El presente proceso electoral veracruzano, que aún no termina, no sólo pasará a la historia como el primero que registra una victoria de un partido político diferente al Revolucionario Institucional en la entidad; también es el primero en que se elige a un congreso en que la mayoría de los diputados no saldrán del tricolor; de hecho, la suma de los próximos legisladores de PAN, PRD y Morena es suficiente para avasallar a los priistas.
En la próxima Legislatura del Estado, el PRI tendrá sólo 9 diputados, más los que logre colocar por representación proporcional; en todo caso, se tratará de una bancada más bien discreta, paupérrima si se considera que el congreso veracruzano tiene 50 legisladores.
Esa escasa representación priista en la Cámara de Diputados es acorde con el resultado de un partido que fue castigado por los ciudadanos con el sufragio en contra.
En las urnas, los veracruzanos dieron la espalda a un partido que en el ámbito nacional también fue derrotado de forma estrepitosa, ya que únicamente obtuvo cinco triunfos de doce posibles en los comicios para elegir gobernadores.
En cuanto a la composición del próximo Congreso, a reserva de lo que digan los tribunales, Acción Nacional, aunque no tendrá mayoría absoluta, se erigirá como la primera minoría, el partido con el mayor número de legisladores locales, aún sin alcanzar el 50 por ciento más uno de las curules.
Los resultados de la alianza PAN-PRD en los distritos de Tuxpan, Poza Rica, Martínez de la Torre, Coatepec, Emiliano Zapata, Veracruz I, Veracruz II, Boca del Río, Medellín, Huatusco, Zongolica, Cosamaloapan y Santiago Tuxtla, ubican a la suma de dichos partidos como la fuerza política preponderante en la entidad, sobre todo porque al control del poder Ejecutivo se sumará el predominio en el Congreso.
El problema es que no hay alianza eterna; metafóricamente, la coalición PAN-PRD no es un matrimonio hasta que la muerte los separe; así las cosas, de la habilidad del próximo gobernador, Miguel Ángel Yunes, por mantener unidas a esas dos fuerzas ideológicamente antagónicas, enfrentadas, distantes, dependerá el proyecto rumbo a 2017, cuando se elegirá a los nuevos ayuntamientos veracruzanos y, sobre todo, a 2018, cuando se votará por presidente de la República, senadores, diputados federales, gobernador del estado y diputados locales otra vez.
HYL, el priista menos votado; MAY, el ganador con menos votos
Por cierto, entre los resultados del pasado domingo llaman la atención dos datos: primero, que el candidato de la alianza “Para Mejorar Veracruz”, Héctor Yunes Landa, es el priista que menos votos ha obtenido, en los últimos 36 años, en una elección para gobernador de Veracruz; segundo, que el panista Miguel Ángel Yunes Linares será el gobernador que llegue al cargo con el menor número de sufragios y con el menor porcentaje de los votos emitidos.
Hasta este momento, cuando todavía no termina el conteo (va el 96.32 por ciento de las actas computadas), el candidato de la coalición integrada por PAN y PRD, Miguel Ángel Yunes, lleva 945 mil sufragios, 34.4 por ciento de la votación total; el priista Héctor Yunes, 839 mil, 30.53 por ciento; mientras que el abanderado de Morena, Cuitláhuac García, cosechó 721 mil votos, 26.25 por ciento.
No existe un antecedente de un candidato del PRI que haya obtenido esa votación, ni de un candidato electo con tan bajo porcentaje.
Hasta 1980, el récord de la más alta votación era de don Agustín Acosta Lagunes, quien llegó al cargo con el respaldo de un millón 240 mil votos, 95.2 por ciento del total; eran otros tiempos, cuando ser candidato del PRI aseguraba llegar al cargo prácticamente sin oposición.
Lo mismo ocurrió seis años después, en 1986: don Fernando Gutiérrez Barrios tuvo un millón 357 mil, 85.9 por ciento del total, sin que ningún candidato después haya superado esa marca.
En 1992, Patricio Chirinos logró 997 mil votos, 69.7 por ciento; esa fue la primera contienda en que se observó a una oposición con cierto nivel en cuando al resultado: el extinto perredista Heberto Castillo tuvo 213 mil, 14.9 por ciento; en tanto que el candidato del desaparecido Partido Popular Socialista, Helí Herrera, llegó a 100 mil 500 votos, 7 por ciento.
En la elección de 1998, el abanderado del PRI, Miguel Alemán Velasco, consiguió 943 mil, 49 por ciento, superando a Luis Pazos, del blanquiazul, quien llegó a 522 mil, 27.1 por ciento.
En la siguiente, 2004, Fidel Herrera, también del PRI, alcanzó 971 mil, 35 por ciento, siendo, hasta ese año, el candidato del tricolor con la menor cosecha y el menor porcentaje en cinco lustros; en esa contienda, el panista Gerardo Buganza tuvo 936 mil votos, 33.7 por ciento.
En 2010, el abanderado del PRI, Javier Duarte, cosechó 1 millón 356 mil, 43.54 por ciento, y se quedó a mil votos de la marca de Gutiérrez Barrios. El entonces candidato del PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, 1 millón 277 mil, 40.99 por ciento.
Seis años más tarde, ya en 2016, los números preliminares nos dicen que Yunes Landa tiene la votación más baja para el PRI en los últimos 36 años, mientras Yunes Linares registra casi 300 mil votos menos que en su anterior participación.