Desde antes de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador rechazó públicamente los estigmas sociales sobre los jóvenes que no estudian o trabajan. Por ello, dirigió los esfuerzos de su gobierno para brindarles oportunidades laborales y educativas.
Sin embargo, la intención de atender las causas sociales del desempleo y abandono escolar de los jóvenes, a través de dos programas insignia, no ha demostrado suficientes resultados, sobre todo luego de la llegada del covid-19.
La organización México Evalúa y la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey presentaron cifras que revelan que los jóvenes de 15 a 29 años son el grupo de la población que más se ha visto afectado por la pandemia.
De acuerdo con los datos del informe Educación Post Pandemia , el 7% de los jóvenes, inscritos en el nivel medio superior (preparatoria) antes de la pandemia, abandonó sus estudios con el cierre de escuelas y la implementación de las clases a distancia.
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«Al no estar en las escuelas, los jóvenes ya no son responsabilidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) ni de nadie, de ninguna instancia en el país», dice en entrevista Tere Lanzagorta, directora de Youth Build, de la alianza Jóvenes con Trabajo Digno.
A esto se suma un panorama adverso en el mercado laboral, pues el 23% de las y los jóvenes que tenían trabajo antes de la pandemia quedaron desempleados con la declaratoria de emergencia sanitaria, según el informe de México Evalúa y el Tec de Monterrey.
«Existe un problema grave con todos los jóvenes que no están estudiando y que tuvieron que entrar de manera poco formal al mercado laboral, mientras que los programas del gobierno federal no están dando datos específicos sobre su cobertura y beneficios», señala a Expansión Política Paulina Amozurrutia, coordinadora general del colectivo Educación con Rumbo.
El panorama estaba complicado y se puso peor
Hasta 2019, la matricula del nivel medio superior en el país era de 5 millones 608,220 estudiantes, según la última Encuesta del Perfil de Alumnos de la Subsecretaría de Educación Media Superior .
Si bien no hay datos oficiales actualizados —pues la Secretaría de Educación Pública (SEP) no ha hecho públicos los resultados del formato 911—, los datos recabados por la organizaciones civiles dan cuenta de que la media superior es el segundo nivel educativo con mayor abandono escolar (7%) durante la pandemia, solo después del preescolar (13%).
Incluso, el 8% de los menores de edad que concluyeron la secundaria ya no ingresaron a la preparatoria. La caída es mayor en hombres (10%) que en mujeres (5%), y esto tiene que ver, resalta Amozurrutia, con que el primer grupo se vio obligado a abandonar sus estudios para ayudar con los gastos del hogar.
Además, el bachillerato es el que presenta una mayor pérdida de aprendizajes, con un retroceso de hasta tres años, según las estimaciones de México Evalúa y el Tec de Monterrey.
«El panorama estaba complicado, y se puso peor con la pandemia (…) Ahora tenemos un mayor número de jóvenes que salió de los sistemas educativos antes de concluir el bachillerato, y la principal tragedia es que no hay ninguna posibilidad de que retornen a la escuela», puntualiza Tere Lanzagorta.
La activista agrega que la situación se agrava porque México carece de «propuestas de oportunidad», que consisten en capacitaciones cortas de acompañamiento para que los jóvenes recuperen y desarrollen las habilidades que necesitan para continuar sus estudios y, posteriormente, entren al mundo laboral.
¿Qué hay de las becas para jóvenes estudiantes?
Marco Fernández indicó en un encuentro con medios de comunicación que, aunque el gobierno actual tiene una mayor amplitud de becas para estudiantes, estos apoyos no están siendo focalizados.
«Muchas de estas becas se terminan dando a los estudiantes que tienen más recursos. ¿Dónde quedó la promesa de ‘primero los pobres’?», cuestionó el investigador.
Por ejemplo, en 2020, las Becas Benito Juárez llegaron al 29% de los estudiantes de media superior con escasos recursos, mientras que en 2018, las Becas Oportunidades alcanzaron al 48% de este grupo de la población.
Además, no hay un diagnóstico oficial sobre la cobertura y beneficios de las becas por grupo de edad, sexo o nivel socioeconómico. «Las cifras no están actualizadas en el portal, son datos genéricos de 2019 que no permiten saber cuántos jóvenes son (los beneficiados), cuántos son hombres y mujeres, tampoco se ponen las edades», dice Paulina Amozurrutia.
Tere Lanzagorta destacó que el número de jóvenes que abandonó sus estudios demuestra que una beca no es suficiente para retenerlos en el sistema educativo.
«No es cierto que las becas llegan a todos. Los jóvenes de los sectores más pobres en el país, que representa la mitad de este grupo, no tienen computadoras ni acceso a Internet para poder continuar sus estudios a distancia; aunque tuvieron la beca, esta fue insuficiente para retenerlos», expone.
Jóvenes sin oportunidades laborales
Con la reactivación económica en México, solo el 40% de los jóvenes graduados de la media superior técnica perciben entre uno y dos salarios mínimos; mientras que el 30% de hombres y el 20% de mujeres graduados de este nivel se mantiene en desempleo por hasta seis meses.
En tanto, entre el 40% y el 50% de los graduados de la media superior que están en el mercado laboral, no cuenta con seguridad social, de acuerdo con el informe de México Evalúa y el Tec de Monterrey.
«Se van sumando y sumando el número de jóvenes que están destinados a vivir con salarios muy precarios y con trabajos informales, porque al no tener un certificado de bachillerato estás destinado a un trabajo informal y con salario precario, de ese tamaño es la consecuencia del abandono escolar», explica Tere Lanzagorta.
Paulina Amozurrutia menciona que en el caso de las carreras del Colegio de Educación Profesional Técnica (Conalep) también vieron una reducción en la matrícula de los jóvenes que tenían la oportunidad de ingresar al mundo laboral al concluir este nivel de estudios.
«En el Conalep existe el modelo dual, que permite a los alumnos hacer carreras menos teóricas y más prácticas y que así puedan ingresar al mundo laboral, pero debido a la pandemia no se dio así», indica.
La empresa ManpowerGroup reconoció recientemente que México es un mercado laboral emergente, donde siete de cada 10 jóvenes tienen dificultades para emplearse, señalando a la falta de experiencia como la principal causa por la que no logran acceder a un trabajo formal.
Aquí es donde entra otro programa insignia del gobierno federal: Jóvenes Construyendo el Futuro, que promete a los jóvenes estudiantes o recién egresados hacer una vinculación laboral con empresas.
La Subsecretaría de Empleo y Productividad Laboral reportó que, de 2019 a enero de este año, 2 millones 124,434 jóvenes fueron contratados como «aprendices». Pero hasta ahora, tampoco hay un diagnóstico oficial sobre el perfil de los beneficiados del programa ni el estatus de su situación laboral.
«Este programa es ciertamente opaco. No sabemos cuántos jóvenes están en centros de trabajo ni qué han aprendido. Ha habido sospechas de que estos apoyos solo se han dado en tarjetas en las que las empresas le dan el dinero al empleado, un salario incompleto, pero no están generando una cercanía real o compromiso laboral», manifiesta Amozurrutia.
Tere Lanzagorta recuerda que, desde el inicio, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro fue ambiguo: se planteó como una beca, pero no se especificó si era de desempleo, de capacitación o de inserción laboral.
Según la Secretaría del Trabajo, no es un programa de inserción laboral, por lo tanto no se garantiza que los jóvenes que reciben ese apoyo mensual durante un año, como máximo, al final van a tener empleo formal.
«Que un joven tenga ese ingreso por unos meses por supuesto que lo ayuda momentáneamente, pero no le garantiza ni una mejor preparación ni un trabajo. La beca no transforma las condiciones de los jóvenes, porque ni les ofrece mayor capacitación ni procesos de inserción laboral», concluye Lanzagorta.
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