El bioquímico alemán Peter Walter y su colega argentina Carmela Sidrauski anunciaron un descubrimiento trascendental hace poco más de una década. Habían hallado una molécula sencilla que, sin embargo, era capaz de potenciar de manera formidable la memoria y la capacidad de aprendizaje de sus ratones en la Universidad de California, en San Francisco (EE UU). El fármaco experimental, bautizado ISRIB, se puede tomar fácilmente por vía oral. La molécula, desde entonces, ha logrado resultados revolucionarios en animales: ha revertido el deterioro mental asociado a la edad, ha restituido la memoria perdida por traumatismos craneoencefálicos e incluso ha mejorado la memoria en ratones con síndrome de Down.

Walter, nacido en Berlín hace 69 años, ya hizo un gran descubrimiento en la década de 1990. Una persona está compuesta por unos 30 billones de células. Y cada una de ellas fabrica constantemente moléculas gigantescas —las proteínas— para llevar a cabo sus funciones: almacenar recuerdos, transportar el oxígeno que respiramos, matar virus amenazadores. El bioquímico alemán observó que, cuando una célula comienza a generar proteínas malformadas, se activa un mecanismo para ralentizar la producción y destruir las defectuosas. Si la fabricación de disparates continúa, la célula se suicida. Es un sistema de control de calidad llamado respuesta a proteínas mal plegadas.

Este mecanismo es extremadamente delicado. Si la respuesta es exagerada, la muerte de tantas células puede conducir a enfermedades degenerativas, como el alzhéimer y el párkinson. Si la respuesta logra la supervivencia de la célula equivocada, esta puede proliferar y provocar cáncer. Walter ha ganado casi todo por este descubrimiento. En 2014, recibió el Premio Shaw, dotado con un millón de dólares. En 2018, compartió con otros cuatro colegas los tres millones de dólares del Premio Breakthrough. El pasado 20 de junio, recogió en Bilbao junto a tres compañeros los 400.000 euros del Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, que invitó a EL PAÍS al evento. Y las quinielas auguran que ganará el Nobel.

El bioquímico alemán es uno de los fichajes estrella de Altos Labs, una empresa estadounidense creada en 2022 con cuatro ganadores del Nobel a bordo y un presupuesto descomunal: unos 2.700 millones de euros. La compañía está rodeada de secretismo. Su impulsor en la sombra es Yuri Milner, un físico israelí nacido en Rusia que se hizo multimillonario gracias a su participación inicial en Facebook y Twitter. El objetivo declarado de Altos es rejuvenecer las células para revertir las enfermedades y poder vivir más tiempo con salud.

La molécula ISRIB modula la denominada respuesta integrada al estrés, asociada a ese mecanismo de control de calidad de las células. Walter, que también es escultor en sus ratos libres, ha elaborado una estatua con la estructura real de este fármaco experimental. “Es de bronce y pesa un cuarto de tonelada. La tengo en mi sótano. La molécula es pequeña y, si eres químico, es bonita”, explica. En 2015, Walter y Sidrauski licenciaron la patente de ISRIB a Calico, una empresa vinculada a los fundadores de Google. El científico respondió a las preguntas de EL PAÍS en Bilbao, horas antes de recoger el Premio Fronteras.

Pregunta. ¿Cuáles son las aplicaciones terapéuticas potenciales de ISRIB? Ustedes han hablado de alzhéimer, párkinson, esclerosis lateral amiotrófica…

Respuesta. La hemos probado en diversos modelos de ratón de laboratorio con neurodegeneración, defectos cognitivos, problemas de aprendizaje… Y vemos efectos en un número enorme de ellos. En mi laboratorio, básicamente podemos curar el traumatismo craneoencefálico en ratones. Tras sufrir daños en el cerebro, como los jugadores de rugby, no pueden memorizar nada, pero ISRIB restaura su memoria por completo. También podemos coger un ratón viejo y entrenarlo para hacer algo, pero le cuesta aprender. Si le das ISRIB, aprende como un adolescente. Podemos rejuvenecer el comportamiento de aprendizaje.

P. ¿Rejuvenece el cerebro?

R. Rejuvenece la función cerebral, sí. Lo realmente importante es que todas estas enfermedades convergen en la activación de la respuesta integrada al estrés, que causa defectos cognitivos. Tenemos un nodo común por el que pasan todas las patologías, aunque sean tan diferentes. No es lo mismo golpearte en la cabeza que envejecer con normalidad, o tener un cromosoma extra en el síndrome de Down o tener agregados de proteínas en el alzhéimer. Y, sin embargo, todos estos procesos conducen a la activación de ese mismo mecanismo. Ese mecanismo es el villano. Y podemos actuar sobre él y conseguir beneficios. De momento, en ratones.

Si le das ISRIB a un ratón viejo, aprende como un adolescente

P. ¿Podríamos decir que ISRIB es un potenciador del conocimiento?

R. Sí.

P. Si funcionase en humanos, sería un fármaco milagroso.

R. Podría, potencialmente, convertirse en un fármaco milagroso.

P. ¿Cree que funcionará en humanos?

R. Eso espero. Los cerebros de los ratones son muy diferentes a los humanos, pero sabemos que los mecanismos son los mismos. Creo que las probabilidades son bastante altas.

P. ¿Cuándo veremos un ensayo clínico para intentar mejorar la función cognitiva de personas?

R. Ya está en marcha un ensayo de Calico [con 300 personas] para probar ISRIB como potenciador de la función cognitiva en pacientes con esclerosis lateral amiotrófica.

P. ¿Y para el alzhéimer?

R. Creo que el alzhéimer es mucho más difícil, porque la enfermedad se desarrolla durante muchísimo tiempo. Las empresas se tienen que centrar en un área. Una vez que el medicamento esté autorizado para un uso clínico, habrá muchos ensayos para otras indicaciones, porque ya se sabrá que el fármaco es seguro. El abanico de defectos cognitivos potencialmente tratables es enorme.

P. ¿ISRIB provoca algún efecto secundario relevante?

R. Nunca hemos visto ninguno.

P. ¿Ninguno?

R. Ninguno, es totalmente benigno.

P. Sus ratones estarán contentos.

R. Mis ratones son muy muy felices. Es maravilloso: tenemos una molécula que afecta a reacciones que ocurren en cada una de nuestras células y, sin embargo, no es tóxica. Me parece absolutamente asombroso.

P. Hay algún loco que está tomando ISRIB por su cuenta. ¿Dónde consiguen la molécula?

R. La pueden comprar en Alibaba [una plataforma china de comercio electrónico]. Está en el mercado. Desaconsejo totalmente consumirla, porque todavía no sabemos realmente qué ocurre. Yo nunca la he tomado, aunque es tentador.

Desaconsejo totalmente consumir ISRIB ya, porque todavía no sabemos realmente qué ocurre

P. La empresa Altos Labs nació en 2022 con un presupuesto inicial de unos 2.700 millones de euros, el doble que el presupuesto anual del mayor organismo de ciencia en España, el CSIC. ¿Quién está detrás de Altos Labs? ¿El multimillonario Yuri Milner o quién?

R. No hablamos sobre la financiación de la empresa. La idea es invertir dinero privado en investigación básica. Son inversores con una visión a muy largo plazo. Las inversiones privadas suelen estar limitadas por la filosofía del capital riesgo, que quiere retornos en muy poco tiempo. Si quieres abordar un problema complejo, necesitas años. Publicamos el hallazgo de ISRIB en 2013 y, una década más tarde, está en ensayos clínicos. Hemos necesitado unos 15 años para llegar a una fase en la que esperamos tener un nuevo fármaco eficaz. Necesitamos ese tipo de plazos y atraer a grandes científicos.

P. ¿Pero quién tuvo la idea de crear Altos Labs? ¿Yuri Milner?

R. La persona clave ahora es Rick Klausner [un biólogo estadounidense que fue director del Instituto Nacional del Cáncer de EE UU]. Y no hay una única fuente de financiación, es una combinación de donantes.

P. ¿Pero la primera idea fue de Yuri Milner?

R. Yo no iría tan lejos.

P. ¿Jeff Bezos [creador de Amazon y segunda persona más rica del mundo] pone dinero en Altos Labs?

R. No quiero hablar de dinero, me trae problemas [se ríe].

P. Altos Labs ha fichado a cuatro ganadores del Nobel y a muchos científicos punteros, pero está rodeada de secretismo. Algunas personas creen que detrás de Altos Labs hay millonarios que quieren ser inmortales.

R. Yo no trabajo para eso, desde luego. Nuestro objetivo es un poco más atractivo: queremos entender qué sale mal durante el envejecimiento, para poder tener una vida más larga y saludable. Queremos aumentar el tiempo de vida con salud, liberar a la sociedad en su conjunto de la carga de las enfermedades degenerativas, el cáncer, la diabetes. Nuestro objetivo no es la longevidad. No creo que el planeta esté listo para que vivamos 200 años, eso causaría muchos problemas sociales y económicos. Como científicos, podemos observar las células y averiguar qué funciona mal, para solucionar esos problemas con anticipación. Un buen ejemplo son las estatinas. Las tomas para bajar tus niveles de colesterol y evitar un infarto. Es un medicamento que tomas para mantener tu sistema más joven y tus arterias limpias.

elpais.com

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