De confirmarse los pronósticos de la mayoría de las encuestas, Morena podría haber alcanzado este domingo el gobierno en los estados de Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, mientras que la oposición habría conservado Aguascalientes y Durango, lo que sabremos oficialmente hasta el miércoles, cuando los organismos electorales realicen el cómputo final.

El resultado en cuatro estados confirma que el Presidente López Obrador no tiene pactos o contubernios aborrecidos, que el fin justifica los medios y que hasta el diablo puede ser un aliado estratégico en el momento adecuado.

Entre esos aliados que ayer jugaron un papel definitivo en favor de Morena se cuentan lo mismo gobernadores de oposición a los que se ofrece impunidad y la puerta de sanación del servicio exterior, viejos adversarios acusados de corrupción pero purificados por la indulgencia morenista, hasta integrantes del crimen organizado, a quienes en cada elección se les reconoce su “buen comportamiento”.

Cada vez con mayor frecuencia, los partidos políticos de oposición deben enfrentar elecciones de Estado blindadas desde el púlpito presidencial de las mañaneras, el uso electoral de los programas sociales y las cascadas de dinero que corren como “aportaciones ciudadanas al movimiento”. A ello hay que sumar la intervención abierta de los poderes fácticos que representan la corrupción de los gobiernos morenistas y la violencia delincuencial.

Si bien López Obrador ganó con un incuestionable apoyo popular, la supervivencia de su movimiento y de su gobierno ha tenido que recurrir a la corrupción, el financiamiento ilícito, las amenazas, las patentes de impunidad y hasta un pacto inconfesable con la delincuencia organizada, como lo sugieren su discurso humanista en favor de los criminales y la denuncia de sus viejos aliados.

En el caso de Tamaulipas, por ejemplo, se disputó algo más que la Gubernatura. De por medio está el control de las aduanas y las mercancías que legal e ilegalmente transitan por ellas; diecinueve de las 50 aduanas se encuentran en Tamaulipas, y entre Nuevo Laredo y Reynosa se concentra 30 por ciento de los movimientos de mercancías en todo el país. Eso explica la violencia generada entre el Cártel del Golfo, el Cártel de Sinaloa y una amalgama de organizaciones criminales locales.

Tal vez a eso se refería Porfirio Muñoz Ledo cuando sugirió al Presidente que no puede heredar al siguiente gobierno su “alianza” con el crimen organizado. “Su contubernio o alianza con el narco no es heredable porque estos, como lo han hecho siempre, en todas partes, en todas plazas políticas, se entienden con el que va a llegar, ya no va necesitar el narco del presidente”, augura uno de los fundadores de Morena.

El contubernio con la delincuencia no requiere de más pruebas que las más de 122 mil personas muertas a causa de la violencia, una impunidad que supera el 98 por ciento de los crímenes, y el control absoluto de los cárteles en amplias regiones del país. Sin su autorización, ni un “pull de prensa” puede cubrir las actividades del Presidente.

Pero hay otra lectura. Que Morena haya ganado cuatro de seis gubernaturas genera una natural percepción de que fue el gran ganador de las elecciones. Sin embargo, los números ya empiezan a reflejar lo contrario.

No hay que perder de vista que Morena también ganó ayer por la polarización del voto opositor. Por ejemplo, a reserva de confirmar los resultados, la suma de PRI/PAN en Oaxaca y de PAN/PRI y MC en Quintana Roo habrían dado en la víspera empates técnicos; en Hidalgo y Tamaulipas, la suma de Movimiento Ciudadano habría dado el triunfo a una alianza opositora. Morena sigue sin ser un partido político, acaso una rémora del poder presidencial. De eso se alimenta.

Sin embargo, la ilegal operación electoral de ayer permitiría a Morena ganar prácticamente la misma proporción de los Estados que ganó en 2021, proceso en el que perdió una amplia representación en el Congreso federal, lo que ha permitido detener el desmantelamiento de las instituciones que pretende el Presidente.

Morena no creció en la preferencia del electorado, sino que mantuvo lo que ellos identifican como su voto duro, el que pueden movilizar con recursos públicos, los programas sociales y los pactos inconfesables.

La elección presidencial de 2024 iniciará este lunes, acaso con una escala el próximo año con los estratégicos comicios a gobernador en el Estado de México y Coahuila.

La elección de ayer también nos ha dejado una gran lección: Morena no es invencible.

La puntita

La familia de la joven Viridiana no cree en la versión de la FGE y el gobierno federal. Seguirán buscándola. Marlon “N”, presunto responsable del feminicidio de Monserrat no fue detenido sino que se entregó voluntariamente ante la CEDH. Aun así, la estulticia sale a presumir sus “logros”.

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