Flanqueado por sus cuatro corcholatas rumbo a la presidencia, así como de todos los senadores y senadoras morenistas, López Obrador no sólo ordenó tener candidato (o candidata) de unidad para mediados de año, sino que puso límites a la lucha interna entre Sheinbaum, Adán Augusto, Ebrard y Monreal.
Lo revelado por El País hace algunos días es real: el tabasqueño dijo en Palacio Nacional que para evitar más división en el movimiento, (y por las incertidumbres que estaba viviendo con su salud), la corcholata final debería estar seleccionada poco después de la encuesta.
Aunado a lo que comparte el diario español sobre lo ocurrido en dicha reunión, vale la pena agregar que, (de acuerdo a dos fuentes presentes en ese cónclave), el presidente externó que no podía caer en cama o dedicarse a sus padecimientos sin haber ganado la elección del 2024; “después de eso puede pasarme lo que sea, no antes”, dijo.
Más allá de la foto repartida a medios y difundida en redes sociales oficiales, en la cual AMLO sonríe con sus cuatro aspirantes en una mesa larga, (donde a su derecha aparece Adán, a su izquierda Monreal y en los extremos Ebrard y Sheinbaum), lo que ahí ocurrió transitó (en varios momentos) mayormente por la preocupación.
AMLO afirmó que su salud puede “jugarle chueco” en cualquier momento, y que el movimiento difícilmente vencería a la oposición sin su presencia en todo el proceso, por ello la necesidad de definir al ungido lo más rápido posible.
López Obrador repitió en más de una ocasión que no tenía favorita ni favorito, pues estaría irrespetando al resto de los aspirantes, se comprometió a no intervenir en el resultado de la encuesta y a poner orden con el (o la) que se alebrestara.
“El que gane será candidato y al que quede en segundo lugar se le dará la Jucopo del senado; también habrá posiciones muy buenas para el tercero y cuarto”, declaró. Monreal se mantuvo inexpresivo, Adán Augusto respiró lento, Sheinbaum sonrió acartonadamente, y Ebrard se frotó las manos.
Veremos qué ocurre.
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