Ojalá ahora sí haya avances en el
conflicto laboral del extinto diario “Política”
–Chopenjawer
A mediados de octubre de 2014, el muy recordado gobernador Javier Duarte de Ochoa (siendo secretario de Seguridad Pública otro muy recordado: Arturo Bermúdez Zurita) daba a conocer una nueva corporación policiaca en el estado de Veracruz llamada Fuerza Civil.
Se vendía como la Policía más moderna del país. Según la propaganda, era un agrupamiento táctico y de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública, preparado en diversos países del extranjero, así como por el Ejército, la Marina y la hoy extinta Policía Federal.
(Parte de ese adiestramiento lo atestiguaron alguna vez secretarios de despacho, quienes de plano se salieron de la instalaciones de la Academia en El Lencero porque no soportaban la manera en que los elementos eran golpeados y sobajados en su entrenamiento).
Acompañando a esta creación se desplegó una inusual campaña publicitaria en medios de comunicación, anunciando la llegada de esta corporación como si fuesen los Navy Seals o los Spetsnaz región 4, versión jarocha.
Se hizo una campaña muy vistosa en televisión, radio, redes sociales y periódicos, ofreciéndonos a un grupo élite de policías estatales que supuestamente combatían el crimen que en ese entonces azotaba con ejecutados y descuartizados por doquier, en una lucha muy sangrienta sostenida por dos facciones: los Zetas y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
En este sentido, se puede decir que la Fuerza Civil (al igual que la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, CEAPP) fue creada sólo por las circunstancias de violencia que había.
No es que se demerite la intención (Duarte decía que se hizo toda una operación de alto nivel para lograr la participación de las fuerzas armadas en la creación de la Fuerza Civil y sus estrategias de seguridad), pero el objetivo real, el fondo, era impactar contundentemente con un anuncio espectacular para tratar de cambiar la percepción de inseguridad que había.
Cabe aquí recordar un hecho: en 2015, siendo alcalde Roberto Pérez Moreno (a) “Juanelo”, el tranquilo pueblo mágico de Coatepec estaba padeciendo una inusitada ola de violencia que llegó al extremo de que asesinaron al tesorero municipal y comenzaron a secuestrar a comerciantes destacados de la ciudad. Una de las medidas que tomó el Gobierno de Veracruz fue desaparecer a la Policía Municipal y poner a la Fuerza Civil; pese a la medida, en realidad nunca se supo más de los responsables del caso del tesorero, ni de los autores de los secuestros de alto impacto. Mucha vistosidad en la presentación de la corporación de élite, pero en realidad no hubo justicia como tal contra las víctimas y hasta al “Juanelo” lo dejaron ir sin que respondiera por el despapaye que dejó.
De esa manera, la Fuerza Civil se reafirmaba que servía como un escaparate de reacción mediática y que, al igual que CEAPP, su primera intención era “taparle el ojo al macho”, como se dice coloquialmente: uno creado supuestamente para contener la violencia contra periodistas y otro para pacificar la guerra que sostenían dos cárteles en territorio veracruzano.
Parece chiste, pero no lo es: para la presentación de la Fuerza Civil incluso trajeron modelos desde la Ciudad de México para disfrazarlos de policías y que lucieran ante las cámaras como policías guapos en una mezcla entre comercial erótico de perfume italiano e intros de CSI; nada que ver con la “prietitud” y realidad de Veracruz.
Un ex jefe policiaco nos contó lo anterior entre risas, porque así fue. Los polis de ese momento a lo mejor estaban muy feos.
Ese mismo disfraz se aplicó a patrullas y hasta a un helicóptero de la Policía Estatal, que sólo pintaron con nuevos logos y… ¡VOILÀ! ¡Habemus Fuerza Civil!
Entre la tropa de la Policía Estatal había desconfianza en la nueva corporación: quizás eran policías quizás muy entrenados, pero no tenían experiencia; eso sí, ganaban poco más del doble que un policía de la SSP, lo que generó muchas inconformidades al interior.
Existen versiones de que Fuerza Civil en realidad no eran policías de carrera, sino “madrinas” de comandantes policiacos que estaban al servicio por todo el estado, quienes a su vez eran parte del ruido de la violencia estridente en la entidad. Para mantenerlos en control, se les reclutó, se les dio trabajo y hasta armamento del más fregón.
(Los “madrinas” o policías sin placa, en su gran mayoría son personas con cierta preparación policiaca o militar que hacen la “talacha” o “trabajo sucio” para las corporaciones oficiales por el conocimiento que tienen del mundo del hampa).
“Había un desfase de mucho ‘madrina’; estaban tan duros los compromisos, que había delegados que tenían ‘madrinas’: chamacos caguengues de 25, 30 años, que los traían armados o disfrazados de Policía Estatal, y eran los que estaban haciendo todos los desmadres… Te acordarás que se decía ‘fueron muertos con calibre tal’ y resultaba que eran calibre de cargo”, me comenta un jefe policiaco ya retirado, quien por obvias razones se mantiene en el anonimato.
“¿En qué paró todo? De repente se pararon esos ‘madrinitas’ que traían y fueron los que formaron la Fuerza Civil. La Fuerza Civil fue donde acomodaron, donde abrieron plazas para acomodar a toda esa bola de malandros, grupos de choque y todo eso, mediante un sueldo y tenerlos controlados. Ese fue el inicio de la Fuerza Civil”, asegura la fuente.
–¿Cree que era necesario desaparecerla?
–Pues es que no puedes tener dos policías estatales, porque la Fuerza Civil es Policía Estatal. Tú volteas de cabeza a cualquier policía de la Fuerza Civil y la credencial dice “Policía Estatal”. Entonces el desaparecerlos es querer dar atole con el dedo: “miren, vamos a desaparecer esta fuerza policial”, cuando todo depende de la Secretaría de Seguridad Pública.
“Para mi no debería desaparecer la Fuerza Civil; al contrario, deberían de poner ahí, tener allí a los policías de carrera y olvidarse de los chamacos esos a los que les dan mando. Cambiarle la cara a la Fuerza Civil”, finalizó.
Pero así como nació la Fuerza Civil en medio de todo un show mediático, también así fue su fin: luego de la muerte de dos personas en las protestas que se realizan en la comunidad Totalco, del municipio de Perote, en contra de las polémicas Granjas Carroll, se determinó desde Palacio de Gobierno que se extinguiera la corporación, deslizando que efectivamente fueron elementos de este grupo los que habrían disparado contra los hoy fallecidos.
Para eso finalmente sirvió la Fuerza Civil: para dar anuncios mediáticos. Primero como la salvación contra la violencia en Veracruz; ahora, como la salvación para salir de un problema donde una manifestación se salió de control por parte de la policía, con una muy mala estrategia, y resultado de dos civiles muertos.
NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Este domingo hubo un vistoso operativo policiaco y militar en Boca del Río, justo detrás del restaurante Deli-Deli, en la torre donde vive el ex alcalde de Veracruz, Fernando Yunes Márquez. Se trata, según fuentes, de un edificio de cinco pisos presuntamente propiedad de los Beverly del Estero (entiéndase los Yunes) donde según vive personal de seguridad que trabaja para ellos, y donde se encontró armamento, dinero y –dicen– hasta droga… Lo anterior llama la atención, porque en caso contrario de que no sea el cuartel de los escoltas y guachomas de los Yunes, entonces compartían pared con un presunto grupo delincuencial… ¿Y a poco no se habían dado cuenta?… Hasta el momento, mucho hermetismo en el asunto.
OTRA NOTA: Sólo para recordarles que la sesión del Consejo Veracruzano de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ha tenido que anticiparse para las 9:30 horas del jueves 27 de junio de 2024, en el Salón Ulúa 1 del World Trade Center Veracruz.
LA ÚLTIMA PORQUE TALACHA ADMINISTRATIVA PENDIENTE: Y no fue la alcaldesa de Minatitlán, Carmen Medel, la que se esperaba iba a llegar a la Secretaría de Salud… El ungido por la gobernadora electa Rocío Nahle es el cardiólogo Valentín Herrera Alarcón, originario de Misantla, de quien se tienen muy buenas referencias.
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