Lo que esta semana se dijo en Palacio Nacional no es tema menor: la seguridad de cualquiera de las corcholatas morenistas, así como de los aspirantes opositores, peligra principalmente en cuatro estados de la república: Estado de México, Guanajuato, Guerrero y Veracruz.
Se tiene reportes de amenazas de diversa índole por asuntos relacionados con el fanatismo o, bien, por un entendimiento particular del concepto de “lealtad”. De hecho, la titular de Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, fue quien presentó el reporte en privado.
El presidente giró instrucciones para monitorear los estados calientes, pues en sus palabras, afirmó no querer una tragedia durante su sexenio que involucrara la vida tanto de sus amigos como de sus adversarios.
Y es que el aviso no implicaba exageración alguna: hay indicios de peligro y, por ende, un justificado temor ante una terrible repetición de lo ocurrido con Luis Donado Colosio. Los avisos que llevó la secretaria Rodríguez (mismos que le hicieron llegar por filtraciones confiables), revelan intenciones preocupantes de “algunos grupos externos”.
Todos los equipos de las corcholatas y opositores han sido alertados, esperando que acepten seguridad especial de un “ala secreta” del gobierno federal. Los personajes con mayor riesgo, según la información, son: Ebrard, Adán López y Xóchitl Gálvez.
La latencia de un atentado hacia la más aventajada candidata opositora o el excanciller Ebrard obedece, principalmente con base en los datos recibidos, a la cercanía que pudieran tener ambos desde sus trincheras y, en distintos momentos, de vencer a la candidata “en el papel” predilecta de López Obrador: Sheinbaum.
Veremos qué pasa. Ojalá todo quede sólo en el anecdotario de la clásica tragicomedia electoral mexicana.
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