Durante una semana, los partidos políticos de oposición acusaron que se había cometido en fraude electoral más grande de la historia. Sin embargo, sus miles de pruebas no lograron llegar a los cómputos distritales, por lo que este fin de semana, prácticamente todos los candidatos ganadores ya recibieron su constancia de mayoría.

La denuncia de fraude ni siquiera sirvió para ocultar el fracaso absoluto de las dirigencias nacionales y estatales de los partidos que conformaron la coalición. Nunca cobijaron a sus candidatos, sólo a sus intereses. Nunca tuvieron una pizca de autocrítica. Morena tuvo un verdadero día de campo.

Pero si Morena hizo fraude, ¿qué hizo la oposición para ganar? Prácticamente nada. Asumieron que, con la renta de la franquicia y el reparto de posiciones para sus dirigentes, la deuda estaba saldada.

Que bastaba con acompañar a Xóchitl y a Pepe a los actos oficiales, simulando una unidad que nunca hubo. Que sería suficiente con exhibir en redes sociales y medios de información, una y mil veces, los actos comprobados de corrupción de Morena y sus candidatos.

El resto era esperar los resultados para acomodarse en el senado –en el caso de los tres dirigentes nacionales del PAN, PRI y PRD-, y administrar para sí lo poco o mucho que ganaran en las urnas. No contaban con que no iban a ganar prácticamente nada.

Nunca pusieron a disposición de Xóchitl y de Pepe las estructuras partidistas, las prerrogativas de los partidos políticos, el trabajo territorial. Esta vez, la simulación de los operadores se multiplicó por tres, porque ninguno de los partidos iba a trabajar en beneficio de los otros dos. Las diferencias históricas prevalecieron sobre la frágil coalición opositora.

Consecuencia de ello, el PAN obtuvo una de las peores votaciones de su historia; el PRI ha sido relegado como tercera y hasta cuarta fuerza política en la mayoría de estados y municipios del país, y con su indolencia, el PRD prácticamente preparó su propio funeral con la pérdida de su registro.

En realidad, la alianza opositora nunca tuvo un proyecto para sacar a Morena del gobierno. Actuaron, como lo hicieron en Coahuila, sólo en la defensa de sus intereses. Ni a Marko Cortés, Alito Moreno y Jesús Zambrano les interesó la elección presidencial y la de los estados, sólo su supervivencia política.

Nunca hubo una verdadera planeación de cómo contrarrestar el voto agradecido de los programas sociales. Xóchitl Gálvez y Pepe Yunes caminaron prácticamente solos. Los partidos políticos le resultaron ser un lastre por sus exigencias y por el descrédito ante los electores.

En el caso de Veracruz, nadie nunca vio en tierra a Federico Salomón Molina, a Adolfo Ramírez o al ex priista Sergio Cadena, dirigentes de membrete del PAN, PRI y PRD respectivamente. A ninguno de ellos le ha pasado por la cabeza pedir una disculpa y renunciar.

Dilapidaron sin pudor todo el capital político de Pepe Yunes, el único candidato presentable que les quedaba.

¿Dónde quedaron figuras muy destacadas que aspiraron a la candidatura y que después abandonaron a Pepe Yunes, entre ellos, Juan Manuel Diez y Julen Rementería? ¿Porque no pudieron ganar ni siquiera en sus zonas de influencia? ¿Por qué el PAN fue avasallado en bastiones tan importantes como Tantoyuca y la zona conurbada Veracruz-Boca del Río?

Las tribus también devoraron al candidato. Las renuncias de priistas de renombre, oportunistas sin base social, hoy con un pie en el gabinete estatal de Morena, alimentaron la traición. La división de los grupos de panistas –Chapos, Yunes y Rementerías- la llevaron a la contienda. Al final, perdieron todos. Del PRD no vale la pena comentar; estaban destinados a la extinción.

El resumen de esta elección resulta muy sencillo: Morena hizo todo para ganar –dentro y fuera de la ley- y la oposición hizo todo para perder.

La historia podría repetirse en el próximo veracruzano, cuando los veracruzanos volvamos a las urnas a elegir a nuestros presidentes municipales. ¿Será la derrota anticipada del 2030?

Se jubila la clase política que gobernó por medio siglo

El resultado de la elección del 2 de junio podría significar la jubilación definitiva de la clase política que gobernó Veracruz durante el último medio siglo. Salvo excepciones de personajes que abandonaron el PRI y el PAN para sumarse a Morena, la mayor parte de ellos tendrán que cerrar su ciclo en la vida pública.

Morena no sólo arrasó en la elección presidencial y de gobernador. Ganó las senadurías y prácticamente todas las diputaciones federales y locales. Con ello redujo prácticamente a cero los espacios de representación popular y dentro de la administración pública para la oposición.

Hoy, con la oriunda de Zacatecas, habrá una nueva clase política sin antecedentes en la vida pública. Ya no habrá más herederos del legado de Gutiérrez Barrios o los dantistas que hace un par de décadas emigraron a otros partidos. No quedará nada de los chirinistas ni de los alemanistas, tampoco de la fidelidad, hoy extraviados entre las cavernas del propio morenismo, el partido verde y los despojos del PRI.

La famosa transición generacional que Fidel Herrera planeó con el duartismo fracasó estrepitosamente, manchada por la corrupción y la traición. Esa generación de jóvenes políticos que formó el “Tío” hoy se encuentran en la cárcel o con procesos judiciales a cuestas, en los que han perdido gran parte de sus fortunas.

Algún día, el propio Javier Duarte dijo que se asumía como un demócrata, que creía en la alternancia pero que era algo que le sucedería “a otro pendejo”, no a él. Duarte no sólo entregó el gobierno y el PRI a sus peores enemigos, sino que marcó el destino fatal del partido que no ha vuelto a tener una victoria electoral relevante.

Los niños de la fidelidad, los del duartismo fiel, significaron un cáncer terminal para el PRI. Hoy intentan sobrevivir en otros partidos, incluso Morena, entregando la traición como moneda de cambio.

Durante décadas, ni el PRI ni el PAN construyeron nuevos cuadros. Acaso lo hicieron quienes intentaron imponer su hegemonía: Fidel Herrera y Miguel Ángel Yunes. Pero lo hicieron a título personal, dando oportunidad a una pléyade de jóvenes que están por cerrar su ciclo de vida política.

La vieja guardia, muchos de ellos retirados por los propios Herrera y Yunes, ya no tendrán otra oportunidad. Se va toda una generación formada en la real politik, en la observancia de las leyes y el respeto a las instituciones.

Termina la trayectoria de hombres que dieron lustre a Veracruz a nivel nacional. Personajes que no fueron manchados por la corrupción ni el escándalo, lo que les permitió trabajar al lado de prácticamente todos los gobernadores desde don Agustín Acosta Lagunes hasta Miguel Ángel Yunes.

A partir de ahora, tendremos a una nueva generación, una nueva clase política. No sabemos si mejor o peor, pero con un conocimiento prácticamente nulo de Veracruz y de la administración pública, jóvenes que tendrán su oportunidad como la tuvieron quienes hoy viven el final de su carrera política.

Cuitláhuac, entre la impunidad e ir por los cheskos

La buena noticia para Cuitláhuac García es que no tendrá problemas con la justicia. La mala es que no aparece en ninguna de las quinielas de quienes integrarán el gabinete de Claudia Sheinbaum, por lo que su papel se podría reducir a ir por los cheskos, como le recriminaron sus compañeros investigadores hace algunos meses.

Sheinbaum ha empezado a integrar un gabinete con el más alto perfil. Ha nombrado al doctor Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM, como jefe del equipo de transición. Además, para tranquilidad de los mercados financieros, confirmó la ratificación del SecretarIo de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.

El hombre fuerte del gabinete será Omar García Harfuch, senador electo y quien declinó a la candidatura al gobierno de la Ciudad de México. Su papel como responsable de la seguridad, lo convertirá en un personaje con una influencia y confianza superior incluso a los Secretarios de la Defensa y Marina.

Entre los nombres que se repiten una y otra vez en los medios, destacan Martí Batres en la Secretaría de Gobernación; Omar García Harfuch en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana; Marcelo Ebrard en la Secretaría de Economía (ambos tendrían que dejar su curul en el Senado. Susana Harp en la Secretaría de Cultura; Rosaura Ruiz en la Secretaría de Educación; Marina Robles García en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales –aunque también se menciona a Manuel Velasco-; Quiahuitl Chávez en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social; Lázaro Cárdenas Batel en la Secretario de Energía, avalado por su padre Cuauhtémoc Cárdenas.

También han sido considerados Julio Antonio Berdegué Sacristán en Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural; David Kershenobich en la Secretaría de Salud; Andrés Lajous en la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; Juan Ramón de la Fuente en la Secretaría de Relaciones Exteriores; Altagracia Gómez Sierra, en la Secretaría de Turismo; Rogelio Rodríguez de la O repetiría en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; Tatiana Clouthier en la Secretaría del Bienestar; y Roberto Salcedo como Secretario de la Función Pública.

Así que Cuitláhuac tendrá que esperar para ocupar un espacio en el gabinete ampliado o algún organismo público descentralizado, donde no le provoque dolores de cabeza a la presidenta a causa de su incompetencia.

La ratonera

Tras recibir la constancia de mayoría como Gobernadora electa, Rocío Nahle no dedicó una sola palabra al derecho de la libertad de expresión, ni siquiera para atajar la amenaza en contra de un grupo de medios y periodista, lo que hace suponer que lo que no se debió difundir, es cierto.