Los años pasan y los sistemas de protección civil siguen desdeñados y minimizados por los gobiernos.
Cierto que ante la furia de algunos fenómenos naturales poco es lo que puede hacerse para proteger vidas y bienes, pero el ordenamiento de los asentamientos, la prevención y la organización para auxiliar a los damnificados aún deja mucho que desear.
Lo vemos una vez más con los efectos destructores del huracán Otis. Por falta de inversión no contamos con la tecnología más avanzada para monitorear los ciclones, carecemos de una comunicación eficaz para alertar y persiste la ignorancia (que lleva al atrevimiento) entre la mayoría de la gente que cree que por ser una simple tormenta tropical o un huracán nivel 1 no pasará gran cosa.
Ya que pega el fenómeno meteorológico siempre lo mismo. Desorganización, las autoridades empeñadas en hacer menos los daños, falta de vigilancia, la ayuda no fluye, hay saqueos y funcionarios se roban las aportaciones de la sociedad
En Veracruz sabemos lo que es esto. Lo hemos padecido y lo seguiremos padeciendo. Ahí están los casos de Stan (2005) y Karl (2010).
Y si bien en los últimos años nos han dejado en paz, eso no quiere decir que en un futuro mediato o inmediato, pues las lluvias podrían continuar hasta diciembre, no nos pegue uno.
Aquí en Xalapa un fenómeno natural de esa magnitud nos destrozaría. Hay miles de casas construidas en zonas escarpadas y la estructura urbana no está colocada para soportar violentos vientos con lluvia.
No somos un municipio costero y eso nos aleja del peligro dirán muchos. Pensar así empeora todo.
Cuando el huracán Karl azotó a Veracruz, a unas horas de tocar tierra los pronósticos eran en el sentido de que si entraba por el municipio de La Antigua seguiría su ruta pasando por Xalapa.
Eso finalmente no ocurrió. En principio no se despegó de la costa, pasó arrasando por Cardel, siguió su paso a unos kilómetros del puerto de Veracruz y continuó su destrucción por la región de Cotaxtla.
De haber pasado por Xalapa, hace trece años, apenas nos estaríamos recuperando de lo destrozada que habría quedado.
¿Y qué se ha hecho para estar prevenidos, por parte del gobierno e individualmente? Nada. Este año se sabía que habría más ciclones en el Pacífico y que al menos dos alcanzarían niveles 4 o 5 y ¿hubo una preparación especial?
Si en unos días nos pegara un huracán en tierras veracruzanas volvería a ser la misma historia de baja prevención y luego la desorganización. Algo así como sálvese quien pueda.
Las encuestas de Morena, para las candidaturas a gobernador, ya consideraban distintas variables, no sólo quién es más popular, así que aplazar la fecha para dar a conocer a los ganadores solo atiza el fuego de la especulación y división.
Todos los participantes saben que en cada estado hay un favorito respaldados desde el que cedió el bastón y por quien lo recibió (en Veracruz es Rocío Nahle) y ahora, con el aplazamiento, solo queda pensar que el cumplimiento por la equidad de género sí movió el panorama y que los números no resultaron como querían.
¿Quién ganó en Veracruz? El resultado real, públicamente, nunca se sabrá.