Este jueves 23, la Conferencia del Episcopado Mexicano dirigió un mensaje al pueblo de México en la que formula una serie de propuestas en materia de seguridad pública que contrasta con la del presidente López Obrador, quien ayer mismo reiteró que mantendrá su estrategia de “abrazos, no balazos” para combatir al crimen organizado.

“¡Cuánta maldad y desorden social!”, expresaron los obispos mexicanos, en cuyo comunicado difundido con motivo del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, advirtieron que “el crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad”; condenaron los “niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo”; hicieron un llamado al Gobierno Federal y a los distintos niveles de autoridades para “revisar las estrategias de seguridad que están fracasando”; afirmaron que “es tiempo de escuchar a la ciudadanía, a las voces de miles de familiares de las víctimas, de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen”, así como “a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas”, e inclusive reconocieron que ante esta situación, como pastores de la comunidad católica, “no hemos hecho lo suficiente en la evangelización de los pueblos y que es necesario redoblar esfuerzos”.

Y aunque dijeron que “creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora”, además de exponer que “escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como Nación”, el presidente Andrés Manuel López Obrador defendió su estrategia de seguridad y sostuvo que primero se deben combatir las causas de la violencia, insistiendo en que la violencia no se combate con más violencia.

Inclusive, en alusión a lo que publicó en Twitter el papa Francisco sobre los jesuitas asesinados en Chihuahua, López Obrador expresó: “Él escribe un mensaje lamentando la situación en México. Al mismo tiempo, subrayando que la violencia no es el camino para conseguir la paz, que la violencia genera más violencia. (…) Estamos totalmente de acuerdo.”
Apenas ocho días antes, el pasado 15 de junio, tras los hechos violentos registrados en San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, y en Texcaltitlán, Estado de México, el mandatario había reiterado también que continuará con la misma estrategia, aceptando que su postura es “polémica”.
Y es que el Presidente explicó que la estrategia de seguridad de su gobierno opera en dos frentes: combatiendo las causas de la violencia y la corrupción y la impunidad.
“Ahora estamos atendiendo las causas y claro que lleva tiempo”, argumentó.
López Obrador dijo que su gobierno va bien, asegurando que esto lo sabe porque tiene contacto y comunicación con el pueblo. “Vamos bien y lo puedo probar hasta con números”, dijo.

Ayer, de plano, al ser cuestionado nuevamente sobre lo mismo, el tabasqueño sugirió que este tema deberá resolverse en la próxima elección presidencial: “No vamos a cambiar la estrategia, que sigan con su campaña de desprestigio, atacándonos con su prensa vendida o alquilada porque sólo si el pueblo, en un proceso electoral, decide que hay que cambiar y llegan gobiernos como los de antes, entonces sí. No llegamos aquí para seguir con lo mismo”, respondió, arremetiendo otra vez contra el ex presidente Felipe Calderón.

¿Ello alimentará el activismo de la Iglesia católica en los comicios de 2024? Ya se verá. Pero lo cierto es que la “corcholata” que gane la encuesta para ser postulado por su partido Morena a la Presidencia de la República deberá cargar con tremendo paquetazo, pues muy difícilmente quedará bien con Dios y con el diablo en este delicadísimo tema de interés nacional e inclusive trasnacional.