Luego del escándalo -que todavía no termina- para anular el título de licenciada en Derecho por la UNAM de la ministra de la Suprema Corte de Justicia Yasmín Esquivel, sería conveniente que acá en el terruño veracruzano, las autoridades de la Máxima Casa de Estudios, como dice Pancho López el filósofo ateniense xalapeño, “pongan sus barbas a remojar” y no esperen a que surjan y salgan a la luz pública los plagios de tesis y hasta de diplomas universitarios.

Así las cosas, se podría empezar por “revisar” las tesis y los títulos de nivel de licenciatura con que se ostentan funcionarios públicos, federales, estatales y municipales.

Y como el buen juez por su casa empieza, también se deberían de auditar los títulos y tesis de nuestras autónomas autoridades universitarias, porque si le escarban tantito, seguro que van a aparecer varios plagios. Comenzando por los “investigadores” que firman trabajos grupales y que participan así en varios títulos con sus créditos.

Como pareciera que nuestras actuales autoridades no tienen ni idea de lo que deben de hacer, aquí les dejamos algunas recomendaciones, para que no esperen a que luego del niño ahogado, van a querer tapar el pozo.

Las buenas prácticas en el ámbito editorial se construyen sobre la base de la promoción y adopción de habilidades propias que permitan al estudiante o académico optar voluntariamente por la creación original, actitud opuesta al plagio. Esto será posible mediante iniciativas institucionales diseñadas para fomentar una cultura anti plagio, las cuales incluyen:

Estimular iniciativas diseñadas para evitar conductas inapropiadas en la investigación y publicación (Comité de Publicación Ética), En el caso de los estudiantes, entre ellas debe incluirse el establecimiento de estímulos para quienes logren realizar trabajos con alto contenido original. Las publicaciones dedicadas a los reportes de investigación debieran resaltar y fijar claramente las condiciones de originalidad en las instrucciones para los autores.

También someterse de forma seria a la revisión por pares. Hasta el presente, ésta es una de las prácticas que han promovido la originalidad y calidad de las publicaciones, el proceso implica necesariamente la adopción de actitudes éticas y lo más objetivas posible por parte de todo el equipo editorial involucrado en el proceso de revisión de los trabajos por publicar: los editores, revisores académicos, personal técnico. Esta condición precisa de una participación activa de organismos colegiados (Comité de Publicación Ética) que se aboquen a la tarea de monitorear el proceso editorial, para sugerir mejoras y detectar las fallas que pudieran existir en este ámbito.

Publicar de manera precisa las políticas y pasos para la publicación (Comité de Publicación Ética).

Es de singular importancia que el proceso de publicación sea lo más transparente posible, para ello es una condición primordial que toda publicación defina muy claramente sus políticas y mecanismos editoriales, y que éstos sean públicos y de fácil acceso para cualquier interesado en someter trabajos a consideración. Esta práctica evitará los múltiples conflictos que pueden darse cuando algún(os) autor(es) pudieran sentirse agraviados debido a interpretaciones diversas de las reglas de operación en caso de que éstas no sean claras.

• Publicar las prácticas que se consideran faltas de ética, incluyendo el plagio (Comité de Publicación Ética). En el ámbito de la ética existen muchas maneras interpretaciones posibles para un mismo hecho, por eso es de particular relevancia que cualquier publicación defina para sí misma, para enfoques y para sus potenciales autores las prácticas que son indiscutibles y que deben considerarse no éticas. Ellas deben incluir las formas que se consideran válidas para el uso de resultados, figuras y textos provenientes de publicaciones anteriores.

Fijar políticas claras para las consecuencias derivadas de la detección de plagio. Además de las condiciones de rechazo de manuscritos que incurran en plagio, es preciso que dentro de la institución, existan canales de comunicación para que todos conozcan los textos y los autores que se encuentren en la condición señalada. Incluso si hay una política universitaria común para los casos en que podría comunicarse tal hecho a las autoridades universitarias designadas para tal fin.

Generalizar el usa de programas anti plagio.

Generalizar el uso de programas anti plagio. Esta medida ya se promovió dentro de la UNAM pero no ha sido obligatoria. Debiera al menos existir una fuerte recomendación de las autoridades pertinentes para generalizar esta práctica que bien debería encontrarse entre las instrucciones que se brindan a los autores.

Establecer tiempos para que la Universidad realice, a través de cuerpos colegiados ad doc, una autoevaluación tendiente a verificar si el fomento a las buenas prácticas en esta materia está operando de manera satisfactoria, con la opción de sugerencias de mejora/corrección de la situación imperante.

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