A dos meses y medio de las elecciones intermedias del 7 de junio –claves, estratégicas y referéndum del gobierno en turno–, el repudio al partido en el gobierno, el PRI, alcanza niveles históricos: 44 de cada 100 ciudadanos rechazan al priismo (según Consulta Mitofksy).
El rechazo al PRI no es gratuito y sí, en cambio, explicable y justificable:
Son las consecuencias de los escándalos en torno al poder presidencial: Casa Blanca, Grupo Higa, Malinalco, la grave situación económica de arcas quebradas en Veracruz, más lo que se acumule.
Son las consecuencias del pésimo manejo que se le dio a la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa. No solamente fue la respuesta tardía del gobierno, que apareció diez días después para hablar públicamente del tema; fue la manera como se abordó el episodio. “Los estudiantes que resultaron afectados… ”, dijo el Presidente. No, señor. Nada de “afectados”, como si los hubiera agarrado la lluvia o se les hubiera ponchado una llanta.
A los ayotzinapos los persiguieron, los mataron, desollaron a uno, los quemaron y los desaparecieron. Eso fue lo que les ocurrió. Y no se puede resolver un problema si, de entrada, no se entiende. Así, el gobierno peñista pretendió ignorar, primero, el episodio; luego, lo soslayó; después, cuando ya lo tenía encima, lo trató de encapsular. ¿El resultado? Ante la opinión pública, el gobierno perdió esta batalla.
Son las consecuencias de una forma corrupta de manejar la economía. Veamos las cifras, el dato duro, irrebatible, frío: en 2012, último año de Calderón, se entregó una economía con crecimiento de 3.9%; en 2013 –primero de Peña Nieto– se desplomó: sólo alcanzó 1.1 por ciento. ¿Qué pasó durante el primer año de gobierno peñista? Lo de siempre con el priismo: las finanzas se politizaron y allí están los resultados. El crecimiento promedio durante la primera mitad del sexenio será de 1.6 por ciento. Mediocre. Gracias, Reforma Fiscal.
Son las consecuencias de enfrentar al crimen organizado más con saliva y discursos que con estrategias y efectividad. La violencia continúa galopante y las ejecuciones no cesan. El crimen organizado se repone a pesar de capturas de altos jefes del narcotráfico: el Chapo, la Tuta, y otros más. ¿Qué ocurre? Que a pesar de las detenciones espectaculares, se mantiene intacto el poderío financiero de los cárteles de la droga.
Por eso, el ciudadano afectado por tanta torpeza de sus gobernantes rechaza al PRI.