Desde el Metro y la Red de Transporte Público (RTP) de la Ciudad de México hasta los gobiernos de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Valle de Chalco y Texcoco habrían sido la caja grande que el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador habría exprimido recursos para llegar a la silla presidencial y de paso mantener a su familia.

López Obrador presuntamente se sirvió de la entonces Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, que gobernó del año 2000 al 2005, así como del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para tejer una red de moches en diversas dependencias capitalinas para fondear su primera candidatura presidencial y las dos subsecuentes hasta 2018 y para sostenerse económicamente.

Aunque no aporta mayores pruebas que el de su testimonio de primera mano, así lo revela Elena Chávez, quien sirvió en el gobierno de López Obrador en la capital de la República, en el área de Comunicación Social, en su libro El rey del cash.

La periodista, quien responsabiliza al gobierno del tabasqueño de cualquier daño que pueda recibir tras las revelaciones, desmenuza una personalidad del mandatario federal autoritaria y rencorosa y advierte de un círculo cercano que lo obedece y fabrica cualquier tipo de pruebas, desvía dinero y obtiene favores con tal de satisfacer la sed de poder de López Obrador.

“El poder ha sido el gran amor y la obsesión de López Obrador y como su alimento para sostenerse todos estos años han sido el odio y el resentimiento con los cuales está gobernando México”, reprocha.

Por ejemplo, Chávez señala a Alejandro Esquer, hoy secretario particular de López Obrador en la Presidencia, de ser uno de los hombres más temidos de la administración, por su cercanía con el jefe del Ejecutivo y por implementar, cuando estaban en el gobierno capitalino, una red de cuotas para mantener al presidente.

“Fue una etapa de saqueo descarado, de abusos y traiciones contra los mexicanos y los propios periodistas que le dieron todo a López Obrador por ser el líder y el más fuerte contrincante para ganar la Presidencia, hasta que se le puso enfrente del panista Felipe Calderón”, narra Chávez.

El esquema, hoy relatado por la excompañera sentimental de César Yáñez, un incondicional y cercano colaborador de López Obrador —hoy es subsecretario en la Secretaría de Gobernación—, es conocido entre los integrantes de Morena, principalmente por Delfina Gómez y los servidores públicos de Texcoco, el cuestionado “diezmo”.

Alejandro Esquer sigue a López Obrador como su secretario particular desde que era líder nacional del PRD y cuando fue electo jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Desde entonces, escribe Chávez, diseñó una red de moches donde los funcionarios del organigrama capitalino tenían que aportar entre el 10% y el 20% de su nómina para sostener la candidatura presidencial del tabasqueño.

“Tal vez la manutención de López Obrador y su familia no sea tan relevante como haber mantenido el movimiento que lo llevó a la silla presidencial a costa de recargarle todos los gastos principalmente a la Ciudad de México”, señaló Chávez.

“Desde los colaboradores más cercanos al jefe de Gobierno hasta el servidor con menos jerarquía eran obligados entregar, según su posición en el organigrama, la mensualidad que solicitaba Alejandro Esquer”.

Este sistema de “moches voluntarios” fue implemantado por el entonces oficial mayor del GDF, Octavio Romero Oropeza y hoy director de Petróleos Mexicanos (Pemex), y quienes se oponían a la contribución sabían que estaban fuera del gobierno.

Después de perder la Presidencia en 2006, pero haber ayudado a Ebrard a hacerse de la jefatura de Gobierno, Chávez acusa que Marcelo Ebrard y Mario Delgado, quien era su secretario de Finanzas, desviaron mensualmente recursos millonarios en efectivo para sostener “al movimiento de transformación”.

En El rey del cash, Elena Chávez refiere que las reuniones donde López Obrador recibía dinero a través de Alejandro Esquer, se daban en la casona ubicada en la calle de San Luis Potosí 64, en la colonia Roma, alcaldía Cuauhtémoc, y que sirvió como casa de campaña del hoy presidente y que durante un tiempo fue la sede de Morena.

“En 2006, Marcelo Ebrard alcanzó su sueño largamente anhelado de ser jefe de Gobierno. Estaba en deuda con el tabasqueño, así que el pago fue en efectivo y en cantidades inmensas. Ya en el poder, Ebrard instruyó a su secretario de Finanzas, Mario Delgado, darle mensualmente a Andrés Manuel millonadas para su campaña.

“Ebrard fue el autor intelectual del fraude a las finanzas públicas, y Delgado, la mano ejecutora”, señaló Chávez quien refiere que el hoy dirigente de Morena acudía a la casona de la Roma con maletas cargadas de dinero en efectivo, de las cuales, reconoce la autora, nunca habrá pruebas físicas pues el círculo de colaboradores era muy cuidadoso.

Forbes/Emmanuel Carrillo

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