Abraham Laboriel Jr. es un destacado músico que forma parte de la gira ‘The Got Back Tour’ con la que Paul McCartney regresa a México este noviembre con 2 conciertos en el Foro Sol. El baterista es hijo del bajista mexicano Abraham Laboriel y sobrino del rockero Johnny Laboriel.
El nacido en marzo de 1971 se unió el ex Beatle por primera vez en 2001, aunque no es el único artista internacional que lo ha invitado a tocar con él, pues se suman Eric Clapton, Eddie Vedder, Robi Draco Rosa, Shakira, B.B. King y hasta Lady Gaga.
¿Quién es Abe Laboriel Jr.?
El mejor conocido como Abe nació en Boston y creció en Los Ángeles en una familia musical. En el podcast Here’s The Thing with Alec Baldwin refirió que su mamá le contó que la música lo calmaba cuando pataleaba cuando estaba embarazada, por lo que desde entonces acudía a conciertos.
Los primeros shows que presenció fueron los de su padre, quien le enseñó que debía tocar con su alma “para llegar a todas las personas”. A los 5 años recibió una batería de regalo por parte del percusionista Jamey Haddad, y así pasaba el tiempo con su papá, quien le enseñaba a tocarla.
A los 10 años le dijo que quería hacerlo profesionalmente y entonces le dio lecciones oficiales. Abraham estaba influenciado por música de Genesis y Phil Collins. Asistió a la escuela de música Dick Grove, la Academia de Música de Hamilton High School y se graduó del Berklee College of Music en 1993.
Formó parte de un trío de jazz con Vernell Brown y Mike Elizondo, pero fue su trabajo con K.D. Lang que lo hizo salir de gira por primera vez con Steve Vai. Su encuentro con Seal lo acercó a diversos productores, por lo que tuvo la oportunidad de acompañar a Sting.
Recibió un homenaje de la Fundación Nacional para el Avance de las Artes en 1989 y estuvo presente en los Jubileos de Oro y Diamante de la Reina Isabel II, además de eventos como el medio tiempo del Super Bowl o los Juegos Olímpicos.
Cuenta con sus propias baquetas diseñadas por él mismo, patrocinadas por Vic Firth, que se caracterizan por ser largas y gruesas.
El Financiero