Según el ranking de las mejores universidades de México 2016 publicada el 28 de julio pasado por el diario El Economista, la Universidad Veracruzana pasó del lugar 15 al número 12 entre las mejores instituciones de educación superior del país. Este ranking la coloca en el nivel de la Iberoamericana o el ITAM.
Es cierto, aún guarda distancia con las universidades públicas mejor calificadas como la UNAM –nuestra Máxima Casa de Estudios-, el Politécnico, la Autónoma Metropolitana, la Autónoma de Nuevo León, la Universidad de Guadalajara y Chapingo. Es decir, es la segunda mejor universidad pública del país que no esté asentada en una gran metrópoli.
En el último año, la Universidad Veracruzana tuvo una gran mejora en su matrícula de programas de calidad, en sus programas de posgrado, en la calidad docente y la acreditación de 19 programas educativos del área académica técnica.
Actualmente, el conjunto de programas que ofrece la UV le sitúa en la de mayor diversificación de su oferta educativa, atendiendo a 62 mil 770 estudiantes inscritos en 314 programas: 174 de licenciatura, 132 de posgrado y ocho de Técnico Superior Universitario; sumados a ellos se cuentan 15 mil 871 estudiantes inscritos en programas de educación no formal, haciendo una matrícula total de 78 mil 641 estudiantes, 55 por ciento hombres y 45 por ciento mujeres.
Estas son sólo algunas de las cifras más relevantes que dio a conocer ayer la rectora Sara Ladrón de Guevara durante su informe de actividades. Sin embargo, frente a los logros alcanzados en una de las etapas más complejas de nuestra Casa de Estudios, Sara no se resistió a la tentación de destacar más los logros políticos que los académicos.
Al término del evento, la propia Universidad planteó las prioridades del mensaje de la rectora: “Constituimos una comunidad que ha demostrado que no se rinde… Fuimos probados y estamos saliendo airosos”. “Sara Ladrón de Guevara aseguró que la Universidad ‘no es moneda de cambio ni para mí ni para nadie… La UV no se vende’”. El Consejo responde con ovación. “Por su lucha, por la radicación de recursos federales, por sus resultados, la UV se ve hoy como un ejemplo a seguir, dijo”.
Y de la investigación? Y del intercambio académico? Los logros deportivos? De eso, muy poco.
A pesar de lo relevante del informe, es evidente que la rectora ha privilegiado la renta política obtenida de su desencuentro con el gobernador Javier Duarte. Así, decidió recorrer el pantanoso camino de la alegoría del heroico sacrificio, refiriendo frases como “el campesino que ve que la milpa aguantó las inclemencias del tiempo”, o que la Universidad –aunque en la intimidad pensaba en ella misma- “no se rinde ante el poder”.
Creo que lo que Sara quiso decir es que pese a la crisis económica, producto del millonario adeudo del gobierno estatal -éste alcanza los dos mil 388.2 millones de pesos al 31 de agosto; la deuda total respecto al periodo anterior se ha incrementado en 16 por ciento-, la Universidad Veracruzana ha logrado cumplir con su compromiso de educar a generaciones de jóvenes veracruzanos, quienes tiene fincado todo su futuro en las aulas.
Me parece un error de cálculo diluir los logros alcanzados, en aras de fortalecer una imagen unipersonal de poder político. El propósito de la Universidad no es enfrentar al poderoso, ni rechazar o aclararle a su comunidad que frente a la oportunidad personal para medrar, no lo ha hecho. Creo que la rectora ha prestado demasiada atención a sus colaboradores que gustan decir lo que ella quiere escuchar.
Tampoco hubiera venido mal un poco de autocrítica. De todos modos, me da mucho gusto que la Universidad no se haya estancado; que avance entre las mejores del país; que en cada generación de egresados se renueve la posibilidad de sacar a nuestro estado adelante. Y que eso se deba en gran parte al trabajo de Sara Ladrón de Guevara.
La del estribo…
Quien lo iba a decir. Los ministros de la iglesia podrían ir a tribunales por su activismo electoral y no por los delitos cometidos en la más infame calaña, muchos ya reconocidos por la propia jerarquía católica. Así son las cosas.