El viernes anterior la alcaldesa de Acayucan, Rosalba Rodríguez, dijo a Ciro Gómez Leyva que la delincuencia organizada está infiltrada en varios municipios del sur de Veracruz, lo que enfureció al gobernador Cuitláhuac García que la descalificó, la tachó de mentirosa y casi le ordenó: “Si no se siente capaz de mantener el control de su municipio, que renuncie”.

Un buen gobernador hubiera dicho: “Aunque deploro que la alcaldesa haya recurrido a los medios de comunicación para hacerse escuchar, porque esto quiere decir que no está funcionando bien la oficina del gobernador, deseo sepa que van para Acayucan elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Fuerza Civil para reforzar la seguridad. Y espero que a la brevedad  se incorporen miembros del Ejército, Marina y la Guardia Nacional. La próxima semana viajaré a Acayucan donde me reuniré con los alcaldes de aquella zona para brindarles todo el respaldo de mi gobierno”.

Pero Cuitláhuac está a años luz de ser un buen gobernador. Es y lo saben más de 8 millones de veracruzanos, un sujeto al que sus gobernados le importan un pito y pura corneta.

Ayer martes la alcaldesa fue entrevistada nuevamente por Ciro y se le escuchó tensa y angustiada. Dijo que no solicitará permiso para ausentarse de su cargo y tampoco renunciará, sino que seguirá velando por la seguridad de sus conciudadanos y tratará de que la vida en su municipio transcurra con normalidad.

Pero así como están las cosas esto es punto menos que imposible.

Horas después de que el gobernador le contestara de una manera gandalla, fue asesinado a balazos  y precisamente en el sur de la entidad, el ex alcalde de San Juan Evangelista, Andrés Valencia Ríos.

Andrés apoyaba al personal de Protección Civil en el rescate de un cadáver hallado en la comunidad  de La lima, cuando llegaron dos sujetos a bordo de una motocicleta que le dispararon y se dieron a la fuga.

Con doce actores políticos asesinados del 2019 a la fecha, Veracruz es un foco rojo para los comicios que se avecinan, por mucho que los jilgueros gubernamentales digan lo contrario.

Y todo hace suponer que la violencia continuará porque los actores políticos están desprotegidos al igual que el resto de los ciudadanos. Un caso lamentable son las mujeres cuyo abandono por parte de las autoridades raya en lo inhumano.

En 2023 desaparecieron 222 y 63 adolescentes  y niñas murieron acribilladas. Sólo en los cuatro primeros meses de ese año fueron asesinadas 47 mujeres. Pero ya para septiembre se asesinaban diariamente a 6 en promedio.

Esto es por desgracia Veracruz, lector. Y a este Veracruz bañado en sangre  y cubierto de luto quiere darle “continuidad” una mujer zacatecana.

Futa…

Debido a la indolencia gubernamental, la alcaldesa Rosalba Rodríguez tuvo que recurrir a un medio de información nacional en demanda de auxilio. Pero sus declaraciones resultaron contraproducentes y fueron mal vistas por un gobierno tan irresponsable como incapaz.

¿Qué sigue?

Pues que Dios la ampare a ella, a los actores políticos y a todos los veracruzanos. Del gobernador y sus contlapaches no esperen nada porque están muy ocupados.

Su única prioridad es apuntalar con lo que sea a su candidata Rocío Nahle para que no se les siga cayendo. Porque Veracruz, el estado al que le prometieron extirparle la inseguridad  y la violencia en dos años ya se les cayó; tiene rato que se les salió de las manos y se fue inexorablemente para abajo.

bernardogup@nullhotmail.com