Fueron momentos de terror, pánico para la población de Orizaba, zona centro de Veracruz, pueblo mágico veracruzano caracterizado por los altos niveles de desarrollo.

De acuerdo con los reportes policiales, los elementos de la Fuerza Civil acudieron a un llamado de emergencia en el centro de esta cabecera. Ahí se desató una balacera.

Los videos en redes sociales consignan el sobresalto de la gente de Orizaba; el pavor que provocaron las detonaciones; y la comprensible histeria en masa.

La población del lugar ha perdido la tranquilidad desde hace años por la presencia y operación de grupos delincuenciales que se convirtieron en el azote de los empresarios, profesionistas, comerciantes y periodistas.

Héctor de Mauleón lo narra a la perfección en su columna de este martes en El Universal. El también escritor no sólo describe el enfrentamiento de este lunes, sino que plantea un escenario donde el crimen parece tomar el control de la vida cotidiana en Orizaba; habla de la presencia de grupos delincuenciales dedicados al cobro de piso, a la extorsión, al robo al transporte de carga, al huachicol y al narcomenudeo. A esto habría que agregar el secuestro para completar un coctel que ha robado la tranquilidad a los orizabeños.

En sus primeros reportes sobre los hechos, Seguridad Pública difundió que no había muertos ni heridos, pero las balaceras de la jornada no habían terminado.

Por la noche del mismo lunes, el titular de la dependencia, Hugo Gutiérrez Maldonado, informó que dos presuntos integrantes de una banda delictiva fueron detenidos; y uno más, “neutralizado”; es el eufemismo que utilizan en la jerga policial como sinónimo de muerto.

“Uno de los detenidos es Faustino N, alias El Tino, identificado como presunto integrante de una banda delictiva y generador de violencia en Orizaba, además que trabaja para El Momo, líder de una célula criminal que opera en la región centro del estado, objetivo prioritario de las fuerzas del orden”, expuso el jefe de la policía estatal, quien agregó que el operativo de seguridad se mantenía.

Horas después, el gobernador Cuitláhuac García aseguraba que la situación en Orizaba estaba bajo control. Dijo que los delincuentes pretendían incendiar vehículos y hasta una gasolinera –con la intención de evitar su captura– y confirmó lo dicho por su secretario de Seguridad: el operativo continuará.

Lo cierto es que enfrentamientos como el registrado en Orizaba y los hechos violentos como los de finales de agosto pasado en Tlalixcoyan (saldo de 4 personas muertas) y San Andrés Tuxtla (con 3 víctimas) son frecuentes en tierras veracruzanas.

En junio pasado, por ejemplo, un enfrentamiento entre policías e integrantes de un grupo criminal, en Álamo Temapache, dejó un saldo de tres presuntos delincuentes abatidos; y a finales de agosto, en Ixhuatlancillo, a 8 kilómetros de Orizaba, se registró otro caso, con tres elementos de seguridad heridos.

El problema de la operación de bandas delincuenciales está lejos de resolverse en Veracruz; las cosas, contrario a los mensajes gubernamentales que buscan tranquilizar a la población, parece que no están bajo control en la entidad.

@luisromero85