Los datos de una encuesta realizada a más de 430,000 adultos estadounidenses a lo largo de varios años sugieren una fuerte relación, estadísticamente significativa, entre el consumo de cannabis y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, concretamente de infarto y derrame cerebral.
El estudio de libre acceso, publicado esta semana en Journal of the American Heart Association, descubrió que quienes consumían cannabis a diario presentaban un 25% más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio y un 42% más de probabilidades de padecer un derrame cerebral, en comparación con las que no lo hacían en absoluto.
Pero los datos de la encuesta nacional, recopilados entre 2016 y 2020, también incluían información sobre personas que consumían cannabis con menos frecuencia que la diaria. Se les preguntó a los encuestados cuántos días de los últimos 30 la habían usado, lo que les permitió a los autores calcular las probabilidades de enfermedad cardiovascular a lo largo de todo el intervalo de consumo. Y hallaron respuestas casi lineales a la dosis, con más días de consumo al mes asociados a un mayor riesgo.
No es la primera vez que los investigadores descubren una relación entre el consumo de cannabis y las enfermedades cardiovasculares, pero el estudio es uno de los más grandes realizados hasta la fecha, con un tamaño de muestra entre tres y 17 veces mayor que el de los anteriores. Esta escala no solo añadió importancia a la asociación, sino que también les permitió profundizar en otros factores de riesgo de padecimientos cardiovasculares.
La relación del cannabis con las enfermedades cardiovasculares
Un factor común de complicación es que la gente que consume cannabis también suelen fumar, lo que conlleva un mayor riesgo de alguna enfermedad cardiovascular. En el nuevo estudio, dirigido por Abra Jeffers, del Hospital General de Massachusetts, los investigadores realizaron dos análisis adicionales: uno que examinaba el riesgo de enfermedad cardiovascular en las personas que usaban cannabis pero nunca productos del tabaco, y otro que consideraba a los consumidores de cannabis pero que jamás habían fumado tabaco o empleado cigarrillos electrónicos. Sin el tabaco, las mayores probabilidades de infarto de miocardio y derrame cerebral persistían en los individuos que usaban cannabis. En el caso de quienes no fumaban ni utilizaban cigarrillos electrónicos, solo se mantuvieron las probabilidades más elevadas de derrame cerebral.
Los investigadores también tuvieron en cuenta la edad, otro factor de complicación. Las enfermedades cardiacas suelen tardar años o décadas en desarrollarse, pero las personas que consumen cannabis tienden a ser más jóvenes. Los 434,104 encuestados tenían edades comprendidas entre los 18 y los 74 años, y los análisis se ajustaron a otros factores de salud, como el consumo de alcohol, la diabetes, el índice de masa corporal y la actividad física. Cuando los investigadores analizaron únicamente a los adultos que se considerarían jóvenes para desarrollar una enfermedad cardiovascular (menos de 55 años en el caso de los hombres y menos de 65 en el de las mujeres), descubrieron que el uso de cannabis también incrementaba las probabilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular prematura y, de nuevo, la relación era independiente del consumo de tabaco y cigarrillos electrónicos.
En conjunto, los investigadores concluyeron que “estos datos sugieren que el consumo de cannabis puede ser un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular y de enfermedad cardiovascular prematura”, destacaron. Esto es particularmente preocupante, añaden, debido a la creciente aceptación y consumo de cannabis en Estados Unidos y otras partes del mundo, y a la disminución de los riesgos percibidos para la salud.
Limitaciones del estudio sobre cannabis
Sin embargo, el estudio presenta algunas limitaciones que impiden llegar a una conclusión rotunda de que el cannabis causa enfermedades cardiovasculares. Se basa en datos autoinformados tanto de la salud cardiovascular como del consumo de cannabis, y ambos factores podrían ser poco fiables. También toma como referencia información recabada en un momento concreto. Es posible que algunas personas empezaran a consumir cannabis después de desarrollar una enfermedad cardiovascular y no antes, por ejemplo. Los datos de la encuesta no hacen esa distinción; solo establecen una asociación.
Los autores apuntan que las enfermedades cardiovasculares, los infartos de miocardio y los derrames cerebrales no se han identificado anteriormente como motivos principales por los que la gente use cannabis. Esto disminuye la preocupación inversa de que los padecimientos cardiovasculares aumenten las probabilidades de consumo de cannabis. Sin embargo, los investigadores señalan que muchos estudios relacionan su uso con el dolor crónico, el insomnio y la ansiedad, todos los cuales también se han vinculado a las afecciones cardiovasculares. Por último, los datos de la evaluación no contemplan datos sobre la salud cardiovascular actual de las personas, como la presión arterial y los perfiles lipídicos.
Otro aspecto que contempla el estudio es la vía de consumo del cannabis y cómo influye en la asociación con las enfermedades cardiovasculares. Alrededor del 74% de los consumidores de cannabis declararon que fumaban cannabis, lo que posiblemente aumente el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular del mismo modo que lo hacen los cigarrillos de tabaco: como resultado de la inhalación de partículas en los pulmones. No está claro si los productos comestibles de cannabis reducirían la conexión observada en el estudio.
Sin embargo, los autores resaltan que existe una relación biológicamente plausible entre el cannabis y las enfermedades cardiovasculares. Los receptores de señalización celular que detectan los componentes del cannabis (receptores endocannabinoides) se extienden por todo el sistema cardiovascular, subrayan los investigadores. Y la sustancia psicoactiva clave del cannabis, el tetrahidrocannabinol o THC, puede aumentar la presión arterial y la frecuencia cardiaca durante el consumo.
es.wired.com
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