Porque en México no hemos avanzado sino al contrario, retrocedido, al peor gobernador que ha tenido Veracruz no lo veremos pagando lo que merece sino en algún cargo federal.
López Obrador nos lo puso y sostuvo como gobernador, pese a su marcada incompetencia, soberbia y autoritarismo y ahora Claudia Sheinbaum, porque así opera el sistema político mexicano, lo seguirá protegiendo, aunque sabe todo lo que hizo mal.
Hoy Cuitláhuac García dirá que hizo muy bien su trabajo, que en su gobierno hubo cero corrupción, que casi estamos en un oasis en materia de seguridad, que bajó la deuda y que realizó múltiples e importantes obras.
La realidad, lo sabemos los veracruzanos y lo saben la presidenta Sheinbaum y la próxima gobernadora Rocío Nahle, es muy distinta.
Veracruz estuvo sometido a una camarilla que, primero, gobernó con resentimiento y después, dio rienda suelta a los peores vicios en la administración pública.
No solo secretarios de despacho, directores de unidades administrativas o funcionarios de segundo o tercer nivel, sino empleados menores a los que habilitaron en ciertas actividades, hicieron del gobierno no una labor de servicio público sino una especie de fiesta particular de la que fueron expulsados los que no bailaron al ritmo marcado por los dueños del festín.
Y a los que consideraban una amenaza que podía acortar su permanente fiesta, los encarcelaban.
El resultado fueron no solo seis años perdidos, sino un estado con mayores índices delictivos y grupos criminales consolidados; un campo a la baja en producción; una Universidad sin brillo; un Poder Judicial humillado; un sistema educativo entregado a la actividad política y unas carreteras que son motivo de escándalo y vergüenza nacional.
Así nos deja quien durante seis años no gobernó, pero sí alentó la permanente fiesta. Ahora se va y le darán un carguito en la administración federal, muy lejos de lo que atrevidamente creía merecer. De todas formas, será mucho para lo que realmente merece.
A ver qué pasa con sus colaboradores. Por lo pronto, el que lo mandó durante casi cinco años, Patrocinio Cisneros, está «exiliado» sin ser molestado, la fiscala Verónica Giadáns está por irse y tal vez sea una buena idea que se aleje de Veracruz porque ahora sabrá lo que es quedarse sin poder cuando se ejerció arbitrariamente y el secretario de Finanzas, José Lima Franco, el que afirma redujo la deuda y manejó muy bien los dineros -ya saldrán más boquetes en los presupuestos de las dependencias- presentó su renuncia porque dice que quiere ser alcalde de Poza Rica. Ya dejó dinero para pagar los aguinaldos y las primeras quincenas, ya no lo necesitan.
Y los demás colaboradores del cuitlahuismo, que recen porque en la medida que el nuevo gobierno ya no puede arremeter legalmente contra los Yunes, crece la posibilidad de que haya uno que otro castigado de los que se les acabó la fiesta.
Así es esto del poder prestado. Los que saben de esto dicen sabiamente que es más importante prepararse para la salida que para la entrada. Los que se van evidentemente no se prepararon para la salida.
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