A 32 años de la explosión de la planta de plaguicidas Agricultura Nacional de Veracruz S. A. (Anaversa), en Río Blanco, decenas de víctimas murieron sin recibir apoyo y los que permanecen luchan porque se decrete la remediación de este espacio que sigue siendo un pasivo ambiental en la entidad veracruzana.
El 3 de mayo de 1991 un incendio generó la explosión de la planta ubicada en el barrio La Estación en el centro del municipio; la nube tóxica cubrió varios kilómetros pero las autoridades solo reportaron algunas intoxicaciones.
Como consecuencia de este accidente se dispersaron plaguicidas de toxicidad aguda y al quemarse, produjeron dioxinas y furanos, sustancias altamente tóxicas y persistentes en el ambiente.
A 32 años de distancia, Anaversa no se ha hecho responsable por los daños, el sitio permanece como un pasivo ecológico de gran riesgo, pues a pesar de que el sitio fue clausurado por la Procuraduría del Medio Ambiente (PMA) tras corroborarse la extracción de material tóxico del sitio, la semana pasada rompieron los sellos y las irregularidades continúan.
La presidenta de la asociación de asistencia “Afectados por Anaversa”, Rosalinda Huerta Rivadeneyra, señaló que el 20 de abril de 2022, el Cabildo de Córdoba reconoció como una tragedia municipal el accidente y decretó el Día Municipal de Prevención de Desastres Químicos. Un primer paso hacia el reconocimiento de la tragedia que afectó a mil 500 personas de manera directa y hasta 5 mil de forma indirecta.
Pese a ello, hace menos de un mes inició la movilización de escombro contaminado, con la ayuda de camiones sin placas y sin ninguna razón social, lo cual afirmó que se trata de un movimiento clandestino.
“Vino a clausurar el sitio, quedó clausurado pero a los dos días quitaron la manta y quitaron los sellos, la clausura tiene una semana y la ruptura de los sellos tiene cuatro días (…) Eso pone en evidencia el estado de abandono que ha guardado el caso y como papa caliente, de lo que se llaman infiernos ambientales, están abandonados”, dijo.
Y es que a pesar de que Anaversa se trasladó a Puebla, los efectos devastadores continúan en este sitio, en donde durante las últimas tres décadas se han incrementado casos de varios tipos de cáncer, según la asociación.
Por ello, otra de las demandas es la construcción de un Centro de Cancerología para la atención de estos casos de cáncer.
Insistió en que ha habido una omisión violenta por parte del Estado y que es urgente que el actual Gobierno federal decrete el inicio de la remediación ambiental y una serie de medidas encaminadas a prevenir este tipo de desastres.
“Eso habla de un contubernio descarado del Estado con la empresa porque la empresa nunca necesitó defenderse porque su defensor fue quien debió haber sido su fiscal (…) Para nosotros nada puede compensar el dolor y la muerte de tantos, y lo más urgente de hacer es detener el daño y ¿cómo se puede detener?, remediando, remediando en serio”.
Rosalinda Huerta Rivadeneyra recordó que el día de la tragedia resultaron afectadas más de mil 500 personas, pero muchas han muerto esperando que se les hiciera justicia.
Tras la explosión, las autoridades no reconocieron afectaciones más allá de las intoxicaciones producidas por la lluvia ácida y nube tóxica que cubrió la tercera parte de la ciudad, a pesar de que especialistas han advertido que las sustancias que ahí se producían como pentaclorofenol, ácido 2,4-D, parathion metílico, malatión y paraquat, con la explosión generaron dioxinas y furanos, altamente tóxicos que aún persisten en la zona.
Especialistas como la integrante del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana, Beatriz Torres Beristain, han señalado que la explosión causada por un problema de sistema eléctrico creó una nube tóxica que se dispersó; los primeros expuestos fueron los bomberos y voluntarios, pero sin un plan de contención el agua corrió por los ríos y se contaminaron aguas subterráneas y superficiales, el agua potable y hasta de los cultivos.
El resultado en cadena fueron afectaciones al sistema endocrino, incidencia en cáncer de piel, testicular, cerebro, estómago, colon, recto, próstata, páncreas y riñón, así como efectos en el sistema inmunológico, incremento en diabetes, reducción de capacidad reproductiva, enfermedades neoplásticas, pero oficialmente no se reconoció ninguna víctima mortal.
AVC
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