En más de una ocasión, la ciencia ficción ha planteado la hibernación de los humanos como alternativa para hacer más llevaderos los viajes espaciales, una hipótesis que facilitaría la intrincada logística en términos de salud y alimentación y que incluso la Agencia Espacial Europea está investigando para poder llevar a cabo en el futuro.

Sin embargo, una reciente investigación llevada a cabo por científicos de Chile ha revelado un obstáculo matemático que complica cada vez más que esta teoría pueda hacerse realidad.

Estos tres investigadores chilenos se propusieron desentrañar la relación entre la masa corporal y el gasto energético en animales que hibernan, como por ejemplo, los osos.

Aunque estos plantígrados se ocultan durante los meses fríos de invierno, su estado de latencia no es como la hibernación de otras criaturas más pequeñas, como las ardillas o los murciélagos. En el caso de los osos, su temperatura corporal cae en picado, el metabolismo se contrae y bajan tanto el ritmo cardíaco como la respiración, indican en su estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B.

Además, este proceso es capaz de reducir el gasto energético hasta en un 98% en algunos casos, y el animal puede perder más de una cuarta parte de su peso corporal a medida que quema sus reservas de combustible.

Sin embargo, aplicando las mismas matemáticas a un humano adulto, esta hibernación no sería posible llevarla a cabo en el escenario de una larga hibernación para viajes espaciales.

Tal y como recogen desde Science Direct, el turista espacial perdería en hibernación poco más de seis gramos de grasa corporal al día, lo que en un año equivale a unos 2 kilos de peso.

En la práctica, para poder sobrevivir décadas en este estado mientras se viaja a través del espacio sería necesario acumular cientos de kilos extra de grasa, o bien despertarse cada poco para poder ingerir ingentes cantidades de calorías.

20minutos.es

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