Una de las cualidades que más se reconocen en la política es la que más escasea en esa y todas las actividades humanas: la lealtad.

Otra es la templanza, que tampoco abunda, pues es común que los políticos caigan en excesos o empeoren los problemas sociales al no tener el carácter para guardar serenidad.

Y con el correr de los años se supone que los seres humanos ganan sabiduría, pero hemos visto y vemos que la política está llena de ambiciosos, ignorantes, imprudentes, necios y autoritarios.

El fin de semana, al ser homenajeado por su partido -no quería ese homenaje, por modestia- Carlos Brito Gómez, con alrededor de siete décadas en la función pública y en la actividad partidista, dio clases sobre cómo deben ser los políticos.

Mencionó precisamente la importancia de la templanza y la sabiduría, y con él resalta la importancia de la lealtad, pues ha sido leal como muy pocos al PRI.

Maestro de un gran número de políticos que han cosechado triunfos -unos buenos como personas otros malos, unos agradecidos otros ingratos-, Brito podrá tener algunos detractores, pero nadie puede negarle sus méritos.

El homenaje fue muy merecido y su ejemplo debe servir para la gran cantidad de políticos que con base a la traición, el autoritarismo y la ignorancia audaz escalan puestos y desgobiernan en todos los niveles.

La Huasteca sigue olvidada de los planes de desarrollo de gran impacto y continúa siendo –dicen tuxpeños- la bella durmiente de Veracruz y de México.

Nos comentan que el plan maestro del puerto de Tuxpan, difundido hace unos días, es muestra de lo anterior.

En lugar de promover el proyecto de puerto profundo que ya cuenta con licitaciones y que convertiría a Tuxpan en un nuevo polo de desarrollo regional y nacional, la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona) impulsa la ampliación hacia la zona urbana de Tuxpan, lo que rompería esquemas y el ordenamiento de la ciudad, destruyendo ecosistemas naturales y la imagen de Tuxpan como la conocemos , terminando los depredadores oficiales al servicio de dos o tres empresarios –infieren allá- con el paraíso del que veracruzanos nos hemos sentido orgullosos.

La actitud de la Asipona, nos hacen ver, rompe el sueño de generaciones de tuxpeños y huastecos en general que han luchado por hacer realidad la construcción de un puerto modelo en el país que le daría competitividad internacional al sistema portuario nacional, que no le quitaría mercancía a Veracruz ni a Altamira, sino le bajaría a Houston (Estados Unidos) y se crearía, en un esquema público privado, un puerto a donde podrían llegar grandes embarcaciones, las que no podrían entrar por el río Tuxpan, por la anchura o el fondo y por el constante azolvamiento de ese río que nace en la Sierra Madre Oriental.

La mafia portuaria, que hace dos años pidió el presidente Andrés Manuel López Obrador erradicarla por completo, sigue campante, nos dicen tuxpeños. Sus intereses son los que promueve ahora Asipona y no queda más que esperar que el área de Inteligencia de la Marina, que debe tener bien los datos, vea que la instrucción presidencial no se cumple y lo haga notar.