El rector de la Universidad Veracruzana, Martín Aguilar Sánchez, no puede reelegirse al menos por tres razones.

En principio, no cuenta con la capacidad ni el perfil académico, por lo que ha tirado por la borda el prestigio y la calidad en la enseñanza de nuestra universidad; ha entregado la autonomía a los intereses políticos del gobierno en turno; y lo más grave, al no cumplir con los requisitos que exige la ley, pretende cometer un atraco.

El primer caso es lamentable. La calidad académica de la Universidad está en caída libre. Durante el gris rectorado de Martín Aguilar Sánchez, la UV se desplomó en el ranking de las mejores universidades e instituciones de educación superior de América Latina.

No sólo ha salido del top ten a nivel nacional, sino que a nivel Latinoamérica también hemos salido del grupo de las 100 mejores universidades, posiciones de privilegio que se alcanzaron durante los rectorados de Víctor Arredondo, Raúl Arias y Sara Ladrón de Guevara.

Conforme a la clasificación 2025 realizada por QS Rankings (QS World University Ranking), en el último año la UV salió del top 100 de las universidades de América Latina para llegar hasta la posición 142. A este paso, nuestra única competencia será con las universidades del bienestar.

El segundo impedimento es que se ha convertido en un amanuense del gobierno estatal, entregando la autonomía de la Universidad con tal de alcanzar su reelección.

Nuevamente, el gobierno y la mayoría de Morena en el congreso del estado negaron a la Universidad Veracruzana el derecho que le corresponde de obtener el 4% del presupuesto del estado establecido en el Artículo 10 de la Constitución Local.

La Universidad Veracruzana tiene graves rezagos en educación, en investigación y en infraestructura, así como una creciente demanda de servicios y de aumento en su matrícula.

Sin embargo, Aguilar Sánchez ha puesto sus intereses del lado del gobierno, dando la espalda a la comunidad universitaria. Basta recordar la manera servil en que entregó un inmerecido reconocimiento al ex gobernador Cuitláhuac García como un falso investigador universitario.

Y la tercera razón es sencillamente porque no cumple con los requisitos que establece la ley interna de la universidad. Aguilar Sánchez rebasa la edad límite señalada, por lo que no podría reelegirse aun utilizando las argucias legales que pretende imponer.

En el desvarío de una interpretación dolosa, intenta impedir la expedición de la convocatoria y el proceso de auscultación con la comunidad universitaria. Busca cancelar el proceso y asumir un segundo periodo en rectoría en una especie de mandato divino.

Me sumo a las voces de los ex rectores Víctor Arredondo, Raúl Arias y Sara Ladrón de Guevara, para que la Honorable Junta de Gobierno cumpla con la ley y emita la convocatoria para elegir a la próxima rectora o rector sin dados cargados.

Hoy nuestra Universidad Veracruzana ha perdido el orgullo de su estirpe, su prestigio académico y el valor de su autonomía. No puede naufragar otros cuatro años, hundido por la burocracia, la ambición y el conformismo.

En lo único que ha alcanzado grado de excelencia es en la mediocridad. ¡Vaya paradoja!

 La puntita

Ni los ilegales “acordeones” distribuidos por Morena impidieron el primer fracaso de la elección del Poder Judicial. El segundo fracaso vendrá con la imposición de militantes sin perfil, ni carrera judicial. El tercero será una justicia al mejor postor.