Hablar de disminución en la inseguridad resulta sencillo para quienes gozan de protección oficial, (y si bien es cierto tampoco los exenta de padecerla), no será lo mismo que cualquier otro ciudadano sin puesto directivo, subsecretaría, secretaría o incluso, gubernatura.

Sostienen que “no son como los de antes, que no son iguales”, pero, ¿donde están las pruebas más allá del discurso? La inseguridad está exactamente como en sexenios anteriores, y en algunos rubros, peor.

Afirman que “los apoyos llegan directamente al pueblo”, pero, ¿dónde están las pruebas más allá del discurso?, ¿quién es el “pueblo” más allá del concepto generalizado y difuso con el que ahora se usa, a diestra y siniestra?

Pregonan que hay medicamentos oncológicos y negaron siempre el desabasto, pero, ¿dónde están las pruebas más allá del discurso y de tildar de “conservador” al padre de familia que sufría, por hacerlo público mientras veía el sufrimiento de sus hijos?

Dicen que han ahorrado miles de millones de pesos quitando las cadenas de “corrupción liberal”, pero, ¿dónde está ese dinero más allá del discurso y de repetirlo hasta la náusea? Combatir la corrupción siempre será plausible, pero lo hicieron sin tener un plan de respaldo para operar.

Aseveran que su filosofía consiste en repartir la riqueza de manera equitativa, combatiendo la pobreza, pero, ¿repartir es regalar dinero a quienes no lo sudan a costa de quienes lo trabajan a diario? Eso no es justicia, es otra cosa.

Decían (y dicen) que no son iguales, pero no sólo parecen idénticos, resultaron peores, o al menos insisten en parecerlo.

Ayer me dijeron en Palacio Nacional que el gobernador morenista peor calificado (para ellos) es Cuitláhuac García, sin que eso signifique que su equipo sea malo, pero el ingeniero estará “becado” hasta el 2024, “por ser leal y honrado”, como únicos atributos a destacar, ningún otro.

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