La viruela del mono, el Langya hantavirus —detectado recientemente en China— y, probablemente, el covid-19 tienen algo en común: son enfermedades que pasaron de un animal a un portador humano antes de su propagación. A estas enfermedades debemos sumar otras como el VIH-SIDA, el virus del Nilo Occidental, el ébola y el MERS.

Este fenómeno, conocido como zoonosis, se observará con cada vez más frecuencia mientras los efectos del cambio climático se sientan con mayor intensidad, así como por la degradación de los hábitats naturales de la fauna salvaje.

¿Qué es la zoonosis?

Las zoonosis son enfermedades infecciosas transmisibles naturalmente desde animales vertebrados al ser humano, indica la Organización Panamericana de la Salud en su página web.

El 60% de las enfermedades infecciosas humanas son zoonóticas, es decir, se encuentran en primer lugar en otro animal, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE). Este porcentaje sube incluso a 75% para las enfermedades infecciosas nuevas, según un estudio británico publicado en 2001, considerando una referencia en el tema.

Entre los agentes patógenos responsables de estas enfermedades, uno de cada seis sería un virus, un tercio una bacteria y otro tercio parásitos. El 10% son hongos microscópicos, indica este estudio.

Cada año, alrededor de dos millones de personas mueren por enfermedades zoonóticas desatendidas, principalmente en países de bajos y medianos ingresos.

Los mismos brotes pueden causar enfermedades graves, muertes y pérdidas de productividad entre las poblaciones de ganado en el mundo en desarrollo, un problema que mantiene a cientos de millones de pequeños agricultores en la pobreza extrema.

Durante los últimos veinte años, las zoonosis han provocado pérdidas económicas de más de 100,000 millones de dólares, sin contar los nueve billones de dólares que costará la pandemia de COVID-19 en los próximos dos años, de acuerdo con las proyecciones del Fondo Monetario Internacional

¿Por qué hay cada vez más zoonosis?

En octubre de 2020, el grupo de expertos de la ONU sobre biodiversidad (IPBES) advirtió de que las pandemias «surgirían más a menudo, se expandirían más rápidamente y matarían a más gente”.

La reducción de selvas tropicales por el avance de las ciudades y las superficies cultivadas, combinada con los efectos del cambio climático, acercan estos animales a zonas habitadas y los empujan a «interactuar cada vez más con las poblaciones humanas», dijo Eric Fèvre, profesor de enfermedades infecciosas veterinarias en la Universidad de Liverpool, a la agencia AFP.

En primer lugar, porque el reservorio es inmenso: según estimaciones publicadas en la revista Science en 2018, existirían 1.7 millones de virus desconocidos para los mamíferos y los pájaros, y entre 540,000 y 850,000 tendrían la «capacidad de infectar a seres humanos”.

Pero sobre todo porque la expansión de las actividades humanas y las interacciones cada vez mayores con la fauna salvaje aumentan el riesgo de que los virus capaces de infectar a personas hallen un hospedador.

«Las enfermedades zoonóticas están saltando a los seres humanos debido a la degradación del medio ambiente y el uso no sostenible de los recursos animales», aseguró en mayo de 2021 la directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) Inge Andersen.

Principales enfermedades zoonóticas

Como mencionamos antes, la mayoría de las enfermedades infecciosas que padece el ser humano tienen un origen animal. Algunos son conocidos desde hace mucho tiempo, como el virus de la rabia, pero muchos surgieron en estos últimos años, como el Ébola, el coronavirus del SARS, el SARS-CoV-2 y el virus Nipah, que apareció en Asia en 1998.

Otra familia de mamíferos, los mustélidos (tejones, hurones, visones, comadrejas…), es a menudo señalada como responsable de zoonosis virales, y en particular de aquellas provocadas por coronavirus.

Los científicos piensan que la musaraña, un pequeño mamífero con un hocico puntiagudo, podría ser el animal que transmitió, Langya hantavirus —que ha infectado a decenas de personas en China— a los humanos.

La civeta o gato de algalia ha sido señalada como el huésped intermediario del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), que dejó 774 muertos en el mundo en 2002-2003. Si bien el coronavirus del SRAS fue hallado en algunas civetas, no está confirmado que este pequeño carnívoro cercano a la mangosta fuera quien transmitió el virus a los humanos.

Los roedores también son conocidos por ser los reservorios de muchos virus, entre ellos algunos responsables de epidemias en los seres humanos, como la fiebre hemorrágica de Lassa, endémica en varios países del oeste de África.

La gripe española de 1918-1919, la gripe «asiática» en 1957, la gripe «de Hong Kong» once años más tarde, la gripe H1N1 en 2009: todos los virus responsables de las grandes pandemias gripales tuvieron directa o indirectamente un origen aviar.

Otras dos cepas de gripe aviar, H5N1 entre 2003 y 2011, y luego H7N9 desde 2013, dieron lugar en Asia a contagios directos con las aves infectadas, o en casos muy raros de transmisión interhumana.

¿Cómo pueden prevenirse?

El PNUMA recomienda las siguientes diez acciones para poder prevenir la aparición de más epidemias zoonóticas en el futuro.

  • Invertir en enfoques interdisciplinarios, incluido el enfoque “Una sola salud”.
  • Ampliar la investigación científica sobre las zoonosis.
  • Mejorar los análisis de costo-beneficio de las intervenciones para que consideren el recuento de costos totales del impacto social de las enfermedades.
  • Concientizar sobre las enfermedades zoonóticas.
  • Fortalecer las prácticas de monitoreo y regulación asociadas con las enfermedades zoonóticas, incluso dentro del sistema alimentario.
  • Incentivar prácticas sostenibles de gestión de suelos y desarrollar alternativas para la seguridad alimentaria y los medios de vida que no dependan de la destrucción de hábitats y biodiversidad.
  • Mejorar la bioseguridad al identificar los impulsores clave de las enfermedades emergentes en la cría de animales y fomentar medidas probadas de gestión y control de zoonosis.
  • Apoyar la gestión sostenible de paisajes terrestres y marinos para mejorar la coexistencia sostenible de la agricultura y la vida silvestre.
  • Fortalecer las capacidades de los actores de la salud vinculados a este tema en todos los países.
  • Poner en práctica el enfoque “Una sola salud” en el uso del suelo y la planificación, implementación y monitoreo del desarrollo sostenible, entre otros campos.

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