios a nivel nacional. 95 millones de mexicanas y mexicanos serán llamados a votar el 6 de junio del 2021 para elegir 500 diputados federales, 15 gobernaturas, 1.063 diputados de 30 congresos locales y 1.926 ayuntamientos en 30 estados.
En Veracruz se dimensiona una elección igual de grande, en ciertos sentidos; pero a como se ve hasta hoy el trabajo de la oposición, parece que será un proceso chiquito. Primero hay que considerar la limitante de afrontar una campaña electoral con las condicionantes obligadas de una emrgencia sanitaria, el distanciamiento social, la prohibición de eventos masivos; lo segundo es, bajo ese contexto, poder generar mecanismos de contacto y trabajo alternativos dentro de las instituciones políticas y con la ciudadanía. En el caso de los partidos “viejos” les salva tener una estructura, gastadona pero que ahí está; sumado a las mañas y experiencia de sus dirigentes. El reto mayor, además de otros, es para los partidos “nuevos”.
En el poco tiempo, después de obtener su registro oficial, leemos y escuchamos los mismos lugares comunes en el discurso de la nueva oposición, la que se supone es una alternativa distinta a los partidos históricos y MORENA con lo que hoy significa. La realidad es que las probelmáticas y urgencias del país, y el estado, son las mismas desde hace años, esos grandes temas no cambian; lo que debería cambiar y hacer la diferencia son las propuestas y perspectivas de esos asuntos de parte de quienes quieren la confianza de la ciudadanía, un confianza que se refleje en el voto para ponerlos al frente de gobiernos y representándolos para mejorar el rumbo de todas y todos.
De verdad, es vergonzoso darse cuenta el poco interés por comunicar eficientemente, ante las limitantes sociales que ya hemos mencionado; basta con asomarse a las redes sociales de esas instituciones y encontrar faltas de ortografía, discursos vacíos, repetitivos, sin alrternativas y usando la vieja trampa de criticar el pasado. Pero eso es el puro cascarón, preocupa en realidad que esos detallitos generan la precepción de poca seriedad e interés por un proyecto sólido, profundo, con una estrategia y planeación. Parecen no saber dónde están parados, les van a comer el mandado y las consecuencias serán para las y los electores.
Hacer política hoy no es lo mismo, ni siquiera a hacerlo como hace un año, mucho menos hacer gobierno y servir a la gente; autolegitimarse como oposición solamente por llevar la contraria es engañarse ellos mismos y engañar a una sociedad que está harta de palabrería. Mientras se encanchan en sus oficinas, otras corrientes, más los morenos que hoy son gobierno, ya se están moviendo buscando el voto a como puedan.
Estamos lejos de poder hacer campaña de manera convencional, por los riesgos que representa para la salud, hoy toma gran importancia aplicar esquemas de comunicación precisos y realistas, no bandazos y ocurrencias, de esas maromas tenemos suficiente todos los días desde Palacio Nacional. Urge una oposición que construya y unifique, que represente seriedad, compromiso, empatía y profesionalismo; no improvisados como los que sobran en las nóminas del gobierno. Es lo menos que merece la sociedad.
Entonces ¿son o no son alternativa los nuevos partidos en Veracruz?