Si hubo alguien a quien se le practicaron infinidad de análisis psicológicos, ese fue Mario Aburto Martínez, el asesino confeso del entonces candidato presidencial priista, Luis Donaldo Colosio, a quien ultimó a sangre fría ese 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, una popular colonia de Tijuana, Baja California.

En un dictamen de psicología del 27 de junio de 1994 ,los peritos acordaron que la personalidad de Aburto está dividida por dos fuerzas contradictorias: “lo que desea ser y lo que realmente es”. Pero el informe es aún más específico:

“(Aburto) pertenece a una clase social baja con expectativas de pertenecer a la clase media, aceptando aparentemente las normas sociales, las cuales posteriormente transgrede ante su frustración al no obtener lo deseado”.

Hubo otros peritajes que destacaron sus sus múltiples relaciones íntimas con una imperiosa necesidad de llamar la atención.

“Es sexualmente seductor, se encuentra incómodo cuando no es centro de atención (…), sus acciones van dirigidas a obtener satisfacción inmediata, no tolera la frustración ni la demora en lo que quiere conseguir, y tiene un bajo concepto de sí mismo, un gran sentimiento de inferioridad (…) Suele aparecer frío e indiferente, es competitivo, dominante, ambivalente, con dependencia afectiva profunda, suspicaz y resentido”.

En el expediente del juicio, le realizaron tres estudios psicológicos con resultados distintos: en el primero le diagnosticaron rasgos narcisistas, conductas antisociales y poca tolerancia a la frustración; el segundo estudio lo define con personalidad paranoide y sociopática.

Y en el tercero se le encontró una personalidad borderline. Es decir, se trata de un paciente psiquiátrico con emociones turbulentas que en ocasiones presenta acciones impulsivas.

En uno de los estudios para definir el perfil psicológico de Aburto se establece, por ejemplo, que una de las razones de su tendencia a ser violento es su madre.

Aburto Martínez siempre ha dicho que es «un chivo expiatorio», y que fue otra persona la que disparó contra el candidato Colosio. Y ha denunciado maltratos, abusos y torturas en sus años de reclusión.

De acuerdo con su perfil clínico criminológico de evolución, con fecha del 11 de marzo de 2014, elaborado en el Centro Federal de Readaptación Social número 6, de Huimanguillo, Tabasco, donde se encuentra recluido, Aburto mostró una tendencia positiva en su proceso de reclusión, pese a que, luego de su ingreso al penal de Huimanguillo,el 6 de julio de 2012, en otros años y en otras prisiones donde había estado recluido, infringió el reglamento de los centros federales en diversas ocasiones por intento de extorsión por parte de sus compañeros, “ante la escasa asertividad se hizo acreedor a sanciones disciplinarias», destaca el perfil.

Ese reporte reporte destaca que Aburto logró «ajustar su conducta» y desde su estadía en el penal de Huimanguillo no ha incurrido en sanciones disciplinarias: «Actualmente, sus rasgos de carácter de control de impulsos, tolerancia a la frustración y respuesta a la demora se encuentran en niveles adecuados».

El documento concluye que Mario Aburto, a quien se le condenó a 45 años de cárcel por el magnicidio contra Colosio, «es una persona auténtica y sincera en sus relaciones interpersonales». También indica que es prudente, reservado, serio, de buen trato, «se percibe seguro de sí mismo, optimista, con confianza en el futuro; se muestra tal cual es, generoso y cordial».

¿Pero quién es Mario Aburto?

Aburto Martínez nació el 8 de julio de 1971 en La Rinconada, un pequeño poblado al norte de Zamora, Michoacán. Es hijo de Rubén Aburto Cortés y María Luisa Martínez Piñones y fue el segundo de seis hermanos.

Su padre era un hombre perseguido por la justicia. Años atrás, en una borrachera, había matado a balazos a su hermano y a otro hombre. Tiempo después, la orden de aprehensión en su contra prescribiría. El padre de Aburto logró burlar la ley.

La madre de Mario se encargó de los hermanos y él ingresó a la primaria en 1977. Logró 8.1 de calificación general en la primaria y 7.6 en la secundaria. Adolescente, Aburto empezó a mostrar cierta reticencia hacia la autoridad. Sus compañeros de clase lo consideraban reservado y serio, pero notaban cómo cambiaba radicalmente su actitud cuando se sentía víctima: “alzaba la barbilla cuando se sentía objeto de una injusticia o cuando se le contrariaba”, relató una de ellas.

Aburto soñaba con estudiar Economía en la universidad. Pero también quería cambiar a México. En el famoso baúl en donde se encontró el “Libro de Actas”, un cuaderno que la entonces PGR utilizó como pieza fundamental para la condena de Aburto, el joven michoacano tenía dibujos.

En una de sus hojas se percibe el dibujo de un hombre con las manos en alto y lo que parece ser una banda presidencial. Detrás de su figura hay un guerrero águila, símbolo que obsesionaba a Mario Aburto. Junto al dibujo está escrito:

“Aquellos que estén en contra de las decisiones del pueblo, que se consideren traidores a la patria. Por que los verdaderos hijos de la patria lo demuestran con hechos no con palabras. Por que el que hace, que se respete la democracia en donde no se respeta es más valioso que mil políticos juntos. Las fuerzas de la paz son más grandes que las de la guerra (sic)”.

El Universal

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