La reforma electoral propuesta por López Obrador la semana pasada no es más que la venganza de un Presidente conservador que desea volver a imponer un partido del Estado donde él se erija como el gran elector.

En su desvarío, asume que, si la gran mayoría de los mexicanos son como “mascotas” a las que hay que “cuidar y alimentar” -como él mismo lo ha dicho-, entonces tampoco tienen la capacidad para elegir a sus propias autoridades. Por eso, alguien debe hacerlo por ellos y quién mejor que él.

Asegurar que la propuesta se trata de una revancha política en contra el INE y los organismos electorales es parcialmente cierto, sin embargo, oculta sus verdaderas intenciones. Se trata de cobrar venganza en contra de una clase media que le ha retirado su apoyo y que representa el gran riesgo de perder las elecciones en el 2024.

Para López Obrador es necesario arrebatarles sus instituciones democráticas. El INE sólo es el señuelo.

La reforma electoral de la 4T confirma una vez más que el Presidente no es un liberal sino un conservador. El liberalismo es una filosofía y un movimiento político que defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley y la limitación de los poderes del Estado. Por tanto, los liberales somos aspiracionistas, asumimos que la ley debe respetarse y que nuestros derechos individuales son el límite al Estado y el gobierno.

Como doctrina económica, el liberalismo promueve la iniciativa privada y el libre mercado; como principio propone la tolerancia, algo que es totalmente ajeno al morenismo. Es posible que el Presidente se haya perdido esa clase durante su larguísima estancia en la UNAM, pero siempre hay oportunidad de aprender.

López Obrador sí es un conservador. En cualquiera de sus versiones, el liberalismo defiende que debe haber límites claros al poder del Estado. En cambio, al Presidente no le gustan los contrapesos ni los organismos autónomos, a los que ha buscado debilitar o eliminar, como ahora intenta hacerlo con su nueva iniciativa.

La reforma electoral propuesta por el Presidente es en realidad una emboscada que se esconde detrás de un discurso populista y polarizante. Cada propuesta resulta una mentira infame y sin sustento. Lo explico.

La reforma más importante es desaparecer al INE y crear un Instituto Nacional de Elecciones y Consultas a imagen y semejanza del régimen. A propuesta de los tres poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial-, se elegiría por voto directo a los consejeros electorales y magistrados del TSJE en un proceso que se celebraría el primer domingo de agosto.

Como aquí dijimos la semana pasada, los candidatos del Ejecutivo y el Legislativo serían personajes completamente afines al Presidente y con todo el apoyo económico y logístico para ganar la elección. Sería, como han sido las consultas para enjuiciar presidentes y de revocación de mandato, una burda simulación de democracia.

Hasta ahora, Morena nunca ha podido celebrar un proceso interno sin que termine en tribunales, impugnado por sus propios militantes. Pero hoy pretenden enseñarnos cómo realizar elecciones.

También se busca eliminar a diputados federales plurinominales y el número de legisladores en congresos locales. Esto no tiene otro propósito que eliminar los grupos parlamentarios que le representan un contrapeso. Así, Morena pretende ganar mayorías absolutas, aunque en las urnas no alcance ni la mitad de los votos. Fueron muchos los diputados plurinominales los que impidieron la reforma eléctrica y los que no permitirán que se apruebe esta reforma electoral.

Pretenden también, por encima de la soberanía de los estados, implantar una sola ley electoral nacional y eliminar los organismos electorales locales. De esta forma, desde el centro, se buscará imponer las mismas reglas para las elecciones locales, donde un INE y un TEPJF impuestos y controlados por Morena decidirán quién gana y quien pierde en los estados.

Finalmente, el presidente presume que, de ser aprobada la reforma electoral, ésta generaría ahorros por 24 mil millones de pesos con la sustitución del INE, la eliminación de legisladores plurinominales, el recorte de recursos a elecciones y a partidos políticos, entre otras medidas.

¿Cuánto significa? Para ponerlo en contexto diremos que Petróleos Mexicanos (Pemex) reportó una pérdida de 224.3 mil millones de pesos durante 2021, 56% menor a la registrada en 2020, cuando fue de 509 mil mdp. Es decir, con la reforma nos ahorraremos el ¡3.2% de las pérdidas de Pemex en los últimos dos años!

La democracia permitió el ascenso de la 4T; la democracia será la razón de su extinción. El Presidente no podrá consumar su venganza.

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