Apenas eran las 8 de la noche cuando el secretario de gobernación decidió marcarle a su paisano, Andrés Manuel López Obrador, y pedirle autorización para “meter su cuchara” por completo en la elección del estado de Veracruz.
El argumento era uno: Dante Delgado prácticamente había decidido sumarse a la alianza opositora por la simple satisfacción de ver perder a Morena en su tierra natal. No sabía aún las condiciones que pondría el también exgobernador veracruzano, pero “se subía al barco”.
La simple idea de imaginar un candidato o candidata cobijada por la oposición completa en Veracruz, incluyendo a MC, preocupó demasiado al auténtico estratega electoral de AMLO, Adán Augusto López, pues dicho escenario podría significar (sin lugar a dudas), un duelo de poder a poder contra Rocío Nahle o Sergio Gutiérrez Luna.
El problema para Morena en Veracruz rumbo al 2024 tiene nombre y apellido: Cuitláhuac García Jiménez. Su impopularidad y yerros constantes abonan al proyecto opositor, y perjudican severamente los objetivos de la 4T.
En Palacio Nacional saben que si se unen todos los Yunes de Veracruz (rojos y azules), además de Julen Rementería, Anilú Ingram, Marlon Ramírez, José Manuel Del Río Virgen y Juan Manuel Diez, (por mencionar sólo algunos), con sus respectivos equipos y seguidores, son capaces de hacer trizas a García Jiménez, y con ello, dar fuerte pelea al candidato morenista.
La adhesión de Dante Delgado con MC a la alianza opositora en Veracruz ha obligado a dar un “golpe de timón” en la estrategia, pues ese porcentaje de votos que los naranjas trae consigo podría definir la elección. El factor negativo para Morena en el estado es su gobernador, y lamentablemente (para ellos), no se va hasta el 2024.
Hay focos rojos en Palacio Nacional cuando se habla de Veracruz, todos ellos cortesía del ingeniero García. Veremos qué pasa.
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