La muerte de Jean Succar Kuri, este viernes 14 de junio a los 79 años de edad, hizo recordar un libro más que desveló la red internacional de pederastia que dirigió el empresario libanés, quien pagaba una condena en prisión de más de 100 años por pornografía y corrupción de menores, además de violación equiparada.

Fue en el libro ‘En las entrañas del monstruo’, donde sus alguna vez abogados Wenceslao y Hernán Cisneros se redimieron tras aceptar públicamente que toda su vida lamentarían haber aceptado defenderlo por casi un año.

Para octubre de 2008, los juristas que eran además padre e hijo aseguraron que Succar Kuri era “totalmente culpable” de pederastia y de todos los delitos que denunció la periodista Lydia Cacho en su libro ‘Los Demonios del Edén’.

“Si de algo nos vamos a arrepentir toda la vida es de haber aceptado la defensa (de Succar), pues es un peligro para toda la sociedad y todos tenemos hijas o nietas”, enfatizaron.

El libro fue escrito a partir del trabajo que realizaron durante los once meses que estuvieron al lado del empresario libanés.

“Aceptamos el reto (de defender a Succar Kuri) porque aparecía la duda razonable, le dimos el beneficio de la duda”, indicaron.

Los pormenores delictivos de Succar primero fueron revelados por Lydia Cacho en el libro “Los demonios del Edén”, publicado en 2005, donde salió a la luz la red de protección que había tejido con políticos y hombres de negocios, como el empresario Kamel Nacif.

¿Qué revelaron en el libro ‘En las entrañas del monstruo’?

El expediente legal, contaron los Cisneros, refería que algunas menores se retractaron de la acusación con el argumento de que habían sido supuestamente obligadas por las autoridades de Cancún a testificar, lo que mostraba que, aunque Succar no era del todo inocente, sí podía haber sido víctima de chantajes.

A su vez, se percataron que los primeros abogados del empresario libanés, Gabino Andrade y sus hijos, tenían en su poder videos que demostraban su culpabilidad pero, en lugar de proporcionarlos a las autoridades, los usaron para chantajear a Succar.

Todo data de finales del 2003, cuando las autoridades de Quintana Roo hicieron pública una investigación sobre una red de pornografía infantil en Cancún que encabezaba el empresario, que de inicio fue acusado por violación a niñas de entre 5 y 13 años, así como de traficar con ellas.

Succar huyó entonces a Estados Unidos, pero en julio de 2006 las autoridades norteamericanas lo detuvieron y extraditaron a México, para luego trasladarlo a la cárcel de máxima seguridad de La Palma, en el Estado de México.

La familia de Succar Kuri también fue exhibida en el libro

En el libro “En las entrañas del monstruo”, los abogados revelaron que la esposa del libanés, Gloria Pita, y sus cinco hijos disfrutaban de una fortuna de varios millones de dólares al residir en Los Ángeles (California, EU), en varias mansiones.

“Tienen tres autos Mercedes Benz, un Audi, dos camionetas tipo Van de Lujo. ¿De dónde sale todo ese dinero?” si el principal negocio de Succar, el hotel Solymar de Cancún, se supone que “siempre tenía problemas económicos”, cuestionaron los abogados.

Los Cisneros además dieron a conocer que en el entramado participó un estadounidense conocido como Flavio, quien falleció de cáncer en 2007 pero había sido gerente del hotel Cesar’s Palace, de Las Vegas.

Dijeron que ese sujeto le mandaba frecuentemente dinero a Succar, pues era un apostador habitual en los casinos de la ciudad.

Jean Succar Kuri fue acusado de tener un extraño comportamiento con los menores de edad. Foto: Especial.
Flavio visitaba Cancún en un yate de lujo, y además formaba parte de la red de pornografía infantil en Estados Unidos, junto con Gloria Pita, la esposa de Succar Kuri.

Otro dato grave fue que los abogados tuvieron conocimiento sobre que Flavio y Gloria tenían en su poder alrededor de 5 mil videos pornográficos, los cuales vendían de manera individual y según el contenido, desde mil y hasta 5 mil dólares.

Los Cisneros esperaban con su libro aportar pruebas legales para ser usado en el juicio contra el pederasta, al tener validez jurídica, tal como el de Lydia Cacho.

“No podemos comparecer como testigos, pero si ratificar ante las autoridades lo que decimos en el libro“, argumentaban.

Reporte Índigo

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