El sábado pasado Morena dio cátedra de cómo serán las elecciones en México si lograran el propósito de desaparecer al INE.
El gobierno metido hasta el pescuezo en el proceso interno de Morena, utilizando millones de pesos para movilizar desde los funcionarios del gabinete hasta el acarreo descarado de los más humildes beneficiarios de programas sociales. Un padrón de militantes y electores fabricado de último momento desde una oficina de gobierno.
Diputados federales y locales que intentan reventar la elección –hubo quien fue a parar a la cárcel-; robo de urnas y quema de boletas por los propios organizadores; coacción y compra de votos. Son escenas que se vivieron este fin de semana en Veracruz pero que se repitieron prácticamente en todo el país. ¿Es para eso que quieren desaparecer al INE?
El proceso interno que vivió Morena lo muestra de cuerpo entero. Se cometieron todas las conductas tipificadas como delitos electorales y se violentaron todos los procesos de una elección convencional, en lo que fue un verdadero cochinero. Quien salga electo como delegado del proceso del sábado pasado, no será más que un representante espurio no reconocido ni por sus propios correligionarios.
De hecho, Morena enfrenta la eventual anulación del proceso interno; cientos de personas ya acudieron al TEPJF por considerar que el registro estuvo viciando. Y cientos más acudirán a partir de hoy para denunciar la caterva de irregularidades cometidas a lo largo de la jornada sabatina. Ahora, ¿a quién echarán la culpa de la corrupción y la transa?
El dirigente nacional Mario Delgado –con quien he tenido la oportunidad de debatir en diversos espacios de difusión nacional y sólo ha mostrado su pobreza intelectual y de argumentos-, sigue prófugo de la realidad. A pesar de las quejas y las impugnaciones, asegura que Morena vivió una “fiesta democrática” cuando en realidad se trató de una “bacanal partidista” de la más baja ralea.
¿A quién culparán del embarazo de urnas y el uso de ambulancias para acarrear votantes en Michoacán? ¿De la destrucción de boletas y el carrusel en Oaxaca? ¿De la quema de urnas y la violencia registrada en Chiapas? ¿Dirán acaso que la coacción de votos y la intervención del gobierno de Tlaxcala fue obra de algún conservador? ¿Qué dirán del pase de lista y el acarreo de adultos mayores en Coyoacán?
Para no quedarse atrás, el morenismo veracruzano también dio la nota nacional. Los demonios se soltaron en Minatitlán, donde los grupos de la alcaldesa y la diputada local se enfrentaron en una trifulca al grado de que la legisladora fue a parar a la cárcel, con todo y el fuero que la protege. Pero cuando la Fiscalía es brava, hasta a los de la casa muerde.
Desde la noche del viernes, decenas de burócratas de Sefiplan tuvieron que pernoctar en el parque Juárez, a un costado del palacio de gobierno, para satisfacer el capricho del Gobernador de seguir construyendo la carrera política de sus familiares. El resto de las dependencias estatales operaron como verdaderas oficinas de Morena para elegir a los delegados afines al mandatario.
En Zongolica fueron los propios aspirantes a Consejeros quienes tomaron la decisión de quemar las boletas luego de suspender la votación. Ahí nuevamente fueron los representantes populares de las distintas tribus morenistas quienes reventaron la elección. En Orizaba ocurrió lo mismo: acarreo, coacción y hasta el uso de vehículos oficiales de los Ayuntamientos vecinos para llevarlos a votar. Y conste que sólo estamos hablando de delegados, no de candidatos.
Morena no conoce la democracia porque nunca la ha ejercido. No reconocen la derrota ni siquiera cuando se da entre ellos mismos. Sólo aceptan la voluntad arrogante del Mesías y el grito agigantado de las tribus. Morena no es un movimiento social ni un partido político, acaso una pléyade de arribistas en torno de un personaje, dispuestos a dinamitar al país para seguir gobernando sobre sus ruinas.
El gobierno y Morena se han convertido en uno solo. No hay fronteras. Ha vuelto el partido de Estado donde el Presidente es el líder formal del partido político que lo llevó al poder. El y nadie más decidirá quién será el candidato a sucederlo y quienes serán los candidatos que buscarán las gubernaturas, no importa si para ello tengan que cambiar las Constituciones locales, como en el caso de Veracruz.
Los organismos electorales les estorban; no gozan de la impunidad absoluta para cometer todo tipo de violaciones como sucedió el sábado pasado. Después del aquelarre electoral, acusarán que los adversarios intentan debilitar al Presidente. Las sanciones que imponga el INE serán una excusa más para desaparecerlo.
Postdata
Agradezco profundamente cada una de las múltiples expresiones de solidaridad que recibí con motivo del desenlace de mi papá. Esa fue la razón por la que el pasado lunes no apareciera nuestro artículo semanal. Gracias por su solidaridad y afecto.
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