Desde mediados del siglo XX, la agricultura y el crimen organizado han tenido una íntima cercanía en el estado de Michoacán. En aquellas épocas, los campos de maíz y frijol eran utilizados para esconder plantaciones de marihuana y amapola; en décadas recientes, los grupos del narco han encontrado en esta industria una fuente adicional de millonarios ingresos.

Un informe recientemente publicado por la organización International Crisis Group reveló que los esquemas de extorsión a productores en Michoacán, establecidos hace más de una década por La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios, se mantienen.

A partir de una serie de entrevistas a miembros de una organización criminal no especificada, los autores del reporte encontraron que en Michoacán lo que hace fuertes a los jefes de los cárteles es su capacidad para obtener recursos de la producción agrícola, especialmente del aguacate.

En 2022, Michoacán produjo el 73% del total de aguacates en todo el país, teniendo a los municipios de Tancítaro, Uruapan y Tacámbaro como los más relevantes para la industria.

En la entrevista, el cabecilla criminal de identidad reservada dijo que uno de sus rivales le cobra pagos de protección a cerca de 80 cultivadores dos veces al año. Estimaciones realizadas por International Crisis Group sugieren que dichas cuotas podrían representar ganancias de al menos 80 millones de pesos al año —casi cuatro millones y medio de dólares—.

Con los ingresos derivados de negocios legales “me evito muchos pedos porque no le interesa al gobierno”, confesó otro líder criminal a la organización.

Este cálculo es menor a la cantidad de dinero que, presumiblemente, llegaron a acumular Los Caballeros Templarios por cobro de piso a trabajadores del mismo sector en 2012, cuando el grupo estaba en su apogeo.

Documentos obtenidos por la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GITOC, por sus siglas en inglés) exhibieron que, en aquel tiempo, Los Caballeros Templarios le cobraban a cada productor de aguacate dos mil pesos por cada hectárea de trabajo. Debido a que en Michoacán había 112 mil 673 hectáreas de cultivo de este fruto, se presume que sólo en 2012 esta organización habría obtenido ganancias por más de 225 millones de pesos.

En distintos estados del país, los cárteles se han infiltrado en el mercado de las tortillas, el arroz, el pollo, las bebidas alcohólicas e incluso los cigarros. “Los grupos criminales han utilizado sus nuevas y crecientes fuentes de ingresos para reforzar sus filas y su organización”, sostiene International Crisis Group en su informe.

Asimismo, las estructuras delincuenciales han establecido importantes redes de empresas involucradas en la producción legal de bienes para utilizarlas como fachada, o bien, como un mecanismo para lavar dinero proveniente del tráfico de drogas.

Infobae

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