En 2024, la Junta del Boletín de Científicos Atómicos ha situado a la humanidad a 90 segundos del “juicio final”, igual que el año pasado. Las guerras, el cambio climático y el avance de la IA son algunas de las causas
El Reloj del Fin del Mundo, también conocido por su nombre original en inglés, Doomsday Clock, se ha convertido en un indicador universalmente reconocido de la vulnerabilidad del mundo ante una catástrofe global causada por las malas prácticas del ser humano.
Lejos de constituir la trama de una película de ciencia ficción, la idea surgió de un grupo de científicos, fundado nada más y nada menos que por Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer, entre otras mentes que participaron en el Proyecto Manhattan, que anualmente realiza un seguimiento de factores como el cambio climático, el riesgo nuclear o las tecnologías disruptivas para determinar cuánto tiempo queda hasta la “medianoche”; es decir, hasta el momento en que el mundo se acabará por destruir.
Así, la manecilla del reloj se ha movido ya 25 veces desde su debut. Y aunque en ocasiones, debido a la aprobación de leyes que aparentemente perseguían el propósito de la paz en el mundo, la humanidad ha logrado retrasar el “juicio final”, en los últimos años hemos estado acercándonos demasiado a ese límite: en 2023, el Doomsday Clock nos situó a 90 segundos —más cerca que nunca— de la catástrofe, y en 2024 se ha mantenido la misma cifra. La guerra en Ucrania y en la Franja de Gaza, el aumento de la temperatura global y el auge de la Inteligencia Artificial son algunas de las causas.
¿Cuándo comenzó el Doomsday Clock a ser un indicador del fin de la humanidad?
La Junta del Boletín de Científicos Atómicos describe el Reloj del Fin del Mundo como una “metáfora de lo cerca que está la humanidad de la autodestrucción”. Creado en 1947 por este comité de expertos, con la colaboración de una Junta de Patrocinadores —que incluye 9 ganadores del Nobel—, el proyecto busca impulsar a los líderes y ciudadanos de todo el mundo a responder con urgencia ante las amenazas inminentes, “como si hoy fuera el momento más peligroso de la historia moderna”, anuncian en el comunicado de 2024.
No es casualidad que la idea haya surgido en momentos tan convulsos para la historia de la humanidad, a pocos años de finalizar la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto, la primera hora mostrada en el reloj se colocó a 7 minutos de la medianoche. Y ya parecía catastrófico, pero en línea con la máxima de Publio Flavio Vegecio, “si quieres la paz, prepara la guerra” —que sigue teniendo vigencia tras más de 15 siglos—, la carrera armamentística continuó y para 1953 el Doomsday Clock llegó a marcar las 23:58.
Un aparente soplo de esperanza llegó en 1963, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética firmaron el Tratado de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares, que puso fin a todas las pruebas nucleares atmosféricas, lo que provocó el movimiento de la manecilla hasta las 23:48. Cinco años más tarde, sin embargo, el reloj volvió a colocarse a 7 minutos de la catástrofe debido a la participación de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, la reanudación de las hostilidades entre Israel y sus vecinos árabes y el desarrollo de armas nucleares por parte de Francia y China.
Desde entonces, ¿cuál ha sido el año en que la humanidad ha estado más lejos del momento de destrucción? Fue en 1991, cuando la manecilla retrocedió hasta las 23:43 a causa del fin de la Guerra Fría y la firma del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas por parte de Estados Unidos y la Unión Soviética. Aquel año, la Junta abrió la declaración del Boletín anunciando: “Una nueva era”. No obstante, se trató de una falsa sensación de paz y seguridad, ya que a partir de entonces el intervalo hasta la medianoche no dejó de reducirse.
¿Qué significa estar a 90 segundos del Fin del Mundo?
Más cerca que nunca de vivir un momento de peligro sin precedentes. Esa fue la idea que plasmaron los medios de comunicación en 2023, cuando el Doomsday Clock situó a la humanidad a 90 segundos de su autodestrucción. Ahora, en 2024, la evaluación no ha ido a mejor: la manecilla no ha logrado alejarse de la medianoche.
Uno de los principales factores que nos aproxima cada vez más a las 00:00 es la guerra. Los conflictos alrededor del mundo, pero especialmente aquellos en los que interviene un gran número de países —como en el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, y entre Israel y Gaza—, aumentan las posibilidades de que suceda, de forma inminente, un acontecimiento global devastador.
Además, el comunicado de 2024 destaca en esta línea la expansión de capacidades nucleares por parte de Rusia, Corea del Norte, Estados Unidos y China, junto a la aceleración de Irán en la producción de uranio con fines bélicos.
Por otro lado, el reloj también tiene en cuenta que, en 2023, la Tierra experimentó el año más caluroso jamás registrado: algo que se tradujo en desastres naturales cada vez más extremos, como el huracán Otis en Acapulco o los incendios forestales en Grecia.
Y con respecto a la tecnología, el año estuvo marcado por un avance sin precedentes de la Inteligencia Artificial que, según los expertos, “tiene un gran potencial para magnificar la desinformación y corromper el entorno informativo del que depende la democracia”, y que a su vez podría impedir que el mundo aborde de manera efectiva los riesgos nucleares, las pandemias o el cambio climático.
La Junta del Boletín de Científicos Atómicos, en la que se encuentran expertos con un profundo conocimiento de la tecnología nuclear y la ciencia del clima, realiza dos reuniones cada año con el objetivo de evaluar la situación global y, finalmente, determina en qué sentido mover las manecillas del reloj.
Así pues, el Doomsday Clock no constituye, al contrario de lo que se puede pensar, una herramienta que predice lo que podría suceder en un futuro, sino que es el resultado de un análisis sobre los acontecimientos anuales que amenazan a la humanidad.
nationalgeographic.com.es
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