Se les ve en esquinas de las grandes ciudades acompañados de un banquito alto y una cajonera a su lado, así como trapos sucios de grasa que usan para lustrar y dejar brillosos los zapatos de sus clientes. Cepillos, ceras líquidas, jabón de calabaza y demás enseres también los acompañan.

“¿Grasa joven?” El oficio de bolero tiene más de 100 años de historia en México, y sigue reinventándose junto con los productos que se realizan en la fábrica El Oso, la cual recientemente cumplió 106 años.

Expansión visitó la fábrica de esta empresa ubicada en avenida Popocatépetl, alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México, justo saliendo del metro Eje Central. En la fachada se distingue un oso polar, imagen con la que nació la marca mexicana, y que ahora busca conquistar otros mercados internacionales.

La idea de tener a este animal como símbolo de las grasas destinadas al cuidado del calzado surgió de don Prisciliano Pérez Buenrostro, fundador de la empresa, quien trabajó como fotógrafo popular en el Zoológico de Chapultepec en plena época revolucionaria y quien fue testigo de la llegada del primer oso polar a este famoso recinto de la Ciudad de México.

“¿Saben por qué se llaman boleros? Porque antes ibas a las tiendas y comprabas parafinas y ceras antiguas que se vendían en forma de bolas”, comenta don Mario, nieto del fundador, en entrevista.

Las canas invaden su barba, bigote y cabello. Durante la conversación observa hacia la ventana y entrecruza sus manos sobre la mesa; en ese momento recuerda que su abuelo trabajó como ayudante de almacén vendiendo las grasas para los boleros y después de darse cuenta de que podía mejorar las fórmulas y aprender litografía diseñó las latas para envasar el producto. En 1918 inició su propio negocio y en 1922 lo registró.

El incremento del uso de tenis no fue un obstáculo para que la compañía mexicana mantuviera su brillo porque supo diversificar la oferta de sus productos y atender a más mercados.

Así fue como El Oso no solo se ha enfocado en vender las grasas para zapatos en diversos colores, también ofrece geles, kits de limpieza profunda, limpiador de entresuela para tenis, además de sus tradicionales cremas para brillo, ceras líquidas, esponjas lustradoras, cepillos y brochas.

Al portafolio se suman gel antibacterial para manos, para artículos de piel, para vestiduras de auto, pantallas, celulares y lentes.

En total, incluyendo presentación y colores, la marca cuenta con 72 productos. Algunos se pueden encontrar en peleterías, tlapalerías, ferreterías y con los boleros mismos, quienes acuden a este lugar para comprar lo necesario para su oficio.

La pandemia por covid-19 empujó a El Oso a entrar de lleno en el e-commerce, por lo que ahora se ofrecen en Amazon México y Estados Unidos, y próximamente en Coppel.

Hay diversificación en los productos de la marca mexicana. (Foto: Dolores Luna)

Lustrar en Medio Oriente, Asia…

El coordinador del área de ventas a nivel nacional e internacional del Oso, Oscar Ríos, explica que además de que la empresa mexicana mantiene el liderazgo en su ramo —sus más cercanos competidores no logran cumplir la mayoría de edad de presencia en el país—, ahora busca explorar otros mercados.

“Dentro de los objetivos como empresa en 2024 se encuentra la expansión a países de Centroamérica y Latinoamérica, como Costa Rica, Panamá, Ecuador y Colombia. Una característica [que queremos] en Panamá es ofrecer productos hidrofóbicos, ya que la mayor parte del año llueve”, comparte en entrevista.

España es el país más próximo a donde se exportará, de ahí se hará lo mismo a diferentes partes de Europa.

También, el objetivo es llegar a Asia, específicamente a Dubái, Qatar y de ahí a Nepal. A esta región del mundo sería a través del distribuidor LuLu, “mientras que en Europa sí sería una comercializadora de nosotros”, detalla.

“Los mercados italiano y español son los más fuertes en cuanto a pieles”, expresa el joven, quien al mismo tiempo comparte parte de su niñez en la fábrica del legado familiar.

Se le pregunta si están preparados para el reto que significa exportar, Oscar responde que están por mudar ciertas partes de la empresa para hacer crecer la producción.

“Tenemos un producto que puede competir con otras marcas en cualquier lado y representar bien al país en donde ya estamos presentes en tiendas departamentales nacionales y regionales. Estamos presentes en la cadena más pequeña y la que más publicidad da a la marca que son los boleros”, asegura.

Refirió que el objetivo es ver el logo del oso polar en diferentes centros comerciales en Europa, como por ejemplo, en Carrefour en Dubái.

“Me gustaría ver a los limpiadores de calzado en diferentes partes del mundo. Más que en un anaquel, me gustaría verlos en la calle”, comparte.

¿Cómo se fabrican los productos?

“El calzado viene de la piel, por lo que tiene los mismos principios que un cosmético”, explica Graciela Pérez Cerón, gerente de calidad, quien detalla que los artículos se realizan con ceras de origen natural y se desarrollan dentro de la misma empresa.

“Las grasas son las más vendidas, luego siguen las esponjas lustradoras y en tercer lugar el gel para tenis. Nos enfocamos en las necesidades del mercado”, asegura.

El gerente de la planta, Rodrigo Terrón, explica el proceso que realizan los trabajadores en 10 líneas de producción, y que tienen como objetivo fabricar 50,000 piezas diariamente, “aunque esto es un aproximado porque depende del tipo de producto y la demanda”.

Un cuadro de la Virgen de Guadalupe cuelga al centro de estos pasillos donde a diario conviven 40 empleados, algunos con décadas, otros apenas por cumplir un año. Platican sobre la familia, los hijos, la comida, lo que llegarán a hacer a sus casas.

Apenadas, entre risas, algunas acceden a platicar con Expansión, sobre lo que significa estar participando en los procesos de los productos que se venden en el país y a nivel internacional.

Las manos son ágiles, se mueven de izquierda a derecha, como la de los boleros que cepillan los zapatos, la diferencia es que aquí, en la planta, envasan, ponen tapas y verifican que los procesos cumplan con los requerimientos establecidos.

Visten overoles azul, botas con casquillos, fajas, cubrebocas, algunos portan cascos y lentes, la indumentaria debe cumplir con estándares de seguridad para evitar accidentes.

“Me fascina trabajar aquí, pero no sabía qué era El Oso, ni pensé que iba a durar tantos años. Yo empecé a poner etiquetas al tapón en la cera líquida, me enseñaron a operar líneas, a envasar. En un año aprendí de todo. No me he aburrido, lo que más me gusta hacer es llenar a mano envases con colores especiales”, comparte Julieta Álvarez, quien acumula 24 años prestando sus servicios a la empresa.

Nefertiti Fonseca, quien lleva poco más de medio año en la compañía, tiene a su cargo el armado de cajas. cuenta que lo que más se le complicó fue aprender el funcionamiento de las máquinas, sobre todo porque su anterior trabajo era como administrativa de cultura.

“Es como enfrentarte a todo esto, al trato. Anteriormente trabajaba en una oficina, ahora, enfrentarte a todo esto es aprender de nuevo”.

“La grasa y el jabón son las líneas más complicadas, porque son pequeñas, y se tiene que mandar a hacer rápidamente”, ríe, pide permiso para tomar su tiempo de comida y se retira.

“Gracias a mi vecino bolero trabajo en El Oso”

Sharon Castillo, quien tiene dos meses trabajando como ayudante general, comparte que quiere llegar a operar una máquina. Logró incorporarse a El Oso porque su vecino le alertó sobre vacantes en el lugar.

“Él es bolero y también vende los productos, anda por todas partes, vive por donde yo y ya sabe que trabajo aquí”, afirma la mujer de 36 años.

Con el pelo recogido y ojos color miel, apresura la actividad que realiza en una de las líneas de producción. “Desde que era niña conozco los productos de El Oso. Es algo fantástico, nunca creí que iba a llegar a trabajar en esta empresa”.

Sharon asegura que porta orgullosa el uniforme de la empresa, mismo que también tiene bordada la bandera mexicana.

La madre de familia adelanta que comprará la caja personalizada de bolero que también venden en El Oso y cuyo grabado lo realizan con un proveedor adicional.

En México, la cercanía que se tiene con el oso polar va más ligada con sus características, ya que una de ellas es que le gusta mantenerse limpio. Tal vez así imaginó don Prisciliano que se vieran los zapatos de los mexicanos.

Además, su pelaje está tan bien adaptado para los ambientes árticos que a veces puede confundirse con un montón de nieve, tal como funcionan los productos, que se camuflan en los miles de pares que ayudan a limpiar el calzado, ya sea tenis o zapatos para recorrer los kilómetros demandados por sus propietarios.

Expansión

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