A mediados de mayo legisladores de Movimiento Ciudadano citaron a una conferencia de prensa en la avenida Patriotismo de la Ciudad de México, para dar a conocer la pinta de una barda con la leyenda “Con el PRI ni a la esquina”. Y casi de manera simultánea, Dante Delgado dijo en Chiapas que su partido no iría en alianza con otro que ha perdido 22 gubernaturas.
Todavía en ese mes la oposición estaba tan descolorida que no se veía por dónde alguno de sus aspirantes a la presidencia pudiera hacerle siquiera cosquillas a quien resultara candidato o candidata de Morena.
Y en efecto lector, ni Santiago Creel, ni Enrique de la Madrid, ni Miguel Ángel Mancera, ni alguno de la docena de sujetos y sujetas que buscaban la candidatura, tiene los tamaños para inquietar al partido en el poder
Fue hasta que la senadora Beatriz Paredes alzó la mano, que la raza de bronce la vio con posibilidades de hacer la travesura. Y fue en ese contexto que Dante repitió con más firmeza (ya lo había dicho en otras ocasiones) que MC no iría con el PRI y por consiguiente con la alianza opositora.
Con lo anterior se descubrió el truco; el mercenario pactó con el inquilino Palacio Nacional mediante una ecuación sencilla. Cada voto para el candidato de MC será un voto menos para el aspirante del Frente Amplio por México, lo que abrirá aún más la puerta a Morena para repetir en la presidencia.
En mayo las cosas iban tan tranquilas para López Obrador que lo estaban aburriendo. Tanto que urgió a la oposición a escoger a su candidato porque el tiempo apremiaba.
Jamás pensó que un huracán llamado Xóchitl le tiraría el tinglado, le arrebataría la agenda, le provocaría insomnio y despertaría de su modorra a una sociedad apática. La fuerza de la hidalguense creció al grado que hoy es (junto con Beatriz Paredes), una de las dos abanderadas del FAM con amplias posibilidades de darle algo más que un susto al partido en el poder.
Pero Dante sigue terqueando; insiste en que MC irá en solitario por la presidencia cuando su escuálido partido ni a candidato llega. De los tres que se barajan, Luis Donaldo Colosio Riojas está deshojando la margarita; a Samuel García ni el propio Dante le ve espolones para gallo y Enrique Alfaro de plano rompió con MC y por consiguiente con el cordobés.
“No hay que darle muchas vueltas para saber que la terquedad de Dante es muestra de que pactó con López Obrador a cambio de posiciones para su partido y una millonada para él” me dijo un analista político que lo conoce muy bien.
El problema es que su tozudez dividió a la cúpula de Movimiento Ciudadano y a sus militantes que juntos suman el 9 ciento de los electores. Una bicoca que el mercenario ex gobernador ha sabido vender muy bien.
Pero su rompimiento con Alfaro le puede costar mucho por dos razones, la primera porque el gobernador de Jalisco ha dicho en reiteradas ocasiones que MC debe sumarse al FAM. Y la segunda, porque el propio Alfaro es después de Dante, el segundo hombre más poderoso de MC y eso cuenta y cuenta mucho.
Dante estaba acostumbrado a que nadie le respingara, pero Enrique Alfaro no sólo le salió respondón, sino que se llevará al FAM al 4.5 por ciento de los votantes de Movimiento Ciudadano, con lo que menguará el sufragio del partido naranja a favor de Morena.
El cordobés está en un brete porque si sigue machacando con la idea de ir en solitario, la desbandada en MC puede aumentar y lo prometido por Andrés Manuel se le va a esfumar.
Pero si se decanta por el FAM, ni panistas, ni priistas, ni perredistas, lo dejarán que quiera agandallar con una de las tajadas más grandes del pastel. Y es que el 4.5 por ciento de votos que pondrá sobre la mesa, apenas le alcanzarán para una rebanada cercana a lo regular.