Por Samuel Aguirre Ochoa

A lo largo de los años, los integrantes del Movimiento Antorchista Nacional hemos disentido con el presidente Andrés Manuel López Obrador, porque hemos señalado claramente que no coincidimos con el diagnostico que hizo de la causa de los grandes problemas de México y, por lo tanto, tampoco coincidimos en la solución que él planteó para combatir la pobreza de los mexicanos y construir un país más próspero en el que nos beneficiemos todos. Él nos ha atacado de diversas maneras con el propósito de destruirnos porque nos considera un obstáculo para su proyecto y porque, en el fondo, es enemigo del derecho constitucional de organización y libre manifestación de los mexicanos.

Es cierto que, durante todos sus años de campaña, López Obrador construyó un discurso crítico de la situación nacional, reseñando los males sociales que aquejaban y aquejan a los mexicanos, entre ellos la pobreza, y prometió acabar con dichos males, atacando a lo que él consideró el principal problema de México: la corrupción.

¡Según él, eliminando la corrupción todos los demás problemas desaparecerían automáticamente!

Desde entonces, se puso en claro la diferencia ideológica entre Antorcha y la 4T, y desde entonces también criticamos el planteamiento de que la corrupción es el principal problema del país: reconocimos que la corrupción existía y sigue existiendo y que, por tanto, hay que combatirla. Sin embargo, desde entonces planteamos que el principal problema de México y también del mundo, es la extrema concentración de la riqueza en unas cuantas manos, mientras que millones de personas se debaten en la pobreza y pobreza extrema.

¡Para los antorchistas, pues, el problema principal de nuestro país, del que nacen y se alimentan todos los demás males sociales: es el modelo económico neoliberal!

Dijimos con toda claridad que el neoliberalismo es una forma de capitalismo que en México se puso en práctica a mediados de la década de los ochenta, durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid, y que ese modelo económico está diseñado para producir riqueza de manera muy eficiente, pero no para repartirla equitativamente entre toda la sociedad.

Los teóricos del neoliberalismo sostienen que este modelo favorece a todos los integrantes de la sociedad, incluyendo a los trabajadores más pobres, a través de la teoría del goteo. Esto quiere decir que, si las empresas crecen, si los grandes empresarios incrementan sus fortunas, esta riqueza goteará hacia abajo, hacia los trabajadores y las demás clases no empresariales, creando empleos y mejorando los salarios.

¡En realidad, esta teoría del goteo no se cumple en ningún lugar del mundo, lo que sucede es que la riqueza se concentra cada vez más!

El neoliberalismo es la causa del crecimiento del desempleo, los bajos e insuficientes salarios, la falta de vivienda y de servicios de salud, la mala calidad de la alimentación, el bajo nivel educativo, así como de la delincuencia, la corrupción y el narcotráfico.

Si bien es cierto que López Obrador señaló en diversas ocasiones que estaba combatiendo al modelo neoliberal, su problema es que confundía al neoliberalismo con la economía de libre mercado. Esto es un error, porque el neoliberalismo es solo una forma, quizá la más nueva, que ha adquirido la economía de mercado.

Como consecuencia de la confusión en los términos, la forma en como López Obrador y Morena pretendieron combatir el neoliberalismo acabando primero con la corrupción, es radicalmente distinto a lo que propone Antorcha.

Para nosotros, la extrema concentración de la riqueza y el crecimiento de la pobreza se deben combatir con un programa de gobierno que se proponga aumentar la inversión y el crecimiento económico, para incrementar los salarios y generar empleos; cobrar mayores impuestos a los más ricos y con la reorientación del gasto social garantizar la salud, alimentación, vivienda y educación de calidad al pueblo trabajador.

¡Así hemos propuesto combatir el principal problema de México desde mucho antes que el presidente lanzara su cruzada anticorrupción!

Al mismo López Obrador le señalamos en múltiples ocasiones que estaba equivocado, pues la corrupción es solamente hija natural del verdadero problema de México; insistimos en que si realmente se quiere acabar con la corrupción primero se debe repartir la riqueza social de manera más equitativa.

Esta es la esencia, el gran punto de discrepancia, entre el proyecto que encabeza el Movimiento Antorchista Nacional y el que instrumentó con poco éxito el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ahora que su sexenio está por concluir la realidad se está encargando de demostrar lo equivocado de López Obrador, pues durante su gobierno no acabó con la pobreza ni con los males que ésta acarrea.

Por el contrario, se agravaron, pues según Oxfam México, el 1% de la población del país concentra en sus manos el 48% de toda la riqueza nacional. Solo en los últimos 6 años la fortuna de los 14 mayores multimillonarios del país creció en 53%. En conjunto, la riqueza de estos magnates suma más de 180 mil millones de dólares, lo que es tanta riqueza como la que posee la mitad más pobre de los mexicanos.

Por su parte, el Coneval en su informe del 2023 señaló que el número de mexicanos en pobreza general o multidimensional asciende a 46.8 millones de mexicanos, y que la pobreza extrema se incrementó en 7%, es decir en poco más de 9 millones de personas, quienes no saben si tendrán qué comer al día siguiente. Aunque analistas serios y respetados como el economista Julio Boltvinik calculan que hay más de 100 millones de mexicanos con algún tipo de pobreza.

Según el Coneval, durante el gobierno de AMLO se incrementó en 30 millones, el número de mexicanos sin acceso a los servicios de salud. Para 2023, el 60% de las personas que necesitaron atención médica lo hicieron en el sector privado. Esto implica, en los hechos, la privatización del sistema de salud.

Y también creció la violencia y la criminalidad en todo el país. El sexenio acumula más de 200 mil homicidios dolosos con un promedio de 93 asesinatos diarios, a lo que se agregan 51 mil desapariciones forzadas de personas y el desplazamiento forzado de más de 70 mil mexicanos que vivían en poblaciones que se encontraban en medio de las disputas territoriales del crimen organizado.

Esto demuestra que no hubo ningún combate real contra el sistema económico neoliberal, pues los graves problemas que ya existían en el país desde antes de que López Obrador llegará al poder se volvieron mucho más graves. Hoy se puede afirmar sin temor a equivocarse que Morena no es la esperanza de México, porque sus resultados así lo demuestran.

Es cierto que, en 2018, López Obrador ganó porque la gente estaba ansiosa de un cambio, debido a las pésimas condiciones en que se encontraba el país y los pobres resultados de las anteriores administraciones federales y, ahora en 2024, Morena retuvo el poder a través de la coacción del voto de millones de mexicanos condicionados por los programas sociales, la participación del crimen organizado y por la falta de un proyecto de oposición verdaderamente viable.

A pesar de que, por ahora, la mayoría de los mexicanos no se han dado cuenta del engaño y no reclaman que se cumplan sus deseos de justicia social, la realidad nos sigue diciendo que sí urge un cambio profundo y radical del sistema económico neoliberal, que urge corregir el verdadero problema central de México. Sin embargo, dicho cambio no lo hará el actual partido gobernante ni la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum.

Por esta razón, los antorchistas consideramos que la 4T no se mantendrá por mucho tiempo en el poder, a pesar de todas las maromas legales que están intentando para concentrar todo el poder en sus manos, desmantelando al Poder Judicial y eliminando a los organismos autónomos.

Y con tristeza vemos como ante esta acometida, los partidos políticos de oposición no han sabido oponer verdadera resistencia a los deseos dictatoriales de la 4T: es más, muchos políticos oportunistas, tal como chapulines, están saltando de estos partidos para ser recibidos con entusiasmo en Morena, con lo que se pone de manifiesto que el país sigue gobernado por la misma clase política defensora del neoliberalismo y de los privilegios de las clases dominantes.

Tarde o temprano esta mezcolanza de políticos oportunistas, trásfugas, trepadores de la política y falsos izquierdistas hará crisis en Morena, pues ahora mismo este partido tiene fisuras por la disputa interna por el poder, lo que constituye una contradicción que tarde o temprano terminará estallando, se derrumbará el engranaje que están construyendo y la situación del país empeorara.

Debido a todo lo anteriormente dicho, el nuevo gobierno que asumirá el primero de octubre tampoco podrá combatir los grandes problemas del país y no acabará con la pobreza.

La salida, es que el pueblo comprenda que la solución nunca vendrá desde arriba, no será obra de falsos curanderos sociales que pretendan hacer ellos solos, sin la participación del pueblo, un país más próspero; la solución se encuentra en que el propio pueblo se organice y se eduque políticamente, la única solución viable está en la construcción de una fuerza social lo bastante poderosa y con una concepción científica del mundo, que tome el poder del país para desde ahí, comenzar a construir un México nuevo y mejor para todos. Es una tarea larga y complicada, pero indispensable.