«El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza.» 

Leonardo da Vinci

El cambio climático es uno de los desafíos más críticos que se enfrenta hoy en día. Uno de los sectores más afectados por este fenómeno es el de los recursos hídricos. La disponibilidad de agua, la calidad y la gestión del recurso están siendo alteradas de maneras preocupantes, con consecuencias significativas para la población, la agricultura y el medio ambiente.

En las últimas décadas, México ha experimentado variaciones notables en los patrones de precipitación. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), se proyecta que la precipitación anual promedio disminuirá en el norte del país y aumentará en el sureste para finales del siglo XXI. Estos cambios no solo alteran los patrones de recarga de acuíferos, sino que también incrementan la frecuencia e intensidad de eventos extremos como sequías e inundaciones.

El año 2020 fue un claro ejemplo de esta tendencia, con una de las peores sequías en décadas afectando al 55% del territorio nacional, según datos del Monitor de Sequía de México. Esta situación impactó severamente la disponibilidad de agua para consumo humano, agrícola e industrial.

Los glaciares de México, aunque limitados, son cruciales para el abastecimiento de agua en ciertas regiones. El glaciar Ayoloco, en el volcán Iztaccíhuatl, ha perdido aproximadamente el 70% de su volumen en los últimos 50 años, y se espera que desaparezca completamente en las próximas décadas. Esta reducción afecta directamente a las cuencas hídricas que dependen del deshielo para su recarga.

Por otro lado, el aumento del nivel del mar es una amenaza creciente para las zonas costeras, especialmente en la Península de Yucatán y el Golfo de México. Según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), el nivel del mar en el Golfo de México ha aumentado en promedio 3.2 mm por año, lo que provoca la intrusión salina en acuíferos costeros y afecta la calidad del agua dulce.

La modernización de la infraestructura hídrica, la implementación de técnicas de riego eficientes, y la conservación y restauración de ecosistemas acuáticos son esenciales. Además, la educación y concientización sobre el uso responsable del agua son cruciales para fomentar un cambio en la cultura del agua en México.

A través de acciones concretas y un enfoque proactivo, es posible mitigar estos efectos y asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras.

¡Responsabilicémonos y cuidemos diariamente el agua por nosotros y las generaciones futuras!