Un equipo de 10 personas se encargó de revisar, palmo a palmo y detalle a detalle, todo aquello que pudiera colocar en aprietos a senadoras y senadores contrarios al tema de las fuerzas armadas. La semana pasada se conformó “el grupo contingente” y ayer, miércoles, se disolvió mientras degustaban canapés gourmet.

Y es que lograron el objetivo encomendado en el cuarto de guerra: localizar aquello que de alguna manera u otra pudiera canjearse por un voto a favor. La instrucción incluía el rastreo de los expedientes obscuros, o bien, algún ofrecimiento que pudiera resultar atractivo para el senador, familia o allegados. Todo era valioso.

La orden fue precisa: tener listos expedientes (angelicales y demoniacos) por si se tornaba pertinente echar mano de ellos. No fue necesario. La negociación en el Senado no requirió les recordaran “las carpetas con sus linduras”, cada senador o senadora sabía (perfectamente) lo que podrían traerles a colación sin ponérselos sobre el escritorio.

Este grupo de 10 personas se instaló en alguna oficina de Bucareli bajo las órdenes del secretario que ahí despacha; sería él (y sólo él) quien daría la orden de extraer cualquiera de los 15 expedientes para igual número de senadores o senadoras, en caso de ser necesario.

Los engargolados negros contenían historias políticas pormenorizadas, asuntos polémicos personales o familiares, cuentas bancarias nacionales y extranjeras, potenciales investigaciones, expedientes fotográficos, y en algunos casos, hasta videos o audios. Si la política o la charla no eran suficientes, ahí estarían los legajos obscuros, listos para “ayudar” a convencer.

También estaban los engargolados blancos. En ellos no se detallaban historias para presionar, sino ofrecimientos de corte laboral, diplomático, monetario y hasta condonaciones de algún tipo, incluso fiscales. De igual forma, estos expedientes se quedaron guardados, pero podría existir la opción de activarlos en algunas semanas, pues hubo dos peticiones de esta naturaleza efectuadas por legisladores.

El episodio en el Senado dio a Ricardo Monreal lo que necesitaba: un nuevo empuje con AMLO, quien ya ordenó, por cierto, un próximo encuentro con el zacatecano en Palacio Nacional, en el cual se solicitó la presencia de Adán Augusto López. Ahí, entre otras cosas, se designará de nuevo al titular de la Jucopo como “corcholata” formal rumbo al 2024.

El grupo de 10 personas fue nombrado como “equipo de contingencia” y duró menos de 15 días trabajando. Los expedientes no se usaron, (en su gran mayoría), pero se quedaron ahí, guardados y listos, por si en algún momento se vuelven de utilidad, o es necesario ofrecer alguna presión psicológica.

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