Un equipo de científicos descubrió los ingredientes de la receta que utilizaban los egipcios para hacer momias, según un estudio publicado en la revista Nature. El hallazgo tuvo lugar en un taller de embalsamamiento de 2600 años de antigüedad -una necrópolis de Saqqara a 30 km de El Cairo-.
Durante mucho tiempo, rememora The Washington Post, un puñado de manuales de junto con estudios químicos de momias seleccionadas fueron las principales ventanas al misterioso proceso de 70 días que tenía por objeto secar y preservar los cuerpos de unos pocos fallecidos seleccionados.
De acuerdo con la investigación publicada el miércoles, expertos alemanes y egipcios dieron con un total de 121 vasijas con restos de inéditos ungüentos que eran utilizados para momificar. Asimismo, detallaron que cada uno de los recipientes contenía un rótulo donde se especificaba la sustancia y cómo debía aplicarse.
Entre las inscripciones encontradas, algunas tenían frases como “para ponerlo en la cabeza”, “para que su olor sea agradable” o “para proteger el hígado”.
La fórmula
Tras haber transportado los recipientes a un laboratorio -eran en su mayoría vasos de arcilla y cuencos rojos-, científicos de las universidades alemanas de Tubinga y de Múnich, junto con el Centro Nacional de Investigación de El Cairo, analizaron las muestras obtenidos y dieron con la fórmula egipcia exacta para embalsamar.
“Las vasijas estaban tan bien preservadas que pudimos averiguar qué sustancias usaban, cómo las mezclaban y cocinaban para obtener el producto final que luego aplicaban”, celebró Maxime Rageot, experto en arqueología biomolecular de la Universidad de Múnich y coautor del trabajo.
Según reveló el grupo de científicos, se aplicaban distintas combinaciones de sustancias que incluían resinas, aceites vegetales, grasas animales y fragancias. Cada uno de estos elementos eran empleados en función de cada parte del cuerpo y la mayoría de ellos provenía de regiones alejadas, como el sudeste asiático.
Es por eso que se cree que los egipcios ya habían establecido rutas comerciales para abastecerse de este tipo de productos en ese entonces.
Gracias a los rótulos, fue posible descifrar el uso de algunos ingredientes de la vida cotidiana y el papel que cumplían en el extenso proceso. Por ejemplo, se identificó el uso de resina de pistacho y de enebro o ciprés, así como cera de abejas, todos ellos aplicados para embalsamar la cabeza, lavar el cuerpo y suavizar la piel.
“La piel es uno de los tejidos que antes se corrompe y ellos sabían perfectamente qué tenían que utilizar y empleaban sustancias antifúngicas, antibacterianas y antisépticas para preservarla lo más posible”, precisó Philipp Stockhammer, quien fue coautor del estudio junto a Rageot.
Junto a ello, también hallaron restos de damar y de elemí -especies vegetales que solo crecen en entornos tropicales- y de betún, probablemente procedente del Mar Muerto. Respecto de este último, solo había muestras en partes de la cámara funeraria por lo que se cree no tenía un papel importante en la momificación.
El resto de ingredientes hallados se convirtieron en residuos viejos y degradados, por lo que el análisis químico solo pudo dar pista sobre lo que solía haber dentro de las vasijas. En su mayoría, se trataba de plantas. Algunos de ellas, señala el trabajo de investigación, solo crecían en ese entonces en América.
Errores en la traducción
El nuevo estudio permitió desafiar ciertas suposiciones de larga data sobre el Antiguo Egipto. Durante mucho tiempo se pensó que “antiu” era una palabra que significaba mirra. Pero al menos cinco vasijas etiquetadas con este termino contenían una mezcla de grasa animal y aceite o alquitrán de cedro, enebro y ciprés.
Del mismo modo ocurrió con la palabra “sefet”, vocablo que había sido traducido años atrás como aceite sagrado. Sin embargo, tres etiquetas en recipientes que contenían aquella leyenda albergaban en su interior grasas animales combinadas con vegetales, lo que sugiere que se trataba de un ungüento perfumado.
Quiénes eran momificados en el antiguo Egipto
Las momificaciones estaban reservadas para la gran aristocracia egipcia, seguramente faraones y las personas más importantes de la corte. La inmensa mayoría de individuos no se sometían a estos procesos, largos y costosos, sino que eran enterrados en el desierto y transitaban un proceso de momificación natural.
Al difunto que iba a ser momificado primero se le sacaban las vísceras y órganos para finalmente extraerle el cerebro. Acompañados de sacerdotes especializados, los embalsamadores procedían a lavar el cuerpo y lo preparaban para evitar su descomposición, que impedía una “vida posterior”.
Lo que perseguían los egipcios con este proceso, según detalló La Vanguardia, era conservar el cuerpo. Creían que al morir, la persona perdía la fuerza vital o Ka y solo podía renacer si esa fuerza vital volvía a unirse al cuerpo. Y para que eso pasara, la “momia” tenía que ser igual a la persona viva.
lanacion.com.ar
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