Ya sin gobernador en funciones surgido de las filas priistas, la decisión para designar al sucesor de Amadeo Flores Espinosa en la presidencia del CDE del PRI se tomó directamente en la dirigencia nacional del partido tricolor pero en consenso con la Secretaría de Gobernación, desde donde habrían coincidido en marcar una clara distancia con los grupos de los ex gobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, a cuyo descrédito y repudio popular le atribuyen el desastre electoral del año pasado, colocando en desventaja al Revolucionario Institucional para la sucesión estatal y presidencial de 2018.
A ello se atribuye, al parecer, que no hayan cuajado las candidaturas de Silvio Lagos Galindo, Carlos Aceves Amezcua y Éricka Ayala. El primero, ex director de Rescate de Espacios Públicos de la SEDATU, era impulsado por el senador Pepe Yunes Zorrilla pero estuvo ligado en el sexenio antepasado con la familia Herrera-Borunda, que del área jurídica del Sistema Estatal del DIF lo promovió a la secretaría general de la CNOP del estado y luego a la diputación federal por el distrito rural de Xalapa. El de Lagos fue el mismo caso de Aceves, quien a pesar de su cercano parentesco con Carlos Aceves del Olmo, dirigente nacional de la CTM, no ha podido quitarse el estigma de su vínculo con la misma familia ex gobernante, que también lo incubó en el DIF y después lo proyectó para una diputación local. Con Duarte, el sobrino del líder cetemista fungió como director del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz, lo que habría sido su talón de Aquiles ante la vengativa administración panista; situación similar a la de Ayala, lideresa del sindicato de trabajadores del COBAEV, quien tenía el respaldo de los diputados federales Jorge Carvallo Delfín y Erick Lagos Hernández, ambos ex secretarios particulares de Herrera Beltrán y ex colaboradores de Duarte de Ochoa.
Por eso no fue casual que en la víspera de la asunción de Renato Alarcón a la dirigencia priista se difundiera una denuncia en su contra por presunto proselitismo como delegado estatal del ISSSTE; que se divulgara una fallida convocatoria para que la militancia protestara la mañana de este domingo por su “imposición”, y que el ex subsecretario de Gobierno, Marlon Ramírez Marín, otro aspirante al CDE del PRI muy cercano a Carvallo y a Herrera Beltrán, amagara el sábado en un desayuno con algunos líderes y correligionarios de la Cuenca del Papaloapan y de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río que podría haber desbandada de las filas partidistas si se concretaba el “albazo” inducido desde el centro del país, no obstante que se acababa de reunir en privado con Alarcón y Ayala, con quienes se tomó la foto muy sonriente.
Quienes lo conocen, saben que Ramírez Marín no es de fiar. En la elección federal de 2015 se hizo cargo en el distrito del puerto de Veracruz de la campaña de Anilú Ingram, actual delegada estatal de la SEDESOL, quien fue derrotada pese a que contendió contra una débil candidata del PAN que prácticamente no hizo proselitismo. A mediados de junio, el gobernador Duarte declaró que Ingram había sido víctima de “traiciones internas”, de quienes aspiraban a contender en 2017 por la alcaldía porteña. “Gente del mismo equipo le metió el pie para bajarla, sin embargo, al hacer eso también se dieron un tiro en la pierna”, expresó en esa ocasión el mandatario priista. Marlon le presentó su renuncia.
Por esa razón es que el ex subsecretario de Gobierno duartista difícilmente iba a llegar a la dirigencia estatal del PRI, pues supuestamente la delegada de la Sedesol en Veracruz tiene comunicación directa con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Por su lado, Renato Alarcón también mantiene desde hace tres sexenios una estrecha amistad con Roberto Campa Cifrián, uno de los principales operadores políticos del presidenciable titular de la SEGOB, ya que el ex candidato presidencial del PANAL inició como subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana y luego, en 2015, pasó a la Subsecretaría de Derechos Humanos en sustitución de Lía Limón, que fue promovida por Osorio al Congreso de la Unión como diputada plurinominal.
Precisamente para impedir que el CDE del PRI quedara en manos de ex colaboradores de Duarte y de Herrera Beltrán –quien acaba de entregar el Consulado de México en Barcelona y anunció que retornaría a Veracruz para hacer “política interna” y dar la cara ante las denuncias que el gobernador panista Miguel Ángel Yunes ha hecho en su contra–, la dirigencia nacional del tricolor y la SEGOB habrían maniobrado para que los senadores Héctor y Pepe Yunes, quienes aspiran a la gubernatura de 2018, acordaran apoyar al delegado del ISSSTE como dirigente interino, pues como expresó ayer la delegada del Comité Ejecutivo Nacional, Lorena Martínez, en la auscultación que realizó muchos coincidieron en que era el más indicado para la dirigencia por tener “las manos limpias”.
Para ello, ambos legisladores habrían convenido repartirse las coordinaciones regionales y distritales del partido en la entidad que deberán operar la selección de candidatos a las 212 alcaldías de Veracruz, lo que se concretó antes de la asunción de Alarcón entre la delegada del CEN del PRI y la ex senadora Silvia Domínguez López y el ex alcalde de Alto Lucero, Armando Reyes Moctezuma, la primera con la representación de Yunes Landa y el segundo como emisario de Yunes Zorrilla, a quien, por cierto, no se le vio muy efusivo en la ceremonia de toma de protesta de Renato.
De ahí que la gran interrogante es si el senador nativo de Perote ahora sí va a cumplir cabalmente su palabra de respaldar con todo a la dirigencia del ex delegado estatal del ISSSTE o si, otra vez, él y su grupo van a simular un “apoyo” como el que no se vio ni se sintió en la reciente campaña del fracasado ex candidato del PRI a la gubernatura.