Un equipo de científicos mexicanos diseñó un método para identificar con anticipación brotes de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19) a través del análisis de aguas residuales en distintas partes de México.
El proyecto consiste en monitorear en tiempo real los desechos que llegan a las aguas residuales del centro de México, a fin de buscar el virus causante de la COVID-19 y los fármacos empleados en el tratamiento de la enfermedad.
«Una vez que las personas se infectan con este virus, este puede aparecer en las heces fecales y de esa manera se puede analizar cuidadosamente el agua residual, y se puede saber qué tan activa o no es la epidemia en una población específica», explicó a Xinhua el investigador Rodolfo Zanella Specia.
El director del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) puntualizó que el objetivo principal del proyecto es proporcionar elementos esenciales a los tomadores de decisiones para que detecten con suficiente antelación brotes de la COVID-19 y se identifique la zona de contagios.
«Lo primero que hacemos es tomar muestras de agua residual. Se va a campo y seleccionamos algunos sitios donde sabemos que se recolecta la mayor cantidad de aguas residuales en la Ciudad de México. Ahí se toman las muestras, se traen a laboratorio, se conservan en refrigeración y entonces se comienza el análisis», detalló.
La metodología, implementada desde 2020, ha llegado a centros hospitalarios, así como a la entrada y salida de una planta de tratamiento en el estado central de Hidalgo, además de canales de distribución de agua en campos agrícolas.
«Lo que vemos es que el método es adecuado para predecir cuándo la gente se empieza a enfermar, cuándo se apaga la pandemia y cuándo se empiezan a apagar los contagios», sostuvo.
Los científicos han confirmado que en las últimas semanas hubo un incremento en la concentración de restos de material genético del virus, lo que tiene relación con el aumento de contagios en la Ciudad de México.
La metodología ya se implementa tanto en la capital mexicana como en los estados de Hidalgo y el central estado de México, localidades afectadas por la pandemia de la COVID-19 desde hace más dos años.
Por lo que se refiere a los fármacos utilizados en el tratamiento de la enfermedad, el ingeniero químico de la UNAM, Juan Carlos Durán Álvarez, explicó a Xinhua que en aguas residuales se han detectado concentraciones elevadas de azitromicina, dexametasona e ivermectina.
«Hemos registrado la presencia de azitromicina que es un antibiótico, dexametasona que inhibe el proceso inflamatorio, mientras que la ivermectina se detectó en una cantidad muy pequeña. Luego aumentó porque aparentemente hay personas que toman este medicamento con la falsa creencia de que pueden prevenir el contagio del virus», aclaró Durán Álvarez.
Tras el proceso de análisis, los expertos encontraron que la dexametasona y la azitromicina se comportan conforme a las olas de contagio, mientras que la ivermectina no tiene ese comportamiento, sino que ha mantenido su concentración en el agua residual.
Los especialistas de la máxima casa de estudios de México también realizan experimentos para evaluar qué pasa con la respiración del suelo, es decir, con la actividad microbiana que vive ahí, en presencia del agua residual que contiene los fármacos y los virus.
«Lo que vemos es que la dexametasona se retiene mucho más en los suelos» y «la ivermectina pasa más rápidamente a través de los suelos y pudiera contaminar el acuífero», dijo Durán Álvarez, mientras que en el caso de la azitromicina, «los resultados no son todavía del todo claros».
Las tomas de laboratorio se analizan en el Instituto de Geología de la UNAM, donde se lleva a cabo la evaluación de la forma en que impacta el virus y los fármacos en el suelo, mientras que en la Facultad de Medicina de la institución, académicos analizan el virus, y en el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología, científicos caracterizan los fármacos.
México acumula 5.852.596 casos de la COVID-19 y 325.340 decesos a causa del virus desde el inicio de la pandemia en el país, a finales de febrero de 2020, según las últimas cifras de la Secretaría (ministerio) de Salud.
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