Un grupo de investigadores de las universidades Politécnica de Madrid (UPM) y de Castilla-La Mancha (UCLM) ha elaborado un biocombustible a partir de pieles de naranjas que emite un 55% menos de hollín, lo que supone “un prometedor avance en la reducción de emisiones tanto en aviación como en automoción”.

La industria frutícola y, en concreto, la del zumo de naranja genera hasta 30 millones de toneladas anuales de subproductos y residuos, que deben ser gestionados para evitar graves problemas económicos y medioambientales, indica la UPM en una nota de prensa.

Tras extraer aceite de naranja de estos residuos y analizar su potencial como combustible, los investigadores concluyen que “el aceite de naranja derivado de la industria del zumo podría sustituir al 0,1 % o al 0,02 % del queroseno y del diésel consumidos en España en 2019, respectivamente”.

Además de tener un gran contenido en terpenos, estas pieles contienen aceite de naranja constituido sobre todo por D-limoneno, que se puede extraer por prensado o mediante el uso de disolventes.

Los resultados obtenidos demuestran que este aceite es “una alternativa viable para ser mezclado hasta en un 15% con combustible para aviones, sin ningún inconveniente significativo para el rendimiento de los mismos, y cumpliendo con todos los requisitos de las normas de aviación”.

Por su “excelente densidad y poder calorífico (conjuntamente, indican la cantidad de energía almacenada en el depósito del vehículo) y propiedades de flujo en frío (esto es, el comportamiento del biocombustible a bajas temperaturas)”, este aceite se podría emplear como “biocombustible en aviación y en automoción”.

No obstante, la elevada tendencia del aceite de naranja a la formación de hollín durante su combustión hace necesaria su transformación mediante el proceso químico de hidrogenación.

“La principal ventaja de este proceso es que la hidrogenación completa del combustible permite reducir su emisión de hollín un 55 %, según hemos comprobado en nuestro estudio”, señala el investigador de la UCLM, David Donoso.

Además de la naranja, existen otros cítricos -limón, pomelo, lima, cidra, yuzu, bergamota o combava- a partir de los cuales pueden extraerse terpenos, como el D-limoneno presente en las naranjas o las mandarinas, en diferentes proporciones.

Por ello, “la introducción del aceite de naranja (y de otros terpenos derivados de cítricos) en un nuevo mercado, como el de los combustibles para el transporte, tiene especial interés”, indica David Bolonio, investigador de la escuela de Minas y Energía de la UPM.

Además de los residuos derivados de la industria y el consumo alimenticio, se podría aprovechar el desperdicio de naranjas en mal estado en los campos de cultivo, añade el estudio publicado en la revista Reneweable Energy.

Según los investigadores, la incorporación del aceite de naranja al mercado de los biocombustibles contribuiría a atenuar los efectos de la crisis climática. “En el escenario energético futuro, se deberán emplear múltiples fuentes de biocombustibles para sustituir a los combustibles fósiles”, concluyen.

EFE

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