Cuando Socorro Venegas tenía 26 años, el escritor Ricardo Garibay le regaló un cuaderno rojo con la consigna “escriba”, nunca se imaginaría la joven que ese cuaderno terminaría siendo un diario escrito para darle un poco de sentido a la pérdida de su marido, Alan.
Después de 20 años y reencontrarse con ese cuaderno en una mudanza, Venegas publicó el libro “Ceniza roja” con ilustraciones de Gabriel Pacheco, libro que fue presentado este viernes en la 32° Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil y que nos recuerda que “mantenernos cerca del arte, de la creación es estar con un ancla muy fuerte a la vida”.
La literatura puede acompañarnos en el dolor
La presentación inició con una amena lectura de la editora y maestra Nelly Palafox, quien describió “Ceniza roja” como “un abrazo en medio de la pérdida de un ser querido”, en ese sentido recordó que varios escritores apelaron a la creación para sobrellevar el duelo, como Roland Barthes tras la muerte de su madre, Marie Curie cuando quedó viuda después de un accidente que sufrió Pierre Curie o Rosa Montero en su libro “La ridicula idea de no volver a verte”.
Sin embargo Palafox destacó que aunque el motivo del diario es el duelo, no se trata de un libro lúgubre que se regodee en el dolor, en cambio:
«Es un libro que celebra la vida, resiste en la soledad, acompaña en la palabra y acompaña a todos los que hemos perdido a algún ser querido, nos dice en voz baja que es posible seguir adelante… está obra es infinita, seductora, móvil, es como un abrazo perpetuo a quien si hemos perdido en un duelo el amor que un día empezó y terminó».
Belleza en las tinieblas
Por su parte, la escritora Socorro Venegas explicó que para ella misma fue una sorpresa toparse con el cuaderno que daría pie al libro, pues se imaginaba que sería un texto igual de oscuro que sus recuerdos de aquella época, sin embargo:
“Había de una manera misteriosa espacios de belleza, ¿cómo podía haber eso en un libro que habla sobre la muerte de alguien muy amado? Ese es un misterio, no es algo que pretenda responder y en efecto una mirada de mucha ternura que era compasiva ante sí misma”.
Venegas compartió además que uno de los consejos de escritura que suele dar a sus alumnos es el mismo sentido de Horacio Quiroga, “no escribir desde la herida abierta, hay que dejarlo ir y luego evocar esa sensación”, pero en “Ceniza roja” fue un caso especial, pues fue escrito en tiempo real por lo que descubrió “frescura y espontaneidad” pues “yo no quería hacer literatura, yo quería sobrevivir, es la escritura de una sobreviviente”.
Pero apunta “no hay nada heroico en sobrevivir, lo hacemos todo el tiempo. Lo que sería importante es poder hablar más sobre esas pérdidas, socialmente funcionamos dejando que las personas vayan a dolerse, pero después no los acompañamos. Lo dice Rosa Montero, en lo inmediato la gente te dice “estoy aquí para que te desahogues” pero tú no quieres y cuando ya estás listo para hablarlo te dicen que ya lo superes, te bañes y salgas a la vida”.
Tanto Palafox como Venegas estuvieron de acuerdo en que la pérdida es un sentimiento común entre todos los seres humanos, por lo que cualquier persona puede sentirse identificada con lo expresado en Ceniza roja por su autora:
«La experiencia de la pérdida es algo que, desafortunadamente, tenemos en común todas las personas. No es necesario que atravieses la viudez para que entiendas la pérdida, el duelo está mucho en la escritura…el tema del duelo es un tema que para mí ha sido un motivo literario muy potente, cada vez que lo reviso encuentro más encuentro aristas que no había antes encontrado, cosas que no había visto, para mi es un tema literario infinito, como los grandes temas del corazón» expresó Venegas.
En ese sentido, adelantó que ahora está trabajando en un ensayo donde reflexiona sobre el duelo y la escritura y podrá ser leído en próximas fechas en la revista Cuadernos Hispanoamericanos.
Finalmente Venegas enfatizó en que “no es un objetivo del arte ayudar a sanarnos, ni salvarnos, lo hermoso es que lo puede lograr. No recuerdo haber recibido consuelo en escribir este diario, lo olvidé, pero ahora, al volver en el tiempo y encontrarme con estas páginas me di cuenta de que fue importante dejar constancia de lo que me sucedía día a día”.
AVC