El 4 de enero, Juan y su familia pasaron todo el día tirados en el piso de su casa, esperando a que la balacera se calmara. Duró unas 7 horas y fue cuando el enfrentamiento terminó que el ejército entró al ejido Nuevo Morelia, en el municipio de Chicomuselo.
Al día siguiente el campesino -cuyo verdadero nombre no diremos para proteger su seguridad- amaneció preocupado de que los enfrentamientos siguieran, convencido de que había que irse de allí.
Su familia y sus vecinos estuvieron de acuerdo y el 5 de enero casi todos los 700 habitantes de Nuevo Morelia decidieron salir en caravana.
Temían que algo pudiera pasar en la carretera y pidieron al ejército ser escoltados fuera de Chicomuselo, pero los soldados se negaron.
Los pobladores tomaron camino, agarrando lo que pudieron -algo de ropa, unos documentos- y dejando lo que no les era posible llevar: su parcela, sus animales y sus muertos.
De acuerdo con los pobladores, fueron dos los vecinos fallecidos durante los tiroteos y unos veinte los muertos en total.
Por su parte, la Fiscalía de Chiapas afirmó que “no hay reportes de homicidio por algún tipo de enfrentamiento”, y que “gracias a la coordinación con las autoridades de los tres niveles de gobierno, prevalece la tranquilidad y se garantiza la seguridad” de los habitantes de Chicomuselo.
Explotación de la mina de barita
La tensión en Nuevo Morelia subió la semana anterior a los enfrentamientos del 4 de enero, cuando el Cártel de Sinaloa rodeó la comunidad y el Cártel Jalisco Nueva Generación interrumpió sus labores de explotación de la mina de barita que se ubica en el ejido.
“Quisieron proteger el material”, dice Juan.
La mina La Revancha estaba a cargo de la empresa canadiense Blackfire hasta 2009, cuando fue clausurada por la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (PROFEPA), tras el asesinato del opositor Mariano Abarca.
De acuerdo con la respuesta que dio la Secretaría de Economía a una solicitud de información, a partir del año 2000 en Chicomuselo se han otorgado 15 concesiones mineras, sin embargo, después de la clausura de La Revancha los pobladores, que están organizados alrededor de la Iglesia católica, lo habían declarado “municipio libre de minería” y rechazaron las propuestas de explotación de las empresas.
En mayo de 2023, un ingeniero que había recibido una negativa del ejido Nuevo Morelia -en una minuta que se firmó en la delegación de gobierno- se presentó frente a la asamblea con unos hombres armados. Se identificaron como pertenecientes al Maíz, una presunta organización social creada por el CJNG, y afirmaron que se iban a llevar la barita que años atrás había sido extraída por Blackfire.
Sucesivamente, el mismo Maíz empezó la explotación de la mina y comenzó la rehabilitación de la carretera que la empresa canadiense usaba para llegar al colindante ejido Grecia, en cuyo subsuelo se encuentra la mayor cantidad del mineral.
El cártel entró entonces con maquinaria y camiones pesados, resguardados por hombres armados.
“Fue allí cuando se desarticuló la resistencia, no nos metimos con esta gente que ofrece armas y muerte. Nuestra lucha siempre ha sido pacífica y estamos totalmente ajenos a una lógica de confrontación armada”, afirma un activista local.
“Hay camiones que suben y bajan todo el tiempo y no sabemos adónde llevan todo este material, ni quién lo compra”.
¿Qué es la barita y para qué se usa?
La barita es un mineral utilizado para la perforación de pozos petroleros y es un buen negocio: de acuerdo con la empresa de investigación de mercado Mordor Intelligence, hasta 2028 su mercado crecerá un 5.75% cada año.
En un documento de 2020 llamado Perfil del Mercado de Barita, la Dirección General Desarrollo Minero de la Secretaría de Economía señala que la producción del mineral en México se localiza principalmente en Nuevo León, Sonora y Coahuila, y afirma que en el sector operan 4 empresas productoras y prácticamente un sólo consumidor: la industria del petróleo.
“No existen contratos de venta, los productores deben responsabilizarse de la logística y llevar el mineral hasta los puntos de consumo. El productor de barita vende (a granel) el sulfato de bario directamente a las empresas contratistas de PEMEX (perforadoras de pozos petroleros)”, dice el documento.
“Temporalmente, algunos pequeños mineros explotan sus yacimientos y venden el mineral a los medianos mineros con planta de beneficio propia, quienes lo agregan a su producción”.
Desplazamiento masivo de Chicomuselo
El ejército ya abandonó Nuevo Morelia y el CJNG tiene vigilancia permanente en su entrada.
La mayoría de sus habitantes -como los pobladores de las cercanas comunidades de San Francisco Las Palmas, El Limonar y del barrio La Pinta- ya no viven allí pues se desplazaron a los municipios de Comitán, Jaltenango, Ángel Albino Corzo, La Concordia y Tuxtla Gutiérrez.
Unos diez días después, otras familias tuvieron que dejar las comunidades de Chicomuselo a causa de los enfrentamientos y de la sucesiva confrontación entre el ejército y los mismos pobladores, que habían construido barricadas para impedir la entrada de los cárteles y rechazaron el ingreso de los soldados, al considerar que están coludidos con los criminales.
La Secretaría de Protección Civil de Chiapas afirma que en los albergues hay 701 personas, pero la mayoría de las familias desplazadas encontraron refugio en casa de familiares y amigos.
De acuerdo con el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), las personas desplazadas de la Sierra de Chiapas durante enero de 2024 son alrededor de 2 mil 300 y proceden de unas 20 comunidades de Chicomuselo, 7 de La Concordia y 3 de Socoltenango.
Quienes se quedaron en Chicomuselo no sólo viven con miedo y en alerta constante, sino con preocupaciones económicas. Debido al control que las organizaciones criminales tienen sobre el territorio, a los campesinos les cuesta llegar a su parcela o comercializar su cosecha, y a los transportistas viajar en carretera. Por eso hay desabasto de bienes de la canasta básica y los precios han subido.
De todos modos, Juan está convencido de que quiere regresar a Nuevo Morelia.
“Salimos con lágrimas en los ojos y queremos regresar a nuestras tierras porque es nuestro lugar, donde tenemos para vivir y donde estamos adaptados”, dice. “En este momento tenemos poca esperanza, el gobierno nos ha dejado solos”.
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